—Pues a mí me encanta.
—Viva la humildad.
Sonreí y eché una ojeada a mi alrededor, pero volví a centrarme en cuanto él me clavó un codazo en las costillas. Mi sonrisa se congeló cuando vi a Jen bajando las escaleras de su edificio con una mueca de disgusto.
Parece que algún profesor debe morir.
Me acerqué automáticamente a ella y la envolví con los brazos.
—?Quieres que vayamos a amenazar al profesor?
Ella sonrió, sacudiendo la cabeza.
—No hace falta.
Y, de pronto, su sonrisa se amplió, borrando cualquier signo de amargura de antes.
—Era broma —me gui?ó un ojo—. Me ha ido genial.
—?Eh?
—Era broma —repitió—, pero has pasado la prueba de consolador.
Creo que se dio cuenta de su error casi al instante, porque vi que su cara se volvía completamente roja. Tanto Will como yo empezamos a reírnos a la vez.
—?Consolador? —repetí, divertido.
—?No... no quería decir eso!
—Yo creo que querías decir exactamente eso —le aseguró Will, riendo a carcajadas.
—?Que no!
—Oye, yo no tengo ningún problema en ser tu consolador personal —le aseguré—. Siempre y cuando no uses otros, ?eh? Mi única condición es ser exclusivo.
—Oh, cállate.
No pude seguir con las bromas durante mucho tiempo, porque ella se irritó, y con razón. Jen se bajó del coche antes de que entráramos al garaje para comprar no sé qué y, en cuanto estuvimos solos, Will sonrió maliciosamente.
—Bueno, por fin puedo decirlo.
Fruncí el ce?o, confuso.
—?Eh?
—Ya me has oído.
—Sí, pero no te he entendido.
—Por fin puedo decir... que te veo comprometido con algo.
?En serio? Ya era la segunda persona que me lo decía. Puse mala cara cuando sonrió aún más.
—Yo soy una persona muy comprometida con la vida —protesté.
—Mira, seré sincero...
—No sé si prefiero que mientas.
—...cuando lo vuestro empezó a ser... oficial, por así decirlo... —suspiró—, la verdad es que me daba algo de miedo por los dos. Especialmente por ti porque, bueno, no es que seas muy experto en relaciones.
—?He tenido dos novias!
No dijo nada, pero lo entendí todo por su expresión. Puse los ojos en blanco mientras salía del coche.
—Jen es diferente.
—No. Tú eres diferente con ella.
—?Y eso es bueno o malo?
Will cerró el coche y se quedó quieto unos segundos, pensativo.
—Se te ve mejor desde que estáis juntos —concluyó—. Diría que bueno.
—Se me ve mejor porque cada noche echamos unos buenos polv...
—Vale, estamos entrando en esa delicada franja de información innecesaria.
Sonreí ampliamente y lo seguí hasta la entrada del edificio.
—Nunca te he preguntado cómo funcionáis tú y Naya en la cama —comenté, divertido—. Seguro que folláis lento y aburrido.
—Estoy odiando cada segundo de esta conversación.
—Lento y aburrido... y romántico. Ugh.
—?Qué tiene de malo lo romántico? —protestó él, pulsando el botón del ascensor.
—No hace falta ser lento y aburrido para que sea romántico. Es mucho más divertido cuando es rápido, duro y guarro.
—...
—Y luego le das tu toque romántico, pero sin quitar lo divertido.
—Vale, Ross, cállate.
Empecé a reírme. ?Por qué a nadie le gustaba hablar de sexo? Jen también enrojecía cuando lo intentaba. ?Y era mi tema de conversación favorito!
Lo estaba pensando cuando noté que Will se tensaba a mi lado. Le eché una ojeada, confuso.
—?Qué? —pregunté con media sonrisa.
—Mierda —masculló él.
Parpadeé, sorprendido, cuando me sujetó del hombro bruscamente y me giró hacia la entrada del edificio. Estaba tan confuso que no lo miré demasiado.
—?Se puede saber qué te pas...?
Me corté a mí mismo cuando me di cuenta de lo que me estaba ense?ando.
A Jen. Y a un chico corpulento que la sujetaba con fuerza del brazo, inclinándose amenazadoramente sobre ella mientras la empujaba hacia el coche que tenía ahí aparcado.
Ni siquiera necesité más para saber quién era ese gilipollas. Noté que se me tensaba el cuerpo entero cuando me zafé del agarre de Will y empecé a avanzar hacia la puerta.
Parecía que hacía una eternidad que no me había peleado con nadie, y te aseguro que disfrutaría cada segundo en que pudiera desahogarme con la cara de ese imbécil.
Creo que tenía el cuerpo tan tenso que ni siquiera fui consciente de que había salido del edificio hasta que me encontré a mí mismo sujetándole la camiseta con un pu?o y estampándolo contra la puerta del coche que había abierto para Jen. Probablemente me hubiera reído en otra ocasión de su expresión de terror, pero no en esa. Estaba furioso. Verdaderamente furioso.
—?Qué...? —empezó a balbucear como un idiota, haciendo el intento más patético que había visto en mi vida de zafarse de mí—. Suéltame ahora mismo o...
Cerré los ojos un momento. Necesitaba acabar ya con eso, pero no me atrevía a hacerlo con Jen horrorizada detrás de mí. No sé de dónde saqué el autocontrol suficiente como para no darle un pu?etazo al imbécil de su ex en ese momento.
—Llévatela de aquí —le dije a Will en voz baja.
Escuché que le decía algo, pero solo podía estar pendiente de los pasos alejándose. Y no se alejaban. Maldita sea.
—Will —repetí.
Por fin escuché que se metían en el edificio. Esperé unos segundos en los que el imbécil solo me miró con expresión de enfado.
No te preocupes, ahora te daré un verdadero motivo para enfadarte.
Me giré y miré por encima del hombro. No había nadie. Will se la había llevado. Solté todo el aire de mis pulmones. Ya me sentía realizado y ni siquiera lo había tocado.
Oh, esto iba a ser divertido. Muy divertido.
—?Suéltame ahora mismo! —me gritó, devolviéndome a la realidad.