Tres meses (Meses a tu lado #3)

—Ya lo sé, pero... no sé cómo hacerlo.

—Como quieras. Te aseguro que lo único que quieren es que estés mejor. Has estado muy perdido desde que se fue Jenna.



Al menos, cuando escuché su nombre fui capaz de no evocar ni un solo recuerdo de ella. Solo me encogí de hombros.

—Esto no va sobre ella —murmuré.



—Sí va sobre ella. No completamente, pero sí una peque?a parte. Estabas enamorado.



—No estaba enamorado, estaba obsesionado —mascullé—. Y no con ella, sino con la idea que tenía de ella, porque está claro que no era como yo creía.



Sue suspiró antes de terminarse la cerveza e inclinarse hacia mí para ponerme una mano en el hombro.

—Si alguna vez vuelves a verla y no sientes nada... sabrás que era una peque?a obsesión. Si vuelves a verla y sigues sintiendo algo... bueno, ya sabes.



—La cosa es que no volveré a verla —murmuré, esbozando media sonrisa—. Tu teoría se desmorona por momentos.



—Pues también es verdad —se puso de pie y se estiró—. Bueno, Ross, esta conversación ha sido muy interesante, pero creo que ahora deberías ir a disculparte con tu madre por lo que sea que le dijeras.



—Probablemente —murmuré.



—Pues eso —me dio una palmadita en la espalda—. Después será el turno de Will.

Escuché sus pasos hacia la escalera de incendios y me giré, extra?ado, cuando escuché que se detenía. Para mi sorpresa, parecía algo incómoda.

—Si te sirve de algo... a mí me gusta muy poca gente en el mundo. Realmente poca, créeme, pero... mhm... tú siempre me has parecido un buen chico, Ross.



Estaba tan sorprendido que no fui capaz de responder hasta que ella enarcó una ceja.

—Eh... gracias. Creo.



—Además, tener un mal día no significa que tengas una mala vida. Recuérdalo, ?eh? Que estoy harta de verte así. Tu amargura absorbe mis pocas ganas de vivir.



Vi que bajaba las escaleras de nuevo y volví a girarme hacia el frente, sonriendo un poco.

Sin embargo, la sonrisa no tardó en desaparecer cuando mi móvil empezó a vibrar. Joey otra vez. La ignoré y siguió llamando por casi veinte minutos en los que seguí ignorándola. Seguro que tenía que ir a alguna estúpida fiesta o cena. No iba a hacerlo.

Dios, me dolía mucho la cabeza. Era como si alguien estuviera martilleándola. Y sabía cuál era la solución fácil a ese maldito dolor. Estaba en mi bolsillo, pero estaba intentando no recurrir a eso.

Ya había pasado casi una hora desde que Sue se había ido cuando decidí que era mejor no ir a ver a mi madre en esas condiciones. Estaba de muy mal humor. No era el mejor momento para disculparse con alguien cuando lo único que quería era darle un pu?etazo a alguien.

Bajé las escaleras y abrí la puerta de casa, malhumorado, lanzando las llaves a la barra de la cocina.

No presté mucha atención a los demás mientras me quitaba la chaqueta y la dejaba a un lado.

—?Ross! —escuché que chillaba Naya.



Dios, normalmente no me costaba aguantar la voz aguda de Naya, pero en ese momento era como si me estuviera aporreando los tímpanos. Puse una mueca, molesto.

—?Qué? —pregunté algo más bruscamente de lo que pretendía.

Estaban todos en silencio, mirándome fijamente. Quizá Will les había contado lo que había encontrado entre mis cosas y querían decirme algo al respecto. Pero por ahora no lo estaban haciendo. Solo me miraban fijamente. Odiaba que hicieran eso.

—Eh... —ni siquiera me había dado cuenta de que Lana estaba ahí—. Hemos compr...



—?Qué haces tú aquí?



—Naya me ha invitado —enarcó una ceja—. Por si te había olvidado, ella también vive aquí.



—Hablando de invitaciones... —Naya soltó una risita nerviosa.



Vi que echaba una ojeada al pasillo que tenía detrás e hice un ademán de girarme hacia él, confuso, pero ella volvió a hablar enseguida.

—Em... hay algo que deberías saber.



Genial. Justo lo que necesitaba con el maldito dolor de cabeza que tenía. Me crucé de brazos.

—Más te vale que no sea una de tus tonterías.



Y, por supuesto, a Will no le gustó en absoluto que le hablara así.

—Relájate —me advirtió.



—?Que me...? —estuve a punto de reírme. ?Quién era ahora? ?John Wick?

Sin embargo, no me reí porque la tensión que había en la habitación no era por mí, sino por algo más.

Algo peor, seguro.

Oh, no... ?qué demonios había hecho Naya ahora?

—?Qué? —pregunté—. ?Qué habéis hecho ahora?



Sue sacó el móvil y empezó a prepararse para grabarme. ?Qué diablos?

—Yo no quiero saber nada de esto —murmuró, enfocándome mejor.



—?Qué habéis hecho? —di un paso en su dirección, tneso.



—Tío, relájate —Will se puso de pie para acercarse, pero al final decidió quedarse quieto ahí. Bien hecho.



—No me digas que me relaje y dime ya qué pasa.



—Cuando te relajes...



—?No quiero relajarme! ?Qué pasa?



—Hola.



Me quedé congelado al instante en que escuché esa voz detrás de mí.

No.

No, por favor.

No reaccioné al instante. De hecho, tardé varios segundos en conseguir hacerlo. Se me había tensado cada maldito músculo del cuerpo y era incapaz de moverme.

De hecho, solo me di la vuelta cuando Will se acercó a mí, precavido.

Y ahí estaba ella.

La chica a la que ya no estaba muy seguro de si odiaba, amaba... o ambas.

No sabía ni cómo sentirme. Sus ojos casta?os no parecían tan brillantes como la primera vez que los había visto. No parecía tan inocente. Pero seguía siendo ella.

Ojalá pudiera decir que lo hice sin querer, pero la verdad es que una parte de mí necesitaba volver a repasarla con los ojos. Y eso hice.

?Era cosa mía o era incluso más perfecta que la última vez que la había visto?

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