Tres meses (Meses a tu lado #3)

—Sue ha venido a por su helado, ha desayunado y se ha vuelto a encerrar en su habitación. Naya se ha quedado dormida en el sofá y la he llevado a la cama —sacudió la cabeza.

La pregunta estaba en el aire. Faltaba que hablara de una persona.

Pero no lo hizo, el asqueroso. Quería que lo preguntara yo.

—?Escuchaste la discusión de anoche? —pregunté sin rodeos, sentándome en uno de los taburetes.

—Sí —murmuró, un poco menos animado.

—Creo que se acabó —murmuré yo—. No sé qué había exactamente entre nosotros, pero... se acabó. Fui demasiado lejos.

—No —me dijo, y luego lo pensó mejor—. No tanto.

Me quedé en silencio, jugando con el bote de sirope de chocolate que acababa de comprar. No pude evitar apretar los labios al recordar lo que había pasado.

—?No ha salido? —pregunté en voz baja.

Will suspiró sin mirarme.

—No.

Solté el bote y me pasé las manos por el pelo, pegando la frente a la fría barra. Cerré los ojos un momento.

—No es muy normal en ella no salir a correr —le dije, mirándolo.

Will había dejado de trastear por la cocina y me miraba, muy serio.

—Ross, no creo...

Se detuvo y suspiró, como si no supiera qué decirme.

—Mira —siguió—, anoche... te dije que mantuvieras las distancias.

—Lo intenté —le dije sinceramente—. No pude.

Ojalá lo hubiera hecho. Ojalá hubiera esperado a hablar con Jen esta ma?ana en lugar del día anterior.

?Por qué demonios nunca le hacía caso al pesado y sabio Willy Wonka?

—Sí, lo sé —se cruzó de brazos—. Y mira cómo terminasteis.

Le sostuve la mirada unos segundos y noté que empezaba a marearme otra vez. Mierda, tener mono y pensar en todo eso no era una muy buena mezcla.

Suspiré al apartar la mirada.

—Estoy harto de esto —le dije en voz baja.

—Lo sé.

—De todo —aclaré, mirándolo significativamente.

él me miró con su intento de no parecer decepcionado porque me hubiera vuelto a enganchar a esa mierda. Casi lo consiguió.

—Lo sé —repitió.

Eché una ojeada al plato de Jen y pensé que quizá debería acabar yo con todo y llevárselo a la cama. La gente hacía eso, ?no? Llevar el desayuno a la cama. Era... mhm... ?una se?al de tregua?

—?Crees que...?

—No —me cortó al ver mis intenciones.

Me quedé en silencio un momento antes de ponerle mala cara.

—?Por qué eres tan sabio? —protesté—. Se supone que tienes mi edad. ?Por qué sabes tanto de... todo?

—Soy muy observador —me dijo con una sonrisita orgullosa.

—Odio que siempre tengas razón. A la vez, me encanta. Pero también lo odio. Que lo sepas.

—Oh, ya lo sé. Lo sé todo, ?recuerdas?

—Hablar contigo es como hablar con un Yoda negro.

Se echó a reír a carcajadas y yo sonreí, negando con la cabeza. La sonrisa se borró un poco cuando miré el plato de tortitas.

—Dáselas a Naya cuando se despierte. Seguro que le gustarán.

Will no dijo nada, pero asintió con la cabeza.

Subí a la azotea a fumarme un cigarrillo y ya aproveché para terminar con el mono y hablar con Joey por teléfono mientras me pasaba el antebrazo bajo la nariz. Ella me echó mi bronca matutina de siempre.

Supongo que era su forma de darme los buenos días.

Cuando bajé de nuevo las escaleras, puse una mueca al escuchar la voz de Mike y Sue mezclándose en el sofá. Se callaron en cuanto pasé por su lado.

—Buenos días, hermanito —canturreó Mike felizmente.

—Cállate —mascullé.

—Vale, todavía no se han reconciliado —dedujo en voz baja.

—Pues claro que no —le dijo Sue—. Anoche discutieron.

—Ah, pero yo creo que acabaran juntos igual.

—Sí, seguro. Son igual de pesados. Hacen buena pareja.

Me detuve antes de entrar en el pasillo y los miré con mala cara. Ellos sonrieron como angelitos.

—Sabéis que puedo escucharos, ?no?

—Pues claro que lo sabemos —Sue puso los ojos en blanco—. Si no quisiéramos que escucharas, bajaríamos la voz.

—Es que estamos enganchados a vuestra extra?a relación —me dijo Mike felizmente.

Vaya dos...

A mí me gustan.

?Por que será que eso no me sorprendió?

Negué con la cabeza y me giré para ir al cuarto de ba?o, pero me detuve en seco cuando me encontré de frente con Jen.

Sentí que se me encogía el corazón cuando vi que evitaba mi mirada e iba rápidamente al salón, pretendiendo que no me había visto.

Bueno, supongo que me lo merecía.

Nooooo, ?tú crees?

Apreté los labios y me metí en el cuarto de ba?o, enfurru?ado. Me di la ducha más rápida de mi vida. Necesitaba alejarme un poco de ese piso y pensar en frío. Después de todo, no sabía qué demonios hacer con mi vida.

Salí del cuarto de ba?o ya vestido en tiempo récord e hice un ademán de ir hacia la puerta, pero me detuve en seco cuando escuché la vocecita de Jen resonando en el salón.

—...me dijo que el mío era el mismo —murmuró con voz baja, apagada—. Que también sigo enamorada de él.

Me tensé. ?Por qué hablaba de nuestra discusión con esas dos hienas?

Casi esperaba que se burlaran o hicieran una broma, pero no. Solo hubo unos instantes de silencio.

—?Y sigues estándolo? —preguntó Mike de repente.

Oh, mierda.

—?Eh? —soltó Jen con un hilo de voz.

Apoyé la espalda en la pared y cerré los ojos.

—Enamorada de él —aclaró Mike—. ?Sigues estándolo?

Dejé de respirar cuando la habitación se quedó en silencio.

Honestamente, no sé qué esperaba. Si un sí o un no. No sé que me pondría más nervioso. O me haría sonreír.

Una parte de mí quería que dijera que sí solo para sentir que no era el único idiota enganchado a nuestra historia.

La otra... bueno, la otra sentía que no me merecía ese sí.

Abrí los ojos y asumí que Jen ni siquiera iba a responder cuando, de pronto, escuché que se aclaraba la garganta. Mi cuerpo entero se tensó, esperando.

—Dudo que alguna vez haya dejado de estarlo.

Me quedé mirando fijamente un punto cualquiera de la pared sin saber cómo sentirme. Mi cuerpo entero se había destensado automáticamente, pero... en el fondo no estaba muy seguro de si eso era mejor o peor que una negativa.

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