Noté que se me tensaban los hombros involuntariamente.
?Iba a traer una cita aquí? ?A la que había sido nuestra habitación? ?A nuestra cama?
Esperaba que fuera una maldita broma.
—Su compa?ero de habitación es un poco raro y no podíamos ir ahí, así que... eh... le ofrecí hacerlo aquí. Espero que no os importe.
—Por mí no hay problema —sonrió Naya mientras a mí me palpitaba una vena del cuello—. ?Es Curtis?
Curtis. Qué nombre tan ridículo.
Jack era mucho mejor.
Y papi Jackie es todavía mejor.
Tú, cállate.
Jen asintió con la cabeza tras echarme otra ojeada insegura.
—Pero podemos ir a la habitación o...
—Quedaos aquí —me escuché decir precipitadamente.
Mierda, tenía que disimular un poco.
—Pero... —Jen abrió mucho los ojos— vosotros estáis aquí.
—Veo que lo entiendes —mascullé.
Naya puso los ojos en blanco, pero parecía divertida.
—Ugh, no empieces, Ross.
Miré el portátil, frustrado. Si iba a venir el idiota que le gustaba, al menos quería ver lo que hacían. No sé por qué. Igual me gustaba sufrir gratuitamente y no lo sabía.
Justo cuando lo analizaba, escuché que llamaban al timbre y levanté la cabeza de golpe.
—Creo que es... —murmuró Jen—. ?Ross, vuelve aquí!
Tarde. Ya estaba correteando por el pasillo de la entrada.
Bueno, hora de darle la bienvenida a Curtis.
Abrí la puerta principal y un chico rubio bastante más bajo que yo, delgaducho y guapito de cara me miró, sorprendido.
No pude evitar poner una mueca sorprendida, también. ?Cuándo habían cambiado tanto los gustos de Jen? Bueno, igual era un encanto...
O igual era un capullo. Entrecerré los ojos.
—Eh... —dudó visiblemente—. Hola.
—?Qué? —espeté.
Eso es. Muy maduro.
?No había un botón para apagar mi conciencia?
—?Está... Jenny? —preguntó.
?Jenny? ?En serio? Eso se lo llamaba su madre.
Jen era mucho mejor.
Jen era un apodo mucho más digno.
Igual que Mushu.
Ese tío no estaba a la altura de Jen.
?Y tú sí?
—No.
Y le cerré la puerta en la cara.
Bueno, al menos lo intenté, porque el pie de Jen apareció de la nada para impedirlo. Empujó la puerta de nuevo y sonrió a Curtis.
A mí no me sonreía así. Fruncí el ce?o.
—?Sí estoy! —le aseguró—. Pasa, Curtis.
El chico pasó entre nosotros, claramente incómodo, y fue a saludar a Naya. Lo seguí con la mirada con tanta intensidad que estuve seguro de que sentía mis ojos atravesándole el cráneo.
Y, justo en ese momento, reaccioné de golpe cuando Jen me puso una mano en el brazo.
Mierda, hacía mucho que no me tocaba. Ni siquiera de esa forma tan inocente. Tragué saliva.
—No empieces —advirtió, y pese a que parecía enfadada me daba la sensación de que no lo estaba tanto como le gustaría.
—?Empezar qué? —me hice el inocente.
—Lo de ayer —me puso mala cara—. Sabes perfectamente de lo que te hablo.
Claro que lo sabía. Y tenía pensado seguir haciéndolo.
—Solo quiero conocer a tu amigo Charlie.
—Se llama Curtis.
—Información vital para mi vida.
Me soltó el brazo, pero me clavó un dedo en el pecho, irritada. Tenía las mejillas sonrojadas. No pude evitar sonreír.
—Y es un buen chico —a?adió—. Y muy listo. Y mi compa?ero en tres proyectos más.
—Sí que te gusta Charles de repente.
—?Se llama Curtis! Y no es cuestión de que me guste o no.
Sonreí aún más al ver su exasperación.
—Vas a tener que pasar mucho tiempo con Caleb si tienes tres proyectos más con él.
—Se llama... —cerró los ojos un momento—. Bueno, da igual, solo... no lo espantes.
Oh, pero me encantaría hacer eso, querida Michelle.
Di un paso hacia ella.
—?Y si lo espanto... qué?
Ella se cruzó de brazos, pero no se me pasó por alto que se había echado hacia atrás, nerviosa.
—Pues que... eh... te mataré.
—Qué miedo.
—Ross, lo digo en serio.
—Claro, claro.
Cuando pasé por su lado para ir hacia el chico, ella me sujetó del brazo de nuevo, solo que esta vez desde muy cerca. Me tensé instintivamente cuando me giré hacia ella.
—La mitad de la nota de tres de mis asignaturas dependen de mis proyectos con él salgan bien —murmuró, mirándome—. No puedo cambiar de compa?ero. No quiero que las cosas sean incómodas para nosotros. Por favor, no lo espantes.
Noté que se me suavizaban las ganas de irritarla al instante. Vale, igual no iba a meterme con su amigo idiota.
O no tanto, al menos.
—Seré bueno —concluí.
Ella me miró un momento más antes de soltarme e ir al salón. Suspiré e intenté recomponerme antes de seguirla, viendo como su culo se movía con una sincronía perfecta a cada pasito que daba.
Fui al otro sofá, tratando de no prestarles atención. Jen me dedicó una peque?a sonrisa cuando me alejé de ellos, pero decidí no decir nada al respecto.
—Bonita casa —comentó el chico.
Vale, igual mi autocontrol duró poco.
—Es mía.
Vi que sus orejas se te?ían ligeramente de rojo.
—Oh, bueno... eh...
—Pero es muy bonita, así —intervino Jen rápidamente—. Eh... bueno, el proyecto... había pensado en empezar por la parte teórica y luego centrarnos más en los ejercicios que nos dijern que hiciéramos en...
Y empezó a soltar un discursito de cosas de gente que estudiaba literatura. Si no fuera porque las decía Jen, probablemente ni siquiera habría escuchado un tercio de ellas.
Todo iba más o menos bien hasta que Jen se fue a la habitación y vi mi oportunidad de oro abriéndose paso.
Sonreí como un angelito y Naya me dedicó una mirada divertida cuando me senté junto al chico.
—Bueno, Calvin, ?y cuáles son tus intenciones con nuestra dulce Jennifer?
él parpadeó, sorprendido.
—Es... una chica muy simpática —concluyó—. Y una buena compa?era de clase.