No quería que lo sintiera. Quería que me dijera que era mentira y que volvía conmigo a casa. Y olvidarnos de todo esto. No quería su puta disculpa. La quería a ella, conmigo.
Sentí que se me formaba un nudo en la garganta.
—Pero... no... me dijiste... pensé...
—Nunca te he dicho que te quisiera.
Silencio.
Casi al instante en que lo dijo, su móvil sonó. Yo me había quedado helado en mi lugar.
—Tengo que irme —insistió ella, mirándome—. Yo... lo siento.
No dije nada. No había nada más que decir, ?no?
Ella pasó por mi lado sin siquiera mirarme.
Sentí que, por primera vez en mi vida, había abierto mi corazón a alguien. A ella. Y ella acababa de pisotearlo sin siquiera dudarlo.
Cerré los ojos. No, no iba a llorar. Estaba enfadado, triste y perdido a la vez. Conocía esa sensación. La había vivido mil veces en casa de mis padres. Si no había llorado entonces, no iba a llorar ahora, y menos por alguien que acababa de decirme, mirándome a los ojos, que nunca me había querido... cuando yo había estado enamorado de ella desde el primer día.
No sé qué me impulsó a hacerlo, pero de pronto me di la vuelta y la sujeté de la mu?eca. Jen me miró como si quisiera irse, pero no me importó.
—?Estás enamorada de él? —musité.
Ella asintió con los ojos llenos de lágrimas.
—?Lo has estado todo el tiempo? —pregunté en voz baja, con la voz rota.
Jen cerró los ojos un momento antes de mirarme y volver a asentir.
—Siempre.
Le solté la mu?eca al instante y me di la vuelta.
No quería verla. No ahora. No cuando acababa de... de...
Cerré los ojos cuando escuché que se marchaba por el pasillo y las conversaciones con mi padre vinieron a mi mente. él siempre me había dicho que esto pasaría. Que me dejaría, como todas las otras. Siempre lo había visto. ?Por qué yo no? ?En qué momento me había abierto tanto con ella? ?En qué momento había permitido que se metiera tanto en mi vida como para destrozármela al marcharse?
?En qué maldito momento mi felicidad había dependido tanto de otra persona? ?Cómo co?o lo había permitido?
Miré la puerta y me di cuenta de lo que significaba que Jen se marchara; volver a mi antiguo estilo de vida. Debería alegrarme. Pero no lo hacía.
No quería nada de eso. La quería a ella. Estaba enamorado de ella.
Y ella nunca lo había estado de mí.
Por primera vez en mi vida, mi padre tendría razón al reírse de mí. Me lo merecía. Realmente me lo merecía.
Me encontré a mí mismo recorriendo el pasillo como quien vaga sin rumbo fijo. Bajé las escaleras y vi que Chris me miraba desde el mostrador como si quisiera saber qué decirme para hacerme sentir mejor. No encontraría nada. No había nada.
Will, Sue y Naya me miraron cuando salí con ellos, pero mi mirada fue directamente a Jen, en el coche de su hermana. Ella me la devolvió. Y realmente pareció que sentía tener que irse. Que quería quedarse.
Pero ?cómo podía creérmelo después de todo lo que acababa de decirme?
Ni siquiera sabía por qué seguía queriendo que se quedara. Pero lo necesitaba.
Y ella no lo hizo. No se quedó.
Se giró hacia delante, dijo algo en voz baja y el coche de su hermana empezó a avanzar hasta perderse en la carretera.
Se había ido.
Capítulo 10
Todavía me resultaba difícil asimilarlo.
Realmente se había ido. Jen se había ido.
Ni siquiera le había importado lo que dejaba aquí o lo que podía sentir al respecto. Solo... se había ido.
Ya habían pasado dos semanas y seguía sin responder a mis llamadas o a mis mensajes. Ni siquiera estaba muy seguro de por qué seguía insistiendo. Estaba claro que no iba a responder.
Y tampoco tenía claro que quisiera que me respondiera. Cada vez que la llamaba, mi mayor temor era que respondiera una Jen que no podía reconocer diciéndome que me olvidara de una vez de ella.
Miré mi móvil. Estaba sobre la cama. Seguía sin iluminarse la pantalla por un mensaje suyo.
No lo haría, ?verdad? Por mucho que lo intentara, no lo haría.
Me pasé las manos por la cara. Esto era insoportable. Lo único que quería era una explicación. Un motivo. Algo que no hiciera que me preguntara una y otra vez qué co?o había pasado para que quisiera irse de esa forma con otro.
No levanté la cabeza cuando la puerta de nuestra habitación se abrió. Escuché los pasos de Will acercándose a mí después de cerrarla de nuevo. Se detuvo a mi lado y se sentó en la cama, suspirando.
—Ross...
—Déjame en paz —murmuré, quitándome las manos de la cara—. Ya sé lo que quieres decir.
—Lo dudo. No lo sé ni yo.
Me dedicó media sonrisa, pero la borró en cuanto vio mi expresión.
—?Sigue sin responder?
Esta vez casi me reí yo, pero no me apetecía reír. No me apetecía nada.
—?Tú qué crees? —aparté la mirada—. Esto es una mierda.
—Lo sé.
—No, no lo sabes. Naya nunca se ha ido sin darte explicaciones, sin siquiera decirte qué ha pasado para poder olvidarse de ti tan... tan fácilmente...
Me detuve cuando me di cuenta de que estaba empezando a perder el control de la situación. Respiré hondo y Will me observó sin decir nada.
—Si solo supiera... al menos... —negué con la cabeza, con un nudo en la garganta—. Ni siquiera quiso decirme... ?qué he hecho tan malo como para que alguien como el otro fuera mejor que yo?
—No es cuestión de que el otro fuera mejor —me aseguró Will en voz baja.
—?Y tú qué sabes? Me dijo que había estado enamorada de él todo este tiempo. Todo. Este. Tiempo. ?De verdad he estado tan ciego?