Rodeé a Jen con los brazos como un crío. Ella negó con la cabeza y siguió comiendo, ignorando nuestra discusión.
—Y una mierda —solté.
Cuando Jen no miró, Mike fingió que tenía unas tetas delante y que metía la cara entre ellas. Apreté los labios. Realmente sabía como irritarme.
—Si somos casi iguales, Jenna —canturreó—, ?qué más te da un hermano que otro?
Sus días en esta casa se acortaban a cada palabrita que salía de su boca.
—Mike, honestamente —lo miré—, aprecias un poco tu vida, ?verdad?
Porque empezaba a peligrar.
—Chicos —Will nos dedicó una mirada algo severa—. Jenna es una persona, no una consola. Calmaos.
—Gracias —le dijo ella.
Vale, igual me estaba pasando. Quité los brazos de su alrededor, malhumorado, pero Jen me sonrió y apoyó ese culo tan perfecto en mi regazo, dándome un beso en la comisura de los labios antes de seguir comiendo.
Miré a Mike con una sonrisita de triunfo. él se cruzó de brazos.
—Y repito —masculló—, solo era un abrazo inocente.
—Si tenías la cara entre sus tetas —Sue negó con la cabeza, riendo.
—Bueno, es que tiene las tetas muy...
Ya no pude evitarlo, lo siento. Tuve que lanzarle la tostada a la cara.
Al menos, conseguí que se callara por un rato.
***
—últimamente compras muchas pizzas barbacoa, ?no?
Miré al chico que estaba tras el mostrador de la pizzería. Debía tener quince a?os —ni siquiera estaba seguro de que fuera legal trabajar a esa edad—. Tenía la cara alargada y llena de granos. Y una mueca de aburrimiento y asco.
Me encantaba que la gente estuviera siempre tan alegre a mi alrededor.
—?Es que llevas el recuento? —enarqué una ceja.
—No, pero me acuerdo de las caras de los que vienen a menudo —murmuró, dándome el cambio.
—Es que a mi novia le gusta esa pizza —me encogí de hombros.
—Yo la odio.
—Y yo.
Pero a Jen le encantaba. No había quien la entendiera.
Después de esa magnífica conversación con el chico de los granos, fui directo al piso. Sue y Will parecieron encantados cuando dejé las pizzas sobre la mesita de café. Sue ni siquiera preguntó antes de robar un trozo y empezar a zampar.
—?Jen se está duchando? —pregunté, cogiendo un trozo.
Me detuve, confuso, cuando Will pareció incómodo. Más confuso estuve todavía cuando Sue soltó una risa ahogada.
—Creo que está enrollándose con el parásito arriba.
La miré durante unos segundos en los que dejé de estar confuso para estar molesto.
—No tiene gracia —espeté.
—Ross... eh... —Will pareció incómodo de nuevo—. Es verdad que está arriba con Mike. Le ha dicho que quería hablar con él a solas.
Mi cerebro tardó en procesar esa información, y no me gustó la conclusión a la que llegó. No me gustó en absoluto. Me puse de pie y fui a las escaleras de incendios. Una parte de mí no quería subirlas.
Pero Jen nunca me haría lo que estaba pensando. Nunca. Confiaba en ella. En quien no confiaba era en el idiota. Ya había visto demasiadas veces eso de hacerse la víctima con mis parejas para terminar haciendo de todo a mis espaldas. Jen era demasiado buena para verlo, pero yo lo conocía. Y por mucho que quería confiar ciegamente en ella, tenía un malestar en el cuerpo que no podría quitarme hasta que la viera.
En cuanto llegué al final de las escaleras, me quedé helado.
Estaban los dos ahí de pie, sosteniéndose una mano. Jen estaba inclinada hacia él y, por el peor segundo de mi vida, pensé que se estaban besando. Se me detuvo el corazón.
Pero no, solo estaban hablando. Sentí que volvía a respirar, pero no me había calmado del todo cuando encontré mis cuerdas vocales.
—?Qué hacéis?
Jen soltó la mano de Mike como si la hubiera quemado y me miró con la boca entreabierta.
—Solo charlábamos —dijo ella enseguida.
Me centré en Mike. Casi me esperaba una sonrisa engreída. Me habría preocupado menos que esa expresión tensa.
?Qué había hecho?
No quería enfadarme antes de tiempo, pero... ?qué demonios había hecho?
—?Charlar? —repetí—. ?De qué?
Ellos intercambiaron una mirada casi de complicidad. Apreté los dientes.
—Hermanito —Mike se giró hacia mí—, no es...
Creo que fue esa primera palabra la que más me cabreó.
—No me llames hermanito —espeté bruscamente—. Y no estaba hablando contigo.
Y Mike se calló. Eso sí que era anormal.
Una parte de mí sabía que no habían hecho nada malo, pero estaban nerviosos, por lo que solo me quedaba preguntarme de qué demonios estaban hablando antes de que llegara.
—Jack —Jen dio unos cuantos pasos hacia mí—, no es lo que parece.
—?Y qué es?
Me arrepentí al instante del tono que había usado para dirigirme a ella. Se detuvo de golpe, casi asustada. Maldije para mis adentros.
—Estábamos hablando, ya te lo he dicho.
Al menos, volvió a acercarse a mí. Esta vez no dije nada y ella me tomó la mano. Como siempre que lo hacía, se me pasó casi todo el enfado, pero seguía sin entender por qué tenía que hablar con Mike ahí arriba conociéndolo.
—Solo quería preguntarle algo a tu hermano —me dijo en voz baja.
?Y por qué a él?
—?Y por qué no podías preguntármelo a mí? —mascullé, enfurru?ado.
Jen lo pensó un momento antes de mirar a Mike. él captó lo que intentaba decirle y se marchó sin decir nada más. Lo seguí con la mirada. Jen suspiró en cuanto desapareció y volví a centrarme en ella.
—No me gusta que estés a solas con él —mascullé con toda mi sinceridad.
—Mike no es tan mal chico —me dijo casi como una reprimenda.
En ese momento, me daba igual. Solo podía recordar a las otras dos chicas. Y cómo habían dicho exactamente lo mismo antes de terminar con él.
No podría soportar eso con Jen. Ni siquiera era capaz de imaginarlo.
—No con él —le dije en voz baja—. No con él, por favor.