—Oh, vamos —se rio—, en las fiestas no se bebe por tener sed. Y es gratis. Aprovéchate, es lo que hago yo.
Ella se acercó a la mesa y llenó uno de los vasos con una gracia sorprendente. La miré mejor. Era una chica preciosa. Rubia, alta, con curvas perfectas y la tez dorada. Casi parecía sacada de una revista de lujo.
Pero... no era Jen.
Por preciosa que fuera... no era Jen. Y no podía verla de esa forma si no era ella.
Me ofreció el vaso con una sonrisa y yo lo miré unos segundos antes de agarrarlo por fin. El primer trago me supo a gloria. El segundo, a calma. El ardor en la garganta casi hizo que me olvidara de mis problemas. Casi.
La chica rubia se quedó a mi lado, mirándome con esa media sonrisa que había mantenido hasta el momento.
—Me llamo Vivian, ?y tú?
—Ross.
—Oh, eres el hijo del pianista, ?eh?
—?Todo el mundo me conoce o qué?
Ella soltó una risita mientras yo daba otro trago al vaso. Ya lo había terminado. Me giré para llenarlo de nuevo mientras ella se apoyaba en la mesa con la cadera.
—Algo así. Tus padres son bastante famosos.
—Como casi todos los de por aquí.
—Mis padres no lo son.
La miré con curiosidad.
—?No?
—No —me aseguró, riendo—. Mi padre trabaja en una oficina y mi madre limpia habitaciones de hotel.
—?Y han podido permitirse... esto? —se?alé a mi alrededor.
Ella sonrió de nuevo, divertida. Era preciosa. Y estaba intentando acercarse a mí. ?Por qué no podía centrarme en eso? ?Por qué era tan consciente de que no era... ella?
—No, claro que no —me dijo—. Conseguí una beca. Soy actriz, ?sabes? Bueno, al menos lo intento. Aquí no solo vienen directores.
—Intentos de directores —corregí.
—Exacto —sonrió.
Le devolví la sonrisa sin saber muy bien por qué lo hacía.
Y a partir de ahí Vivian se convirtió en la única persona con la que hablé... durante meses.
Ni siquiera llamaba a Will, o a mamá, o incluso a mi abuela. A nadie. Solo hablaba con Vivian. Y lo hacía durante horas. Venía a menudo a mi habitación y podíamos hablar una y otra vez de todas las películas que nos gustaban. Y de los actores. Y de todos y cada uno de los aspectos técnicos de cada escena. Le fascinaban las mismas cosas que a mí. Era la primera vez en mi vida que conocía a alguien así.
Durante una semana, incluso llegué a olvidarme algunas veces de Jen.
Vivian, al menos, conseguía hacerme reír. Y me escuchaba. Y se preocupaba por mí. Siempre me preguntaba por qué parecía tan triste y era incapaz de contárselo.
De hecho, no se lo conté hasta la fiesta a la que fuimos una semana después de conocernos. Me esperó en la zona de los sofás cuando me senté a su lado con nuestras dos bebidas. Ella dio un sorbito a la suya, mirando a su alrededor.
Y, no sé por qué, fue en ese momento cuando quise contárselo.
—Viv —murmuré—, hay algo que... mhm...
—?Vas a contármelo por fin? —se entusiasmó, mirándome.
—?Cómo sabes qué es?
—Vamos, Ross. Eres como un alma en pena. Estás como... triste todo el tiempo. ?Vas a contarme por qué?
Suspiré.
—No es una historia bonita.
—?Y qué? Me encantan las historias.
Aparté la mirada y me terminé la copa de un trago. Iba a necesitarlo para hablarle de Jen.
—Estuve con una chica... durante un tiempo.
Ella asintió con la cabeza, escuchándome atentamente.
—Ella... mhm... yo creía que me quería. Yo a ella la quería, ?sabes? Más de lo que he querido a nadie en toda mi vida.
Hice una pausa, tragando saliva. Nunca creí que fuera a ser tan complicado hablar de alguien y, sin embargo, lo era.
—Pero... un día se fue. Sin avisar, sin... sin más. Me dijo que había estado enamorada de su exnovio durante toda nuestra relación. Y... se fue. Me dejó.
No sé qué esperaba, la verdad. Sentía que Vivian podía aportar algo más a esa historia que unas palabras de consuelo inútil, que era lo que había recibido hasta ahora.
Y no me equivoqué. Ella no me puso cara de lástima o me dio una palmadita en la espalda. Solo asintió un poco con la cabeza, como si lo entendiera.
—Ya veo —murmuró.
Enarqué una ceja, intrigado.
—?Eso es todo lo que dirás al respecto?
—No sé. Es que no quiero faltarle al respeto a la chica a la que quieres. Y es lo que me apetece hacer después de esta bonita historia.
Aparté la mirada, pero se la devolví cuando me puso una mano en la rodilla.
—?Sabes cuál es la mejor forma de olvidarte de alguien?
Ver tanto entusiasmo en ella me hizo sonreír un poco.
—?Cuál?
Ella llevó su vaso a mis labios y empecé a reírme cuando me derramó parte de su contenido en la camiseta al intentar ayudarme a beber. Cuando dejó el vaso vacío a un lado, miré mi mancha, divertido. Ella se puso de pie y me sujetó de la mano.
—Venga, vamos a bailar —movió las caderas—, y a olvidarnos de toooodo aquel que no esté aquí esta noche, ?qué te parece?
—Me parece perfecto —le aseguré.
Dejé que tirara de mí hacia la gente que bailaba y sonreí cuando empezó a bailar hasta que me animé y yo también lo hice.
Esa noche me emborraché por primera vez en lo que parecía una eternidad.
Ni siquiera me acordaba del todo de lo que había pasado. Tenía lagunas. Pero recordaba beber con Viv. Y bailar con ella. Y reír. Reír mucho. Y también recordaba haber jugado a algún juego de beber estúpido y a Vivian aplaudiendo cuando me tocó besar a una chica. Ni siquiera recordaba la cara de la chica.
Solo sabía que no era Jen.
Esa chica que se acercaba para besarme... nunca volvería a ser Jen.
Seguí llamándola una y otra vez durante los días siguientes sin obtener ningún resultado. No sabía por qué lo hacía. Sabía que no iba a responderme. Incluso Vivian lo sabía, aunque no me lo decía para no hacerme da?o.