Necesitaba una ducha fría. O unas cuantas.
Nos reunimos con los demás sin que yo pudiera volver a mirarla. Era incapaz de hacerlo y centrarme. Ya estábamos en el coche y escuchaba a los demás hablando atrás mientras yo repiqueteaba los dedos en el volante. Quería volver a sentir su piel, no ese maldito volante. Solo a ella. Joder, ?qué me estaba pasando?
La miré de reojo y me sorprendió pillarla observándome. Le sostuve la mirada y me sorprendió todavía más ver que no la apartaba. De hecho, bajó la mirada a mis labios y vi que la respiración se le agolpaba en la garganta. Todas las sensaciones de antes volvieron, aumentando mis ganas de mandar a los demás a la mierda a irme con ella al piso. Solos. Y terminar lo que habíamos empezado. Joder, estaba harto de tanta tensión sin resolver.
Pero no podía hacerlo. Frustrado, encendí la radio de un golpe y me centré en la jodida carretera.
Intenté volver a pillar su mirada en el ascensor y supe que ella la había notado, pero no se giró. Tragó saliva y recordé cómo había echado la cabeza hacia atrás para facilitarme el acceso a su cuello. Cerré los ojos, frustrado. Iba a volverme loco.
No me giré en absoluto cuando empezamos a cambiarnos dándonos la espalda el uno al otro, pero era demasiado consciente de su presencia. Me puse mi pijama, intentando mantener tantas capas de ropas entre nosotros como fuera posible, y ella desapareció en el cuarto de ba?o. Yo aproveché para pasarme las manos por la cara, tumbado en la cama. Respiré hondo y solté una palabrota en voz baja.
Iba a explotar en algún momento, estaba seguro. Nunca me había sentido tan atraído por nadie. No sabía cómo manejarlo. ?Se suponía que ahora tenía que fingir que no había pasado? ?O intentar llegar al final?
Cuando vi que aparecía por el pasillo y se detenía en la puerta para mirarme, tuve que preguntarlo.
—Oye, si quieres que vaya a dormir al sofá...
—?Qué? No —me pareció que iba a acercarse, pero se detuvo a sí misma—. No, Ross... es tu cama.
Mi cama era una mierda sin ella.
—No quiero que te sientas incómoda.
—No me siento incómoda.
Se le encendieron las mejillas cuando volvió a mirarme.
—?Tú te sientes...?
—En absoluto —casi me reí.
Lo mío no era incomodidad. Era algo mucho peor.
Ella me miró un momento y luego se acercó a la cama. Vi que se quitaba las lentillas, como siempre, y se metía bajo las sábanas. Me tumbé mirando el techo y Jen hizo lo mismo. Podía escuchar su respiración. Podía notar su maldito cuerpo irradiando calor. ?Me estaba volviendo loco? Porque eso no era normal.
Y, entonces, escuché los estúpidos ruidos de Naya y Will haciéndolo.
Idiotas.
?Yo también quería hacerlo!
Me pasé las manos por la cara, frustrado.
—?Ross?
Me detuve en seco cuando escuché su voz. Me giré hacia ella y me sorprendió verla mirándome tímidamente. Oh, oh. ?Iba a mandarme al sofá? No podría culparla si lo hacía. Me lo merecía por no saber controlarme a mí mismo.
—?Sí?
Dudó un momento.
—Lo que ha pasado antes...
Mierda.
—?Sí...?
—?Te acuerdas de lo que te conté sobre mi relación?
Joder si me acordaba. Lo tenía grabado a fuego.
Espera.
Espeeeera...
?Estaba...? ?Estaba insinuando...?
No, imposible. Demasiado bonito para ser cierto.
Pero, ?y si...?
Me tensé por completo solo por la anticipación.
Dilo, por favor.
—Sí.
Ella tragó saliva. Yo la miraba fijamente, esperando que dijera las palabritas mágicas.
—Que no pasa nada si tenemos a alguien con quien... bueno...
Dilo, dilo.
—...con quien hacer... cosas...
—Sí.
Dilo, vamos, Jen.
—Bueno... respecto a lo de antes...
A la mierda. Ya lo digo yo.
—Sí —la corté.
Me giré hasta quedar encima de ella, que contuvo la respiración. Me aceptó enseguida cuando me incliné hacia delante y la besé algo más bruscamente de lo que había pretendido en un principio. Pero es que llevaba demasiado tiempo esperándolo. Me pegué completamente a su cuerpo y noté que su piel ardía. Seguro que no más que la mía.
Casi sonreí cuando sentí que agarraba mi camiseta y tiraba hacia arriba. Eso estaba pasando realmente, ?no? Porque si era un sue?o esperaba, al menos, seguir dormido hasta que mis fantasías perversas se cumplieran.
Me daba igual si era un sue?o o no. Solo podía centrarme en ella. La miré mientras la ayudaba a quitarme la camiseta. Le brillaban los ojos. Nunca la había visto así. Y pensar que esa mirada era solo para mí, hizo la situación todavía mejor. Me pasó una mano por el pecho con suavidad y me sentí que se me aceleraba el pulso. Entonces, me miró otra vez y se arqueó para quitarse la sudadera que le había dejado.
Sabía que la incomodaría, pero me quedé mirándola sin poder evitarlo. Era jodidamente perfecta. No podía creerme que no lo supiera. Era imposible.
Bueno, siempre podía demostrárselo.
Me volví a inclinar hacia delante y le besé los lunares peque?os que le había visto debajo de la oreja, pasándole las manos por las costillas. Por un momento, me acordé de lo que me había contado en el coche y casi esperé que se retorciera por las cosquillas. Y se retorció, pero no se empezó a reír. Y no intentó apartarme en absoluto. De hecho, sentí su mano apretándose en mi espalda para atraerme más cerca. Subí las manos y ella soltó una bocanada de aire cuando la miré y bajé los besos hacia la piel que había dejado descubierta.
No podía dejar de besarla y tocarla. Solo quería acabar con eso. Sentía que iba a explotar, pero a la vez solo quería alargarlo para que no terminara.
—Ross... espera.
Levanté la cabeza al instante, asustado. Dime que no la había espantado ahora, por favor. Ahora no. Una ducha fría ya no iba a ser suficiente. Tendría que irme al maldito Polo Norte para calmarme.
—?Qué? —noté la urgencia en mi propia voz.
—No... no tengo...