Tres meses (Meses a tu lado #3)

Mi primer instinto fue un no rotundo, pero también había confiado en las otras dos en su momento. Especialmente en la primera. Y recordaba perfectamente cómo habíamos terminado.

Intenté no pensar en ello. No éramos nada. Ni siquiera habíamos llegado a hablar de lo que había pasado entre nosotros. Ella tenía novio. Y yo seguía sin ser el tipo de persona capaz de comprometerse con una relación sin desconfiar de ella.

Y aunque la tuviera... ?y si mi padre tenía razón y el problema era yo y no esas chicas?

No quería pensar en eso, pero no podía evitarlo.

Saqué mi pijama y me cambié rápidamente. En cuanto me estuve cambiando de pantalones, escuché que ella se removía. Mierda, ahora no. No quería hablar con nadie. Me sentía horrible. Solo quería meterme en la cama.

—?Ross?



Cerré los ojos un momento antes de mirarla. Estaba medio dormida y despeinada, frotándose los ojos. Lo más tierno que había visto en mi vida.

—?Te he despertado? —intenté sonar lo más natural posible—. Lo siento, he intentado no hacer ruido.



Ella me observó por unos segundos.

—?Dónde estabas?



Oh, no, Jen. Por favor, no.

—Mira a quién le ha nacido la curiosidad —forcé una sonrisa—. Asuntos familiares.



Tan jodidos como de costumbre.

Sentí que una incomodidad algo desconocida se instalaba en mi estómago cuando siguió mirándome fijamente.

—?Está todo bien?



No sé si me gustaba que fuera capaz de saber cuando algo no iba bien en mi vida. Preferí no pensar en ello. No quería más preocupaciones. No esa noche.

—?Cuándo no lo ha estado? —murmuré—. Duérmete, anda.



Me dio la sensación de que ella quería decirme algo más, pero aparté la mirada cuando sus ojos empezaron a cerrarse. Estuve unos segundos mirando el cabecero de la cama con los labios apretados antes de meterme a su lado, dándole la espalda. Suspiré pesadamente y me quedé mirando la cómoda. No podía dormirme.

Y, justo cuando casi se me había olvidado que estaba ahí, noté una mano peque?a entre mis omóplatos. La cicatriz me lanzó un peque?o latigazo de dolor, como si pudiera sentir las yemas de sus dedos incluso por encima de la camiseta.

—Sea lo que sea, seguro que se arreglará —escuché que murmuraba.



Me quedé muy quieto cuando noté que me acariciaba la espalda con la punta de los dedos. Especialmente al notar que se acercaba a mí, apoyando la frente en mi espalda. No me di la vuelta, pero sentí que la tensión de mis hombros se relajaba.

Y, al cabo de un rato, conseguí quedarme dormido.

***

Las buenas noticias eran que mi madre y Jen se llevaban de maravilla.

Las malas noticias era que se llevaban de maravilla... a costa de reírse de mí.

Pero bueno, tampoco podía quejarme. Era la primera vez en mi vida que presentaba una chica a mi madre. Y había sido por mi maldito cumplea?os.

Qué bien hubiera ido todo... de no ser porque el idiota de su novio había estado llamándola toda la noche.

En cuanto vi su cara en la pantalla, fue como una bofetada de realidad. Me había dado cuenta de que cuando Jen se ponía cari?osa conmigo, tenía una estúpida tendencia a olvidarme de que no éramos nada. Absolutamente nada.

Y eso me jodía. Oh, me jodía mucho.

Había estado de muy mal humor durante toda la ma?ana del día siguiente, pero por la tarde había dejado de estarlo para pasar a estar solo frustrado. ?Qué derecho tenía yo a enfadarme con Jen? Ella había sido honesta conmigo. Quería a alguien con quien pasarlo bien, no a otra pareja. Ella ya tenía pareja. Y no era yo. Nunca sería yo.

Tenía que pedirle perdón. No se merecía estar incómoda por mi culpa.

Acababa de llegar de clases y estaba sentado en el sofá, suspirando y pensando en eso. Naya y Will se morreaban en el otro sofá, ajenos a mi presencia.

?Por qué no podía yo hacer eso con Jen?

Los miré con envidia poco sana durante unos segundos, hasta que mi móvil empezó a sonar. Mi madre. La que faltaba.

—?Qué? —pregunté.



Ella se quedó en silencio un momento.

—Hola a ti también, hijo mío —ironizó.



—?Qué? —repetí.



—Soy tu madre, así que háblame bien —exigió esa vez.



Suspiré pesadamente.

—Lo siento —accedí—. Hola, mamá. ?Necesitas algo?



—Gracias, Jackie. Verás, hay lasa?a para cenar, pero como estoy sola he pensado que igual querrías venir.



Bueno, la lasa?a nunca había sido algo a lo que pudiera decir que no.

—Suena bien.

—Pero ven con tus amigos —a?adió rápidamente.



—?Con mis amigos? —entrecerré los ojos.



—?Por qué no invitas a Jennifer? —preguntó alegremente.



Puse los ojos en blanco. La parejita había dejado de besarse para mirarme con curiosidad.

—No creo que sea un buen momento —murmuré.



—?Por qué? ?Os habéis peleado?



—Algo así. No creo que deba hablarle ahora de...



—Escúchame bien —el tono firme de mi madre hizo que me callara al instante, sorprendido—. Me gustó esa chica para ti. Me gustó muchísimo. Y está claro que ella siente algo por ti. Solo necesité ver la forma con la que te miraba. Por no hablar de la forma en que la miras tú, que no sabes disimular. Así que déjate de tonterías y haz las paces con ella.



Me quedé callado, perplejo.

—?Os espero en una hora! —a?adió alegremente antes de colgar.



Mantuve el móvil en mi oreja por unos segundos como un idiota antes de mirar a Will y Naya.

—?Queréis comer lasa?a en casa de mi madre? —pregunté.



—?Lasa?a! —Naya se puso de pie de un salto—. ?Voy a ponerme algo decente!



Will suspiró.

—Creo que puedes ir a buscar a Jenna, va a tardar un rato —me aseguró antes de seguirla.

Me quedé en silencio unos segundos en el salón sin saber qué hacer hasta que volví a mirar mi móvil. Hora de llamar a cierta se?orita de culo perfecto.

—?Ross? —murmuró nada más descolgar.



—?Tienes algo que hacer esta noche?



?Tenía que ir a ver al amigo ese con el que había cenado alguna vez? Porque lo detestaba y ni siquiera sabía quién era.

—Eh... no.



Sonreí ampliamente.

—?Por qué? —a?adió.

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