—?Ross! —la voz de Will me puso de los nervios por lo calmado que sonaba en medio de ese peque?o caos—. ?No creo que ahora sea el mejor momento para...!
—?Pues yo creo que es el momento idóneo! —le interrumpí antes de volverme hacia Jen de nuevo—. ?Sí o no!
—?Por ahora, no!
Casi solté un suspiro de alivio.
Casi.
?Cómo que por ahora?
—Y no tengo por qué darte explicaciones, así que déjame en paz —aclaró, muy digna.
—?Por ahora? —repetí yo.
—?Por el amor de Dios! ?Vas a dejarme sola de una vez?
Cuando casi se mató por intentar cubrirse bien, no pude evitar poner los ojos en blanco.
—?Puedes dejar de hacer eso como si no te hubiera visto así mil veces?
Creo que ese fue justo lo que necesitaba para terminar de enfadarse.
—?Eso no te da derecho a entrar aquí sin mi permiso! ?Tengo derecho a darme una ducha sin que me molestes! ?Y tú no tienes ningún derecho a verme desnuda sin mi consentimiento!
Me empujó por el pecho y estaba tan sorprendido que retrocedí.
—?Y, ahora, déjame sola de una vez!
Casi me comí la mampara con el golpe con la que la cerró.
Vaaaale, igual me había pasado un poquito.
Puse mala cara a la estúpida mampara y rehice mis pasos hacia el pasillo. En cuanto salí del cuarto de ba?o, escuché que soltaba una palabrota y seguía duchándose.
Me crucé de brazos en el pasillo, yendo de un lado a otro como un maníaco. Sue, Will y Naya estaban asomados mirándome y juzgándome a partes iguales.
Me detuve abruptamente y les puse mala cara.
—?Qué?
Enseguida, los tres volvieron a centrarse en sus cosas.
Justo cuando estaba empezando a considerar la posibilidad de ir a fumar, Jen salió del cuarto de ba?o y me miró, ajustándose las gafas. Seguía enfadada conmigo. Y con motivos.
—?Vas a hablar ahora o sigues ocupada duchándote? —musité, enfurru?ado.
—Déjame en paz.
Hice un ademán de seguirla al salón, pero me quedé quieto un momento al ver lo que llevaba puesto.
Oh, no.
El retorno de los pantaloncitos.
?No podía ponerse otra cosa? ?Cualquier otra? ?Por favor?
Sacudí la cabeza para volver a centrarme en respirar y la seguí a la cocina. Llegué justo antes de que se abriera una cerveza. Se la quité de la mano y me la escondí en la espalda. Ella pareció todavía más furiosa.
—?Con quién tienes una cita?
Vale, lo admito, en mi mente ya había matado de cuarenta formas distintas a un tipo sin cara que me imaginaba yéndose a una cita con Jen.
—?En qué momento te has vuelto un controlador compulsivo? —entrecerró los ojos.
Fruncí el ce?o, ofendido. Las palabras porque el de la cita no soy yo estuvieron a punto de salir de mi boca, pero me contuve.
Yo no quería salir con ella. Ya no.
—Solo... dímelo —murmuré, sin mirarla.
Ella puso los ojos en blanco e hizo un ademán de recuperar su cerveza. Me alejé un poco de su mano.
—Pero ?qué? —me miró, indignada—. ?Tienes cara de estar bromeando!
—?Tengo cara de estar bromeando?
—?Me da igual! ?No te debo ninguna explicación!
—?Dime con quién has quedado!
—?NO!
—?Sí!
Y el pobre Will eligió ese momento para intentar interrumpir.
—Chicos...
—??QUé?! —le gritamos a la vez.
él retrocedió dos pasos enseguida, alarmado.
—Los vecinos...
—?Que les den a los vecinos! —ya le compraría a mi abuela alguna botella de alcohol para que me perdonara. Miré a Jen—. Dímelo.
—No.
—?Dímelo de una vez y acabaremos con esto!
Quizá lo que de verdad quería saber era si seguía con el imbécil, pero nunca lo admitiría en voz alta.
—?No! ?No tengo que acabar porque no tengo por qué decirte nada!
Me pasé una mano por el pelo, planteándome lo tranquilito que había estado todo ese a?o. No estaba muy seguro de si hubiera preferido seguir así unos meses más.
—Ross —Naya se asomó por el respaldo del sofá—. Es solo un chico de su clase. Relájate.
—Solo un chico de tu clase —repetí, entrecerrando los ojos hacia Jen.
—Sí, ?qué pasa?
—Nada, Jennifer.
Vi que su mirada se crispaba cuando la llamé así.
—No, dime qué pasa.
—?Te gusta?
Ella me puso mala cara y yo me pregunté para qué quería saber eso.
—Eso no es problema tuyo.
—?A él también le dirás que le quieres y luego te irás por un a?o?
Pero nunca dijo que te quisiera, ?recuerdas?
Sí, joder. Lo recordaba a la perfección. Y casi desearía no haber dicho nada. Ojalá no hubiera venido, para empezar. Si me hubiera quedado en la residencia, ni siquiera pensaría en ella.
Ella apartó la mirada, enfadada. Noté que mi enfado también aumentaba.
—?O solo lo quieres para vivir gratis a cambio de echar cuatro polvos?
Y el premio al gilipollas del a?o es para... ?Ross!
Creo que me arrepentí incluso antes de haber terminado de decirlo, pero ya era tarde para echarse atrás.
Jen me dirigió la mirada más dolida que había visto en ella y el impulso de asegurarle que realmente no pensaba eso estuvo ahí... pero no lo hice.
Estaba enfadado. Muy enfadado. Tanto con ella como conmigo.
—Venga, respóndeme.
—Eres un cerdo.
Esbocé una sonrisa amarga.
—Al menos, yo soy honesto.
—Si tan mala soy, ?por qué demonios te preocupa tanto que tenga una cita?
Buena pregunta.
—Me importa una mierda tu cita —musité, irritado.
—?Hace cinco minutos has entrado en el cuarto de ba?o mientras me duchaba solo para confirmarlo, maldito psicópata!
Dudé visiblemente, pero no me importó.
—?Solo... quiero avisar al pobre chico!
—?Avisarlo!