Tres meses (Meses a tu lado #3)



Vale. Tocaba cocinar.

—Ya me lo parecía —concluyó Sue.



La miré, extra?ado por la conversación que estábamos manteniendo.

—?En qué momento has empezado a preocuparte tú por mis problemas de pareja?



—Ah, bueno, me sigue dando bastante igual, la verdad.



—?Y por qué me ayudas?



—Porque Jenna me cae bien.



No sé si estuve más sorprendido porque alguien le cayera bien u ofendido por lo que implicaba eso.

—Espera —fruncí el ce?o—, ?y yo no?



—No.



Y siguió comiendo, tan tranquila.

Bueno, en esa casa nunca faltaría sinceridad, eso seguro.

No tardé en volver a la habitación, y la verdad es que estaba nervioso. últimamente me ponía nervioso constantemente por Jen. En cuanto abrí, supe que seguía enfadada. Tampoco me sorprendió mucho.

—?Estás enfadada conmigo? —pregunté de todas formas.



No respondió, claro.

—?Quieres que vaya a dormir al sofá?



—Haz lo que quieras —murmuró.



—Lo que quiero es dormir contigo.



Suspiré y fui a cambiarme de ropa. Dudé un instante antes de meterme en la cama a su lado. Seguía dándome la espalda. Y nunca había tenido tantas ganas de pegarla a mí. Intenté contenerme, pero al final no pude resistirme y traté de acariciarle el brazo. Apenas la había rozado cuando se apartó de mí como si quemara.

—Vamos —murmuré—, no me hagas esto. Quiero abrazarte.



No podía soportar irme a dormir sin que hubiéramos arreglado eso. Me pasé una mano por el pelo, frustrado. Tenía que hacer algo.

Lo único que se me ocurrió fue tirar de su brazo para acercarla. La dejé boca arriba y me coloqué parcialmente encima de ella, apoyado en un codo. Jen me miró un momento antes de bajar los ojos a sus manos.

—No quiero que estés enfadada conmigo.



Intenté acariciarle la mandíbula. Quería besarla. ?Por qué tenía tantas ganas de besarla cuando se enfadaba conmigo?

Traté de resistirme porque sabía que me llevaría una bofetada si me lanzaba a besarla ahora mismo, pero no podía evitarlo. Me incliné hacia delante. Jen no me miró, pero su cuerpo siempre respondía automáticamente por ella. Vi que se le entreabrían los labios.

—?Puedo besarte? —pregunté aunque ya sabía la respuesta.



Lo intenté igual, pero justo cuando iba a besarla ella se giró un poco y mis labios chocaron con la comisura de los suyos. Apoyé la frente en su mejilla, intentando no maldecir con todas mis fuerzas.

—Joder, Jen...



Ella me apartó por los hombros y me dejé caer en el colchón.

—Si te sientes incómodo durmiendo así, puedo ir yo al sofá —me dijo.



Yo nunca me sentiría incómodo con ella durmiendo ahí, pero no parecía entenderlo.

—No me siento incómodo. Yo sí quiero dormir contigo. Pero no así.



Jen dudó durante unas milésimas de segundos, pero enseguida volvió a darme la espalda.

—Pues ya sabes lo que tienes que hacer.



Ella apagó la luz. No me quedó más remedio que rendirme y dormir sin abrazarla.

***

Ya estaba despierto cuando Jen se estiró al otro lado de la cama, pero fingí que no me daba cuenta. Ella se puso la ropa de deporte y se marchó sin hacer un solo ruido. En cuanto escuché la puerta principal cerrándose, empecé la operación reconciliación forzosa.

Me puse de pie y fui directo a la habitación de Will. él estaba roncando contra su almohada cuando me agaché a su lado y le pinché la mejilla con un dedo.

—Will —susurré.



Roncó con más fuerza.

Volví a pincharle la mejilla.

—Wiiiiiiill.



Ni caso.

—Willy Willy... Willy Wonka... venga, despierta, necesito ayuda.



Seguía sin despertarse. Pues nada. Tocaba olvidarse de ser suave.

—?WILL!



él dio un respingo, asustado, y casi se chocó con la cabeza contra el cabecero de su cama. Se giró hacia mí con los ojos muy abiertos y una mano en el corazón.

—Pero ?a ti qué te pasa?



—Buenos días —sonreí como un angelito.



—??Buenos días?! ?Cómo se te ocurre despertarme así?



—Es que no tengo mucho tiempo y no me hacías caso. Oye, necesito que me hagas un favor.



—?Ahora? ?Qué...?



—?Cómo se hacen las tortitas?



Will todavía parecía medio dormido. Arrugó la nariz, confuso.

—?Tortitas?



—Sí, tortitas. ?Cómo demonios se hacen?



—?Para qué quieres saber eso?



—Jen me dijo que cuando era peque?a su padre les hacía tortitas a ella y a sus quinientos hermanos y le encantaban. Estoy intentando ser un buen novio. ?Cómo se hacen?

—?Y yo qué sé? Huevos, harina... todo eso, supongo. Búscalo por Internet.

—Vaya amigo estás hecho...



—?Tú acabas de despertarme con un grito!



—Y ha sido para nada, porque me has servido de muy poco, ?mal amigo!



Ignoré su expresión de indignación y fui a la cocina buscando la estúpida receta con el móvil. En cuanto me puse a cocinar, supe que eso no iba a terminar bien.

Especialmente por el delantal de florecillas, que era el único que había encontrado por ahí.

Para empezar, no sabía dónde estaba nada. Menos mal que Sue y Mike babeaban desde la barra y Sue iba indicándome dónde estaba cada cosa. Ni siquiera sabía que tuviéramos sartenes, la verdad. Nunca entraba en la cocina. Qué desastre.

En cuanto empecé a remover esa masa rara, una nube de harina me dio en la cara y me puse a toser. Sue, Mike y Will —ya se había despertado— soltaron risitas divertidas. No sonrieron tanto cuando amenacé con tirárselo todo a la cabeza.

Al menos, la parte de la sartén se me dio un poco mejor. Se trataba de que nada se quemara, ?no? ?Y por qué demonios se me rompían las malditas tortitas todo el rato? Solté una maldición y seguí intentándolo. Ya llevaba unas cuantas más o menos aceptables cuando Mike volvió a suspirar sonoramente.

—?Falta mucho? Tengo hambre.



—Cállate —espeté.



—Yo también tengo hambre —a?adió Sue.



—Tú también cállate.

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