Yo sí que tenía un gusto excelente, porque la que me lo había recomendado era lo que más me gustaba de toda la situación.
—O una pesada que no me dejó comprar lo que quería —enarqué una ceja.
?Yo quería sudaderas, no corbatas!
—Serás idiota —masculló, divertida.
Le dediqué una sonrisa fugaz mientras intentaba mover los hombros, pero era como si esa estúpida americana me estuviera oprimiendo la vida.
—Si no me obligaran a no hacerlo, iría en sudadera.
Ella esbozó una gran sonrisa al mirarme.
—En una sudadera de Tarantino —a?adió.
Y por esas cosas me encantaba la peque?a Michelle.
—O de The Smiths —entrecerré los ojos.
—O de Pumba.
—O de Mushu.
Esbocé una sonrisita malvada cuando me entrecerró los ojos. Así que seguía molestándole, ?eh?
—?A que te haces tú el nudito, listo? —masculló.
—Vale, vale —y levanté las manos en se?al de rendición.
Bajó la mirada hacia mi corbata y yo noté que tiraba suavemente de la tela mientras hacía el nudo concienzudamente. Pero no pude evitar mirarla a ella. Hacía mucho tiempo que no la tenía tan cerca de mí sin estar en una situación tensa. Casi podía rozarle el pelo con la nariz. Inspiré profundamente e intenté calmarme antes de que ella se separara un poco.
—Listo —murmuró, y me dio una palmadita en el pecho.
Ella no quitó la mano de mi pecho cuando levantó la mirada, y noté que empezaban a cosquillearme los dedos por la necesidad de alargar la mano y sujetarla de la cintura para volver a acercarla, como antes. Pero no me atreví a hacerlo. No sabía cómo reaccionaría.
Y pensar que el día siguiente era su cumplea?os... y que ella no venía a la premiere. No podría verla a las doce de la noche. Apreté un poco los labios. Por un lado, quería invitarla, por el otro...
Mierda, ?por qué había hecho esa película? Si la hubiera hecho sobre cualquier otra cosa, podría invitarla sin miedo a que no volviera a hablarme.
—Bueno... —ella carraspeó y finalmente bajó la mano de mi pecho—, supongo que deberíais iros y...
—Sabes que puedes venir, ?no?
Oh, no.
?Por qué era tan impulsivo?
Jen se quedó mirándome con una mueca de incredulidad y yo sentí la imperiosa necesidad de decir algo más.
—No es tarde —a?adí torpemente.
Ella no dijo nada por lo que pareció una eternidad en que mi incomodidad fue aumentando drásticamente. Finalmente, sacudió un poco la cabeza, dubitativa.
—Ross, no creo...
—Puedes venir —a?adí. De hecho, quería que viniera. Me daba igual la película—. Después de todo, no tengo pareja con la que acudir.
Esperaba que eso último le aclarara las dudas de por qué la estaba invitando, pero solo conseguí que retrocediera un paso y negara con la cabeza.
—?Y dejar que el prestigioso director que tengo delante de presente a su propia premiere con una chica vestida así? Ya lo veré por televisión. O me la descargaré ilegalmente por Internet —sonrió un poco—. Viviendo al límite.
No supe qué decirle, y Jen no pareció querer esperar demasiado, porque murmuró algo sobre llegar tarde y volvió al salón. No me quedó otra que seguirla, recorriéndola con los ojos.
En serio, nunca iba a quitarme esa obsesión por recorrerla con los ojos, ?no?
Admito que ignoré un poco a los demás mientras parloteaban. No dejaba de pensar en posibles excusas para darle a Joey y escabullirme de esa estúpida premiere. Quería quedarme en casa y mirar una película, no ir disfrazado a hablar con un montón de desconocidos.
De hecho, solo reaccioné de verdad cuando noté que Jen daba un respingo a mi lado. Mamá, la abuela Agnes y mi padre estaban entrando al piso. Seguía sin sentirme muy cómodo con el hecho de que mi padre estuviera aquí, pero supuse que por ese día tendría que aguantarlo.
Mamá se detuvo delante de Jen, perpleja y encantada a partes iguales.
—Jennifer... no sabía... oh, querida, es un placer volver a verte.
—Igualmente —le sonrió Jen cuando la abrazó.
Mamá me miró por encima de su hombro y me gui?ó un ojo, gesticulando un ?ya ha vuelto!. Noté que se me calentaban las orejas y aparté la mirada, avergonzado.
Mi abuela también la saludó felizmente. Las dos adoraban a Jen. Lo habían hecho desde el primer día. Y me alegraba ver que eso no había cambiado.
Aunque la cara de mi padre era tan tensa como siempre, claro.
—?Has venido a enderezar a este cenutrio? —espetó mi abuela de repente, se?alándome—. Ya va siendo hora de que alguien haga que se comporte.
Jen enrojeció al instante, claro, y yo le puse mala cara.
—Abuela... —empecé.
—Bueno, bueno, yo solo lo digo —no pareció muy arrepentida—. A veces, un grito a tiempo es lo mejor del mundo. Yo no se lo di a su abuelo y te aseguro que los cuarenta a?os que pasé con él fueron eternos.
Jen sonrió ampliamente, sacudiendo la cabeza, pero dejó de hacerlo en cuanto mi padre se acercó a ella con su expresión distante y fría de siempre.
—Jennifer —murmuró sin mucho entusiasmo—. Me alegra volver a verte por aquí. ?Has venido a ver a Jack en la premiere?
—Eh... —Jen se había puesto muy nerviosa, y yo fulminé a mi padre con la mirada—. En realidad, yo... eh...
—Vive conmigo —aclaré.
No entendía por qué Jen estaba tan nerviosa por aclarar eso. Después de todo, el a?o pasado ya habíamos dejado bastante claro que la opinión de mi padre me importaba una mierda.
Mamá y la abuela intercambiaron una mirada encantada y me miraron con un gran entusiasmo que, menos mal, Jen no vio.
—?Hace mucho? —preguntó mi padre secamente.
—Unas semanas —dije, mirándola solo a ella—. ?Estás bien, Jen?
Miré a mi padre con una ceja enarcada cuando Jen le echó una ojeada incómoda. él, muy sabiamente, retrocedió un paso.
—Solo... —noté que la mano peque?a de Jen me apretaba ligeramente el brazo al mirarme—. Estoy orgullosa de ti.
No pude evitar entreabrir la boca, sorprendido, pero toda buena sensación fue sustituida por el más absoluto horror cuando noté un movimiento en la entrada y me giré hacia ella, quedándome pasmado al ver a Vivian ahí de pie, furiosa.