Tres meses (Meses a tu lado #3)

—Tú estabas hablando —remarqué.

Solo quería marcharme, pero ella insistía en seguirme hacia la entrada.

—Te estaba consultando algo —aclaró, molesta—. Por saber si te parece bien.

Frustrado, me detuve de golpe y la miré.

—?Y qué quieres que te diga? ?Qué te vayas? ?Para que te sientas mejor?

—No es... —repitió, y pareció perder la paciencia cuando agarré mis cosas para marcharme—. ?Deja de huir, Jack!

Me detuve a medio camino de abrir la puerta y la miré fijamente.

—?Huir? —repetí en voz baja—. ?Yo?

—Sí, siempre que intento hablar contigo, terminas yéndote. Huyendo.

?Huyendo? ?Tal y como había hecho ella? Una repentina oleada de tristeza me invadió, y supe que tenía que irme antes de decir algo que no quisiera decir... otra vez.

Pero fui incapaz de contenerme, como siempre.

—Parece que por fin tenemos algo en común —le dije en voz baja.

Me aparté de ella sin querer ver su reacción y cerré la puerta.

***

—?Ross! —chilló Viv, entusiasmada, cuando vio que había ido a su fiesta.

En realidad, no estaba muy seguro de qué hacía ahí. Es que no se me había ocurrido otro lugar la que ir.

—Hola —murmuré, levantando el vaso de alcohol para que no lo tirara al suelo al lanzarse para abrazarme con fuerza.

—?No sabes lo feliz que estoy de que hayas venido! —exclamó, separándose y tomando mi mano—. ?Ven, voy a presentarte a todo el mundo!

—En realidad... —me solté de su mano, ya iba demasiado borracho como para fingir educación—. No me apetece hablar con nadie.

Ella se detuvo en medio de su enorme salón, mirándome con algo de decepción en sus ojos. La música me retumbaba en los oídos y yo volví a apoyarme en la barra, terminándome la copa de un trago. Vivian seguía observándome como si no supiera qué decirme.

—?Por qué no? —dijo al final.

—Porque estoy bien aquí.

—Bueno, puedo quedarme contigo —sonrió y se pegó a mí.

No sé por qué, pero esa perspectiva no se me antojó demasiado agradable.

De hecho, me entró dolor de cabeza solo al pensar en Vivian hablando y hablando de sus nuevos amigos por mucho rato seguido.

—No tardaré mucho en irme —aclaré, intentando sonar lo más suave posible.

—?Por qué? —puso una mueca.

—Porque... —y me quedé sin excusas. Genial.

Hubo un momento de silencio entre nosotros. Ella me miró fijamente, analizando mi reacción, y de pronto vi que se le crispaba la mirada.

—?Qué? —espetó—. ?Vas a volver con ella?

Oh, lo que me faltaba.

—No sé de qué estás hablando —le dije sin alterarme.

—Lo sabes perfectamente. ?Vas a volver corriendo con tu... exnovia?

Me dio la sensación de que, por la entonación, iba a decir algo mucho menos suave, pero se contuvo.

—Vivian —le dije lentamente—, yo nunca te he pedido explicaciones de nada.

—Pero podrías hacerlo.

—Pero no quiero hacerlo. Y tú tampoco deberías querer pedírmelas a mí. No somos pareja. ?Lo entiendes?

Intenté sonar lo más diplomático posible, pero no sirvió de nada. Ella solo me miraba fijamente, furiosa.

—?Pues vete con ella! —me gritó por encima del ruido de la música—. ?Me paso el día... arrastrándome porque me hagas un poco de caso! ?Estoy harta de siempre dar y nunca recibir!

—?Y qué quieres recibir exactamente?

—?Un poco de... de...! —soltó un gru?ido de exasperación—. ?Un poco de amor no estaría mal, Ross!

Respiré hondo, tratando de calmarme antes de decirle nada malo de lo que pudiera arrepentirme. Igual que había hecho con Jen la noche anterior.

Jen... mierda, ?se habría ido ya? No. Había dicho que se iba ma?ana.

Si volvía, todavía la encontraría en el piso.

Si volviera... quizá...

—?Me estás escuchando? —Vivian me empujó del brazo, furiosa.

Suspiré y la miré.

—Eso no va a pasar, Viv.

Ella se detuvo en seco y me miró.

—?El qué?

—Eso del amor —aclaré, negando con la cabeza—. Y sabes por qué.

Vivian me miró fijamente unos segundos que parecieron eternos. Yo no sabía cómo decírselo para que lo entendiera y, a la vez, no hacerle da?o.

—?Por qué? —preguntó en voz baja.

Apreté los labios un momento antes de decirle lo más obvio que había soltado en mi vida.

—Porque estoy enamorado de Jen —aclaré—. Lo he estado más de un a?o y probablemente lo esté muchos más. Eso no va a cambiar, Vivian. Ni por ti, ni por nadie. Lo siento.

No estaba muy seguro de querer ver su reacción, pero tampoco podía marcharme y dejarla así, así que le sostuve la mirada. Ella tensó la mandíbula gradualmente.

—?Y qué haces aquí en lugar de estar con ella, eh? —musitó, casi escupiendo las palabras—. ?Por qué no te vas con ella, si tanto la quieres?

Dejé el vaso sobre la barra, pensativo.

—Buena pregunta —murmuré—. Y creo que tienes razón. ?Qué demonios estoy haciendo aquí?

Ella parpadeó, confusa, como si esa no fuera la respuesta que esperara.

—Espera... —empezó, dudando—. No... no te estaba echando, Ross. Quédate un rato más. Y... mhm... ?quieres una bolsita o...?

—No quiero nada —se?alé mi vaso—. Me emborrachado para no pensar en usar esa mierda, Viv.

—No es ninguna mierda. Te ha ayudado mucho.

—Adiós, Vivian. Pásatelo bien.

Noté que mantenía los ojos clavados en mi nuca cuando pasé entre la gente hacia la salida con un solo objetivo: intentar convencer a Jen de que no volviera a marcharse.

?Por qué? No lo sé.

Pero bueno, ese era el objetivo.

Misión imposible: activada.

Salí de su casa dando tumbos y sacando las llaves de mi bolsillo. No sé cómo no se me cayeron al suelo cuando me apoyé torpemente sobre mi coche, tratando de acertar para meterlas en la ranura. Llevaba ya tres intentos inútiles cuando escuché que carraspeaban a mi espalda.

—Se?or Ross —dijo formalmente el conductor de Vivian—, si me permite la intromisión... no creo que esté en condiciones de conducir.

Joana Marcús Sastre's books