—?Lo voy a hacer! ?Ni siquiera la he deshecho porque sabía que pasaría esto!
—?Pues claro que sabías que pasaría! ?Qué te creías? ?Que ibas a volver y encontrarlo todo perfecto cuando tú misma lo dejaste hecho una mierda?
—?Jack, no es...!
—?ROSS!
—?Pues Ross! —espetó, gritando—. ?Me da igual! ?Dentro de unas semanas me iré de tu vida otra vez y ya no tendrás a nadie a quien culpar de tus problemas!
—?Pues que te aproveche la jodida residencia!
—?Seguro que será mejor que tener que vivir contigo!
—?Sí, y podrás traerte a todos los tíos que quieras!
Esas palabras habían hecho que me ardiera la garganta, pero me dio igual.
—?Que lo hagas tú no significa que yo vaya a hacerlo!
—?Tú no tienes ni puta idea de lo que hago o lo que no hago, Jennifer!
Ella se detuvo, todavía furiosa, y me pareció que alguien decía algo, aunque no llegué a escucharlo. Sue y Jen se alejaron. Will me sujetó del brazo y me arrastró con él hacia el coche, tambaleándome. No podía sentir las piernas. Era un milagro que no me hubiera caído todavía.
él me detuvo junto al coche y me sujetó bruscamente de un hombro.
—Tienes que tranquilizarte —espetó.
No dije nada. La cabeza seguía dándome vueltas.
—Mírate, Ross —negó con la cabeza—. Hazte el favor de no decirle nada más. Espérate y hazlo ma?ana, cuando te tranquilices. Por favor.
No dije nada. Solo me aparté de él y subí al coche.
Cuando llegamos al piso, yo sentía que no podía más e iba a desplomarme en cualquier momento. Me dejé caer en el sofá y me pasé las manos por la cara. La imagen de Vivian burlándose de mí volvió a mi cabeza.
Y, claro, hice justo lo contrario a lo que Will me había dicho que hiciera.
Levanté la cabeza y miré a Jen, que era la única que quedaba en el salón.
—?Alguna vez me fuiste infiel? —pregunté sin rodeos.
Ella se detuvo de golpe y se giró hacia mí con una lentitud que me puso más tenso de lo que ya estaba.
—?Estás de co?a? —me preguntó en voz baja.
—Es solo una pregunta —mascullé.
—Sabes perfectamente la respuesta.
?La sabía? ?De verdad? Sentía que, a esas alturas, ya no sabía absolutamente nada. Ni siquiera sabía cómo me sentía.
Vivian, mi padre... siempre los había tratado como si hablaran de una forma cruel de Jen, pero... ?y si habían tenido razón todo el tiempo? ?Y si siempre habían sido los que habían visto las cosas como eran?
Apreté los dientes, enfadado, y me puse de pie mirándola.
—?La sé? —pregunté, acercándome—. Cada vez que te veo, me da la sensación de que hay más cosas de ti que no he llegado a conocer nunca.
—?Qué...? —parecía realmente desconcertada—. ?De qué demonios estás hablando?
Bueno, ya era hora de decirnos la verdad el uno al otro.
—Nunca fuiste del todo sincera conmigo, ?no?
—Fui sincera contigo —le temblaba la voz.
—Oh, sí. El último día lo demostraste muy bien.
—Yo no... —se acercó a mí, frustrada—. ?Y tú qué, Ross?
—?Yo, qué? —enarqué una ceja.
—?Deja de hablarme así, como si no hubieras tenido ningún secreto durante nuestra relación!
—Nunca te mentí. Nunca. Ni una sola vez en esos tres meses de mierda.
Ojalá lo hubiera hecho. Por una vez, desearía ser el malo de la historia y no el idiota al que dejan de lado.
—?Pero tampoco fuiste completamente honesto! —Jen me se?aló—. ?Te pasabas el día evitando mis preguntas!
—?Y ahora, viendo en lo que nos hemos convertido, me alegro de ello!
—?Yo te lo conté todo!
—?Y yo no te conté lo que no necesitabas saber de mí!
La imagen de mi padre empujándome contra la mesa de cristal hizo que, como siempre, un pinchazo de dolor me recorriera la espalda, especialmente en la zona del tatuaje.
Oh, no, eso ahora no. Solo empeoraría las cosas. Necesitaba cambiar de tema. Urgentemente.
Jen se acercó un poco más a mí, todavía furiosa.
—?Me da igual lo que necesitara, lo que quería era conocerte bien! ?Y nunca me diste la oportunidad de hacerlo!
—?Y qué hubieras hecho si te lo hubiera contado todo? —pregunté en voz baja, dolido—. ?Me habrías dejado aún peor por haber sido lo suficientemente idiota como para confiar en ti?
—?Me da igual, Ross, te conté todo de mí! ?Incluso te hablé de mi maldito hermano mayor pillándome sin sujetador! ?Te conté cada detalle y tú nunca me diste una sola pista de nada de tu vida! ?Tenía que descubrirlo por los demás!
Apreté los labios, enfadado.
—?Mi vida no es tu maldito problema, Jennifer!
—?No, ya no!
Me empujó por el pecho y di un paso atrás voluntariamente. Necesitaba alejarme de ella si quería concentrarme en lo que decía.
—?Es tu problema! —espetó—. ?Y te las estás destrozando!
—?Yo me la estoy destrozando? —fruncí el ce?o.
—?Sí, Ross! —otro empujón—. ?Después de todo lo que yo... después de todo lo de Francia y de tener la maldita oportunidad de tu vida, mira lo que estás haciendo!
—?Estoy haciendo lo que quiero!
—?No, estás intentando ser alguien que no eres!
—?No sabes quién soy! —cuando hizo un ademán de volver empujarme, no pude más y le sujeté las mu?ecas para que se quedara cerca de mí—. ?No sabes nada de mí! ?Lo hubieras sabido si te hubieras quedado aquí, conmigo!
Ella no se apartó, pero casi sentí que toda mi fachada se venía abajo cuando se le llenaron los ojos de lágrimas.
—?Sé que no eres... esta persona! —gimoteó.
Tardé más de lo que hubiera deseando en responder.
—Esta persona —repetí en voz baja, viendo como las lágrimas se amontonaban en sus bonitos ojos casta?os.
—?Sí, Ross! ?Este... imbécil que no deja de meterse con todo el mundo, drogarse y emborracharse porque... no sé por qué!
Yo, desgraciadamente, sí que lo sabía.
—?Y qué soy, Jennifer? —pregunté casi en un susurro.
—Eres... —se le rompió la voz—. Eres bueno, Ross.
Apreté los dedos en sus mu?ecas cuando vi que empezaban a resbalarle lágrimas por las mejillas.