Tres meses (Meses a tu lado #3)

Quería acabar con eso, así que asentí una vez con la cabeza y arranqué el coche. La cabeza me seguía dando vueltas cuando cruzamos la ciudad en dirección a su casa.

Casi tenía la esperanza de que no me dijera nada cuando, al cabo de unos pocos minutos, se giró hacia mí y me repasó con los ojos.

—Te noto... tenso. Más que de costumbre.

No dije nada.

—?Qué pasa? Puedes contármelo.

De nuevo, no dije nada... pero esta vez por unos segundos, porque después no pude resistirme. Necesitaba hablarlo con alguien. Ella probablemente lo entendería mejor que nadie. Después de todo, había estado conmigo todo este tiempo.

—Jen ha vuelto —le dije en voz baja—. Es decir... Jennifer.

Vivian entreabrió los labios al instante, perpleja.

—?Qué? ?Esa Jennifer? ?La del guión?

—Sí.

—Mierda. No me extra?a que estés así... —hizo una pausa, pensativa—. ?Y cómo lo sabes? ?Te ha visitado?

—Está viviendo en mi casa.

Vivian soltó un bufido despectivo.

—No me lo puedo creer —soltó—. ?Se va por un a?o y ahora vuelve para meterse en tu casa, como si nada hubiera pasado? Menuda zorra.

Noté que se me crispaba la expresión al instante.

—No hables así de ella.

No sé por qué la estaba defendiendo. Después de todo, desde que había llegado no habíamos hecho otra cosa que discutir, pero... no. Me superaba. No podía oír hablar así de ella.

—?Por qué la defiendes? —me preguntó Viv, confusa, como si me pudiera leer el pensamiento.

—No lo sé. Pero no la llames así.

—Ross, te abandonó por un a?o para irse con otro. Fingió que te quería para vivir gratis de tu dinero. ?Quién sabe qué cosas más te hizo sin que tú lo supieras? Por lo que sé, incluso podría haberte sido infiel con cualquier otro chico. No se merece tu respeto.

Hice un ademán de decir algo —no sé el qué, pero algo—, pero me detuve en seco cuando noté que una punzada de dolor me atravesaba el cráneo. Me llevé una mano a la frente al instante mientras intentaba controlar el coche con la otra.

Por suerte, no fue muy obvio. Vivian ni siquiera se dio cuenta.

Jen se habría dado cuenta.

—?Qué te asegura que no te fue infiel? —me preguntó ella, ajena a mi dolor de cabeza—. Después de todo... le fue infiel a su novio contigo.

—No le fue infiel. Tenían una relación abierta.

—O eso te dijo, Ross.

Apreté los labios, negando con la cabeza.

—Jen no haría eso —murmuré.

—La Jen que creías que conocías... quizá no. Pero ?la verdadera Jen? ?La que te dejó, se fue con otro, te ignoró por un a?o...? ?De verdad estás seguro al cien por cien de que no lo haría?

No dije nada. Dios, el dolor de cabeza era casi insoportable, y que Vivian estuviera parloteándome sobre Jen no ayudaba en absoluto.

—Piensa en eso cada vez que sientas que vuelve a acercarse a ti —murmuró Vivian—. Igual solo ha vuelto porque se ha quedado sin dinero.

—Deja de hablar de Jen —le espeté, esta vez cabreado.

—?Tú me has contado que ha vuelto!

—?No para que te pongas a hablar mal de ella! No te ha hecho nada, Vivian. Déjala en paz.

—A mí, no. Pero sí te ha hecho da?o a ti, Ross.

—Yo no soy nada tuyo —le recordé en voz baja.

Ella se cruzó de brazos.

—Eso es porque tú quieres.

—Vivian, no quiero estar con nadie. Ni contigo, ni con ella, ni con nadie. ?Es que no lo entiendes?

—?Y qué harás? ?Pasarte el resto de tu vida solo porque una imbécil te hizo da?o?

—Viv... —advertí.

—Yo podría quererte mejor que ella.

—No se trata de que me quieras mejor o peor —fruncí el ce?o, aparcando el coche delante de su casa—. No es una competición, Viv, es que quiero estar solo.

—Ni siquiera me has dado una oportunidad —masculló sin mirarme—. Ni siquiera te importa lo que yo sienta.

Joder, ahora esto no...

Cerré los ojos un momento con la esperanza de que el dolor de cabeza y los nervios disminuyeran y, aunque no hubo suerte, me obligué a mí mismo a mirarla de nuevo. Vivian tenía la cabeza agachada y los ojos llenos de lágrimas.

?Y qué le podía decir yo para que dejara de llorar? Si lo estaba haciendo por mi culpa.

Mascullé una maldición en voz baja y me quité el cinturón para pasarle el brazo por encima de los hombros.

—Vamos, Viv, sabes que sí me importa lo que sientas.

—No, no lo sé —me apartó sin mirarme.

—?Te crees que no me importas? —pregunté en voz baja, inclinándome para que me mirara a los ojos. Le caían lágrimas por las mejillas—. Viv, hemos estado varios meses prácticamente juntos en todo momento. Yo te...

?Yo te... qué? No la quería. No de esa forma. No podía decírselo. Y tampoco me gustaba de esa forma, por mucho que lo había intentado. Era imposible.

Vivian levantó la cabeza y me miró, esperanzada. Mierda, no.

—...te aprecio mucho —finalicé torpemente.

Vi la desilusión en sus ojos y me obligué a decir algo más.

—No cambiaría estos meses contigo por nada, Viv.

Ella desvió la vista unos segundos, de nuevo algo desanimada, pero finalmente esbozó una peque?a sonrisa.

—Yo tampoco —volvió a mirarme a los ojos—. Te he echado de menos estas semanas, Ross.

—Lo siento. Sentí que tenía que alejarme.

—No vuelvas a hacerlo. Me gusta que estés conmigo.

No dije nada, pero me obligué a no apartarme cuando me pasó los brazos alrededor del cuello para abrazarme con fuerza. Le devolví torpemente el abrazo y permanecimos así durante un rato en que noté que ella me acariciaba la espalda.

—Tengo que irme, Viv —murmuré, separándome un poco.

Ella parecía de nuevo esperanzada cuando se separó, manteniendo las manos en mis hombros.

—?Quieres que vaya contigo?

—Tengo una fiesta con mis amigos. Una fiesta universitaria —aclaré—. No creo que sea tu punto fuerte.

—No —puso una mueca y pareció cavilar algo durante unos segundos—. ?Va a... va a ir ella? ?Jennifer?

Asentí con la cabeza. Vivian apretó los labios, pero no dijo nada al respecto. Solo me observó fijamente.

Cuando noté que me subía las manos a las mejillas, le sujeté las mu?ecas y me separé.

—Tengo que irme —repetí.

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