Tres meses (Meses a tu lado #3)

Dios, ?cuándo había tomado esa mierda por última vez? Todavía iba al instituto. Fue después de la herida de la espalda. Después de haber tenido que dejar el equipo de baloncesto. Había sido insoportable. Casi tanto como lo era ahora.

Vivian me dedicó una peque?a sonrisa cuando abrí la bolsita y derramé parte de su contenido en la mesa que tenía al lado.

—Toma, cari?o.



Agarré la tarjeta que me estaba ofreciendo y dividí la cocaína rápidamente en dos rayas. De repente, necesitaba meterme eso cuando antes. Necesitaba acabar con esta mierda.

Cuando lo hice, casi fue como respirar de nuevo. Vivian me miró cuando me incliné y esnifé la otra raya. Ella estaba sonriendo un poco cuando me acarició la mejilla con el pulgar.

—?Mejor?



Asentí con la cabeza y cerré los ojos. Era como una neblina cubriera mis recuerdos y fuera incapaz de pensar en ellos. Justo lo que necesitaba.

Abrí los ojos cuando noté que Vivian se movía. Se estaba tomando lo poco que quedaba en la bolsa ella misma. La miré sin verla realmente. La cabeza me daba vueltas cuando se pasó el dorso de la mano por debajo de la nariz. Sonrió un poco al verme.

—Sabía que haría que te sintieras mejor.



Era como si me hablara desde otra galaxia. Y no me importaba. Eché la cabeza hacia atrás y miré el techo. Necesitaba olvidarme de todo por un rato. Por corto que fuera. Cerré los ojos y escuché que ella ponía música antes de volver a acurrucarse conmigo.

No sé cuánto tiempo pasó. Sé que ella tenía más bolsas. No sé si tomé más de eso o solo bebí. Solo sé que la botella estaba vacía cuando empecé con la nueva. Apenas sentía mi propio cuerpo y apenas era consciente de lo que pasaba. Solo podía ver a Vivian, escuchar que se reía y me hablaba... no podía entender nada.

Ni siquiera entendí que pasaba cuando vi que se sentaba encima de mí y me sujetaba la cara para besarme en los labios.

No correspondí el beso. O no recuerdo haberlo hecho. Solo pude cerrar los ojos y sentir sus labios sobre los míos.

No era un beso dulce y tierno. No me acariciaba la nuca cuando me besaba. No era Jen.

Casi como si adivinara lo que pensaba, Vivian se separó un poco y se inclinó sobre mi oreja, hablándome en voz baja.

—Yo te quiero de verdad, Ross. No como ella. Nunca te dejaría.



No pude responder. Solo quería dormirme.

Y, en algún punto de ese beso, todo se volvió negro.

***

Ni siquiera supe dónde estaba cuando abrí los ojos. Solo miré a mi alrededor, confuso, y noté que alguien estaba tumbado sobre mí.

La cabeza dolía. Dolía mucho. Un tipo de dolor que sabía que solo podía solucionarse de una forma.

Miré a mi alrededor y vi dos bolsas peque?as vacías. Había otra en la que todavía quedaba un poco de contenido. Dios, lo necesitaba. Ya.

Intenté moverme, pero volví a ser consciente de que alguien estaba sobre mí. Miré abajo y sentí que mi corazón se detenía cuando vi a Vivian. Estaba dormida, abrazada a mí y... solo con unas bragas puestas.

No, no, no...

Me aparté inconscientemente y me caí al suelo. No sé cómo, pero ella se quedó en el sofá, despertándose.

Miré abajo y me di cuenta de que yo no llevaba nada puesto.

No, mierda. No, no, no. No, por favor.

Vivian me sonrió al despertarse del todo, estirándose.

—Buenos días, cari?o.



?Buenos días? ?Era una maldita broma?

Me puse de pie y agarré bruscamente mi ropa, que estaba en un montón junto a la suya. Noté que me miraba mientras empezaba a vestirme bruscamente.

—?Ya te vas? —preguntó, confusa.



—?Que si me voy? No sé ni qué hago aquí —espeté.



Ella enarcó una ceja al escuchar mi tono.

—Creo que está bastante claro, Ross.

—No, no lo está, porque no me acuerdo de nada.



—?No te acuerdas? —sonrió—, pues anoche parecías muy consciente. Y muy contento.

—?Qué pasó? —me acerqué a ella, furioso—. ?Qué hicimos?



—No follamos, si es lo que preguntas —dijo, tan tranquila.



—?Y se puede saber por qué vas así?



—?No te gusta que vaya así?



—No, Vivian, no me gusta. Vístete de una vez.



Lancé su ropa al sofá, enfadado, y ella por fin pareció entender que no estaba bromeando.

—?Estás... enfadado?



—?Estoy furioso! ?Se puede saber qué pasó?



—Y-yo... te...



Con el gesto que me hizo, ya lo tuve claro. Y casi me entraron ganas de vomitar. No por ella, sino por la situación.

No, esto no podía estar pasando. Ahora no era solo una amiga. Era mi empleada, de alguna forma. Y no podía hacer esto con ella.

O quizá mi mal humor se debía a que llevaba demasiadas horas sin consumir nada. Miré la bolsita del suelo y, antes de pensar en lo que hacía, me agaché y me la metí en el bolsillo.

—?Te vas a ir? —preguntó Vivian, completamente desilusionada.



—Sí. Finge que esto no ha pasado.



—P-pero... yo pensé.



—Estaba colocado y borracho, Viv —espeté—. No me importa lo que pensaras. Para mí, es como si no hubiera sucedido.



Finalmente, terminé de vestirme y me marché, dejándola sola.





Capítulo 11


—Levanta, Ross. ?Ahora!

Abrí los ojos torpemente y solté un gru?ido cuando noté que alguien me sacudía el hombro y, automáticamente, me caía al suelo. Tardé unos segundos —incluso al abrir los ojos—, en darme cuenta de dónde estaba. En casa. En el sofá.

Y Will estaba de brazos cruzados, mirándome fijamente.

—?Qué...? —empecé, con la garganta seca.



—?Se puede saber qué co?o te pasa?



Dejé de frotarme la cara al instante, sorprendido.

?Will diciendo palabrotas?

Vale, no sabía qué había hecho, pero definitivamente era algo grave.

—No me mires así —me espetó, y me lanzó algo al pecho.



Lo recogí impulsivamente y no necesité mirar abajo para darme cuenta de qué era. Una de mis bolsitas.

Mierda.

—?Otra vez? —me espetó, y realmente estaba furioso—. ?Cuándo empezaste otra vez, Ross? ?En Francia?



Suspiré y negué con la cabeza. Todavía estaba sentado en el suelo como un idiota. Y me dolía la cabeza.

Bueno, ahora también me dolía el culo por haberme caído al suelo.

—No —murmuré cuando vi que no reaccionaba.

Joana Marcús Sastre's books