Ella cerró los ojos, pero se había relajado y no se apartaba de mí. La tentación de acercarme y hundir la nariz en su pelo, de recorrerle la mandíbula con los labios, de echarle e pelo hacia atrás con los dedos... ese tipo de tentación era difícil de resistir cuando se trataba de Jen.
—Una discusión no es la mejor manera de decirle a alguien que sigues enamorado de él, ?verdad? —le dije con una sonrisa amarga.
Ella abrió los ojos y me dedicó una mirada tan tierna que estuve a punto de mandar a la mierda todas las normas que me había impuesto a mí mismo esa noche y besarla.
No. Me separé, intentando negármelo a mí mismo, y ella se apresuró a sujetarme por el brazo. Ni siquiera me había dado cuenta de estar tambaleándome. Solté una maldición entre dientes mientras me ayudaba a ir al sofá con expresión preocupada.
—?Estás bien, Ross? —me preguntó cuando cerré los ojos, echando la cabeza hacia atrás en un penoso intento de que se me pasara el mareo.
—Tengo la boca seca —confesé.
Y no era por el alcohol. Era por todo lo que me provocaba estar tan cerca de ella sin poder tocarla.
La recorrí con los ojos por enésima vez cuando fue rápidamente a la cocina y volvió con un vaso. Se sentó a mi lado, al borde del sofá, y estuve a punto de agarrarlo cuando me lo ofreció, pero a última hora lo pensé mejor.
—Vas a tener que ayudarme —le dije con mi sonrisita más inocente.
Si me aprovechaba un poco para que se acercara a mí... ?no era incumplir mis normas!
—?Seguro que no puedes levantar el brazo? —preguntó, enarcando una ceja.
—?Vas a arriesgarte a que me caiga tooodo por encima... o vas a ayudarme?
Ella negó con la cabeza, pero me puso una mano justo debajo de la oreja para sujetarme cuando me acercó el vaso a los labios. La miré fijamente y vi que sus mejillas se enrojecían al intentar no mirarme de vuelta.
Y, justo cuando yo estaba empezando a disfrutar de la situación, noté que el líquido me llegaba a los labios y puse una mueca de asco.
—?Agua? —pregunté, asqueado.
—Sí... —pareció confusa—. ?No has dicho que tenías la boca seca?
—?Y tu conclusión ha sido que quería agua?
Ella se puso muy seria, todavía con la mano bajo mi oreja.
—No te voy a dar alcohol, así que ya puedes ir olvidándote de eso.
Bueno, uno era libre de so?ar.
Cerré los ojos y me permití a mí mismo disfrutar un rato de su mano en mi piel. Especialmente cuando noté que movía el pulgar a través de mi mandíbula.
Mis propios dedos empezaron a cosquillear por las ganas contenidas de acariciarla. Por todas partes.
—?Ross?
Abrí los ojos, despertándome de mis peque?as fantasías.
Admito que no me esperaba su expresión preocupada.
—?Eh?
—?Estás bien?
?Bien? ?Estaba de maravilla!
Bueno, lo estaría un poco más si cerraba la distancia entre nosotros y se sentaba en mi regazo, pero dudaba que la propuesta fuera a gustarle Y ella debió malinterpretar mi silencio, porque vi que su expresión se llenaba de preocupación.
—Voy a avisar a Will.
?Eh? ?No, al Yoda negro no!
La sujeté del brazo casi al instante y la volví a sentar a mi lado. No... yo quería estar solo con ella.
—No —dije, y me sorprendió lo seguro que soné.
—No sé que hacer si estás así de mal —insistió en voz baja, asustada—, necesito a Will.
?No! Yo solo la necesitaba a ella. Solo a ella. A nadie más.
—No —repetí fervientemente.
—Pero...
—Estoy bien —me puse de pie para demostrárselo, y miré a mi alrededor—. ?Quedan cervezas o...?
—?Ross, para ya!
Whoa, ?ahora estaba enfadada?
Y luego yo era el difícil de seguir...
Tiró de mi brazo y volvió a sentarme bruscamente. Yo la miré, parpadeando con aire de confusión.
—?Cuánto has bebido? —preguntó.
Dios, ?por qué era tan sexy cuando se cabreaba conmigo?
—?Te quedarás a vivir aquí? —dije sin poder contenerme.
—Ross, tú no solías beber.
—Hay muchas cosas que no solía hacer y que ahora hago —sonreí, divertido.
Como intentar contenerme con ella alrededor, por ejemplo.
Y pensar que el a?o pasado podría haberla besado sin miedo a que me rechazara... no había sabido apreciarlo lo suficiente.
Ella se?aló mi vaso de agua de repente.
—Deberías beber algo.
—Ahora empezamos a entendernos...
—Agua.
—Retiro lo de antes.
Ella se exasperó, claro, y me hizo sonreír.
—?Ross! —masculló, dándome bruscamente el vaso.
Bueno, pues nada. A beber agua. No quería que terminara matándome por un maldito vasito. Me lo terminé en tiempo récord y me sonreí con orgullo. Ella solo me entrecerró los ojos.
Y no pude evitar volver a preguntarlo.
—?Te quedarás a vivir aquí?
Di que sí, Jen, vamos, vamos...
—?Tienes hambre? —cambió de tema—. He guardado tu cena.
?Mi... cena?
Espera... ?se había acordado de mí?
Eso hizo que se me hinchara el pecho sin siquiera pretenderlo. Sonreí ampliamente con la perspectiva de ella acordándose de mí cuando no estaba, aunque fuera por esa tontería.
—?En serio me la has guardado? —murmuré.
—?Tienes hambre o no? —preguntó, avergonzada.
Asentí, entusiasmado, y la seguí con la mirada otra vez cuando fue a recalentar la cena. Necesitaba que algo me distrajera para no mirarla fijamente durante todo el rato, así que al final opté por poner un canal cualquiera y tratar de centrar mi atención en él.
Pero no pude evitar sonreír como un crío cuando me dejó el plato en el regazo y vi que era mi hamburguesa favorita.
Ay, Jen... ?cómo podría no estar enamorado de ella?
Comí algo más rápido que de costumbre. Solo quería volver a centrarme en la conversación y que me dijera que iba a quedarse viviendo conmi... con nosotros.
Dejé el plato torpemente sobre la mesa y me giré en redondo hacia ella, que estaba sentada a mi lado.
—?Alguna idea de qué hacer ahora? —pregunté, levantando y bajando las cejas.
Porque yo tenía muchas. Demasiadas.
Y le sobraba ropa para todas y cada una de ellas.
Aunque aceptaba sugerencias, claro. Quería que mi peque?a Jen se pusiera en modo pervertida.
En cuanto vi que me ponía mala cara y dejaba el vaso también sobre la mesa, deduje que eso no pasaría.
—Deberías dormirte un poco —murmuró.