Tres meses (Meses a tu lado #3)



—Dentro de dos días hará un mes que estoy aquí.



Respiré hondo para no enfadarme. ?En serio había dejado que el imbécil se metiera en su cabeza?

—?Y qué quieres decir con eso?



—Quizá... quizá tu padre no estuviera tan equivocado.



Y empezó a poner excusas, y yo no pude escucharla porque estaba empezando a hartarme de esa noche. ?Por qué tenía que decírmelo ahora? ?No podía esperar un día, al menos?

Además, ?por qué insistía tanto en irse a su residencia? Apreté los labios, molesto.

—?Por qué quieres irte? —pregunté directamente.



Ella suspiró.

—No es que quiera irme.



—Pues eso me parece a mí. Cada vez que menciono el tema de la casa, dices que quieres irte.



Jen me dedicó una mirada de soslayo.

—Estás enfadado por lo de antes y lo estás pa...



—Sí, estoy enfadado por lo de antes. Joder, menuda noche.



Me puse de pie. Necesitaba estar solo. Urgentemente.

—?Dónde vas? —escuché que murmuraba mientras yo recogía la chaqueta.



No respondí. No quería enfadarme con ella. Bueno, no quería enfadarme, en general. Pero entre todos lo estaban consiguiendo.

—?Ross! —insistió.



Vale, se acabó.

—?Voy a tomar el maldito aire al balcón! —me giré hacia ella—. Y a fumar. Y a estar solo. Y si tan mal estás aquí, conmigo, entonces... haz lo que quieras. Estoy harto de decirte que quiero que te quedes. Y me da igual tu dinero, joder. Ya no sé cómo decírtelo. ?De verdad te crees que quiero que te quedes para ganar dinero?



—No, yo no...



—No quiero tu dinero. Te quiero a ti viviendo aquí conmigo. Y con Will. Y con Sue. Y sé que tú también quieres vivir aquí, pero intentas convencerte a ti misma de lo contrario.



Porque lo había visto. A ella le gustaba vivir aquí. Le gustaba mirar películas conmigo, bromear con Will y que cenáramos todos juntos.

?Si incluso se llevaba bien con la loca de Sue! ?Cuánta gente podía decir eso?

—Yo no intento convencerme de nada —masculló.



Intenté no suspirar con todas mis fuerzas, pero no lo conseguí.

—?Cuántas veces tengo que decirte lo mal que mientes para que dejes de hacerlo?



—?No estoy mintiendo!

—Entonces, ?qué demonios quieres? —solté la chaqueta, frustrado—. ?Quieres quedarte? ?Quieres irte? ?Qué quieres? Porque intento entenderte, pero me lo pones muy difícil.



La miré fijamente, pero ella no dijo nada en lo que pareció una eternidad.

—No lo sé —murmuró finalmente.

Me pasé las manos por la cara, irritado.

—?Por qué sigues escuchando a gente como mi padre en lugar de escucharme a mí? No me importa lo que diga. Y a ti tampoco debería importarte.



Esto no estaría pasando si no hubiera sido tan idiota como para llevarla a esa maldita casa. ?Cómo había estado tan ciego?

—Pero... —ella me miró de reojo— me importa.



—Pues no debería.



Intenté calmarme durante unos segundos, respirando hondo.

—Todo lo que dice y todo lo que hace... —negué con la cabeza— siempre lo hace para joder a los demás. Por eso quería que fueras a mi casa un día en que él no estuviera. Sabía que lo jodería todo. Como siempre.



Miré los estúpidos trofeos de mi estantería y apreté los labios. Tenía que deshacerme de esa mierda.

—No hables así... —Jen apretó un poco los labios.



?Cómo podía encontrar algo defendible incluso en mi padre? ?Cómo podía ser tan buena incluso con alguien que la había tratado de esa forma?

—Tú no lo conoces, Jen.



—Quizá no, pero es tu padre.



Estuve a punto de reírme, pero me limité a sonreír sin ganas.

—No ha sido mi padre en mucho tiempo.



Cuando vi que no tenía nada más que decir, me giré hacia el balcón. Casi al instante escuché que se removía en la cama.

—Ross, no puedes irte cada vez que tengamos un problema.



Creo que lo que más me irritó de eso fue que tenía razón.

—Claro que puedo —mascullé.



—Ross...



Volví a recoger la chaqueta y me la puse. Necesitaba salir de ahí.

—Ross, venga ya...



No. Me aseguré de que tenía el tabaco en el bolsillo y me acerqué al balcón, malhumorado. Sin embargo, apenas había tocado la puerta cuando escuché una palabra que, sinceramente, no me esperaba que ella usara.

—?Jack!



Me detuve, sorprendido, y me giré hacia ella. Parecía algo sorprendida, también.

?Por qué me había llamado por mi nombre? Lo odiaba. Se lo había dicho. Solo lo utilizaba mi padre. Y siempre en tono despectivo. Y, también siempre, conseguía ponerme de muy mal humor cada vez que lo pronunciaba con ese tono despectivo.

Y, sin embargo, no me sentí de mal humor cuando Jen me llamó así. Ni siquiera estaba irritado. Solo... no sabía cómo reaccionar. Solo podía mirarla fijamente.

—No quiero irme —dijo en voz baja—. Me lo paso bien aquí contigo y con los demás... pero sigo sintiendo que te debo algo.



Quizá no había usado las palabras que yo habría querido oír, porque lo que yo quería oír era un quiero quedarme contigo.

Pero eso no pasaría nunca. Tenía que ser realista.

—No me debes nada —repetí, cansado.



Ella frunció el ce?o de repente.

—?Por qué haces esto por mí?



—?Qué?



—?Por qué lo haces? No lo entiendo.



Y yo tampoco, Jen.

O quizá lo entendía demasiado bien.

—Porque... quiero hacerlo —murmuré.



Dios, solo quería irme a dormir de una vez.

—?De verdad quieres seguir discutiendo esto?



—No.



—Bien. Porque yo he tenido bastantes discusiones por un día.



—Pues vuelve a la cama.



Música para mis oídos.

Me libré de la chaqueta, aliviado, y me metí en la cama de nuevo. Estaba exhausto. Y, aunque me hubiera gustado atraerla para dormir pegados el uno al otro, me dio la sensación de que esa noche no iba a ser posible.

—Buenas noches, Jen.



—Buenas noches, Jack.





Capítulo 7

Joana Marcús Sastre's books