Tres meses (Meses a tu lado #3)

—Es una nevera, no la boca de un maldito tiburón.

La imagen de los dos en la casa del lago, nadando, besándonos... me vino a la mente. La aparté enseguida, todavía más cabreado.

No era justo. No era justo que yo siguiera acordándome de todo eso y a Jen le diera igual.

—Bueno —se cruzó de brazos—, ?me vas a dejar abrirla?

—No —me enfurru?é, tan irracional como de costumbre.

—?Cómo que no?

—No quiero que te emborrches.

—?Por Dios, no empieces!

Cuando hizo un ademán de apartarme, me acerqué un poco más a ella inconscientemente.

—No quiero que te emborraches aquí —aclaré.

—?Aquí?

—Aquí, rodeada de todos estos idiotas.

Para mi sorpresa, eso pareció cabrearla mucho más.

—Ninguno de estos idiotas me ha tratado la mitad de mal que tú.

Ojalá esas palabras no me hubieran sentado como una patada en estómago.

Apreté los labios, frustrado conmigo mismo, con ella, y con toda la maldita fiesta.

—Oh, perdón por no tratar como una jodida reina a la chica que me dejó.

Las palabras de Vivian volvieron a mí como para torturarme. Intenté alejarlas.

—Mira, Ross —remarcó esa estúpida palabrita—, ahora mismo no quiero tener esta conversación.

—?Por qué? ?Quieres irte con el imbécil?

—Y si quisiera, ?qué? ?Tienes algo que decir al respecto?

Se dio la vuelta, enfadada, y volvió con su querido Charlie, dejándome ahí de pie como un idiota.

Necesitaba tomar algo. Y no alcohol. Cerré los ojos con fuerza y miré a mi alrededor. Por fin, localicé las escaleras y subí al cuarto de ba?o.

No sé cuánto tiempo habíamos estado en esa fiesta. El corazón me bombeaba sangre a toda velocidad, mi cabeza pensaba tan rápido que nada tenía sentido y apenas podía sentir los dedos o los labios. Era como si estuviera en medio de una especie de anestesia extra?a que solo calmaba el dolor de cabeza... pero aumentaba mis nervios.

Ni siquiera me di cuenta de que estaba deambulando junto a la cocina hasta que noté una mano sujetándome del hombro. Parpadeé varias veces para enfocar a Will, que me estaba mirando fijamente.

—?Has bebido? —me preguntó, enfadado.

Y cosas peores.

—?Tú qué crees?

—Creo que deberíamos irnos —espetó.

Abrí la boca para responder, pero me quedé completamente en blanco cuando me giré hacia la cocina.

Mi corazón se detuvo. Jen y Charlie. Juntos. él estaba inclinado sobre ella.

Oh, no, por favor. No, no, no... eso no.

Me aparté de Will como en medio de una enso?ación y casi sentí que el mundo entero volvía a su lugar cuando me di cuenta de que no la estaba besando. Solo le estaba pasando el pulgar por el labio inferior.

Mi cuerpo entero —que ya estaba lo suficientemente tenso por culpa del alcohol y las drogas— se movió sin que yo pudiera ser consciente de lo que hacía. De pronto, me encontré a mí mismo rodeando el cuello de Jen desde atrás para acercarla a mí. Craig levantó la mirada, sorprendido, y noté que Jen se tensaba.

Ni en esa situación en la que apenas podía ser consciente de lo que hacía, fui capaz de evitar notar que el pelo le olía tan bien como recordaba. Y pensar que una de mis almohadas había olido así de bien por tres meses...

Mis ojos se clavaron en Charlie.

—?Qué tal, Curtis? —pregunté.

La primera vez que dices bien su nombre y es en estas condiciones.

—Eh... muy bien, la verdad.

—Sí, eso ya lo veo.

Jen intentó apartarse de mí. Le puse mala cara.

—?Quieres algo, Ross? —Naya se había acercado de la nada. Ni me había dado cuenta hasta ese momento.

—Solo pasaba por aquí —mascullé.

Jen dijo algo, pero la cabeza me daba tantas vueltas que no la entendí. Solo vi que estaba cabreada. Will también dijo algo. Dios, me dolía todo. Parpadeé, confuso, cuando Jen se apartó de mí y se marchó con él a la terraza.

Y, no sé por qué, en ese preciso momento fue cuando la parte de mi cerebro llamada raciocinio desapareció por completo.

Ni siquiera recordaba haber salido a la terraza, pero de pronto estaba delante de Jen. Ella estaba furiosa. Le había dicho algo, pero no estaba muy seguro de qué era. Me pasé una mano por el pelo cuando un destello de dolor me cruzó la cabeza. No debería haber bebido tanto. No debería haber tomado nada.

Reaccioné cuando, de pronto, noté que Jen me empujaba por el pecho, completamente furiosa.

—?Y tú me pides explicaciones? —su voz sonaba como de una galaxia muy lejana—. ?Mírate!

—Puedo hacer lo que quiera —le dije en voz baja.

Dijo algo, pero no pude entenderla. Solo vi que sus labios se movían y me se?alaba, fuera de sí. De pronto, estaba en el pasillo. Me dolía todo. Iba a vomitar en cualquier momento. No sabía ni cómo me estaba sosteniendo de pie. Solo sabía que todo daba vueltas cuando Jen se giró en seco hacia mí, haciendo que me detuviera en seco, intentando no caerme.

—?...deja de darme órdenes! ?Me lo estaba pasando bien hasta que has decidido meterte en mi maldito camino!

No sabía de qué me hablaba, pero me daba igual. Podía imaginarme por dónde iba la cosa.

—?Estabas a punto de hacer una tontería!

—?Una tontería? —repitió, completamente furiosa—. ?Y qué sabes tú de mis tonterías?

—?Enrollarte con ese idiota hubiera sido una tontería!

—?Enrollarme contigo fue una tontería!

Incluso en medio de la enso?ación que estaba viviendo, sin ser consciente del todo de mi alrededor, sentí que la rabia recorría mi cuerpo, apretándome los pu?os.

—?Si tanto te gusta ese imbécil, vete a vivir con él y no conmigo!

—?Tranquilo, estoy deseando irme a vivir a cualquier otro lado para no tener que volver a verte!

Su imagen estaba casi distorsionada. No podía enfocarla bien. Y era como si sus palabras hicieran eco en mi mente antes de que pudiera encontrarles un significado. No podía pensar con claridad. Solo podía estar furioso.

—?Si tanta prisa tienes, haz la puta maleta y vete de una vez!

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