Suspiré, intentando buscar las palabras adecuadas.
—Me refiero a que no me puse celoso. Claro que me importó. Mike es mi hermano. y no es la primera vez que hace algo parecido. Pero Lana... no sentí que hubiera perdido nada que quisiera recuperar.
Vi que se quedaba pensativa y bajaba los ojos a mis manos. No me había dado cuenta de que le había rodeado las rodillas. Por un momento, creí que me apartaría, pero solo esbozó media sonrisa.
—Si le dijeras eso, quizá su ego bajaría un poco.
Si le dijera a Jen la verdad, quizá el suyo subiría.
—No escuches a Lana —murmuré.
—Ella sigue sintiendo algo por ti —insistió.
Esbocé una sonrisa irónica.
—Lana nunca ha sentido nada por mí. Solo está acostumbrada a que todo el mundo haga lo que ella quiere.
Al menos, había dejado de llorar. Suspiré, aliviado.
—Y a ti no te gusta mucho eso de obedecer órdenes.
Si me las dieras tú, las aceptaría todas.
—Pues no —dije, sin embargo—. Como habrás comprobado.
Me miró un momento con su peque?a sonrisa y mis ojos bajaron irremediablemente a sus labios. Si ya de por sí eran apetecibles, cuando se los pintaba eran todavía mejores. Tragué saliva y volví a mirarla a los ojos.
—?Y se puede llegar a ser tan mezquina solo por eso? ?Por conseguir lo que quiere?
—Ella es así.
—?Y cómo pudiste salir con alguien así?
Buena pregunta.
—No lo sé. Pero me prometí a mí mismo que no volvería a cometer ese mismo error.
Ella asintió con la cabeza, mirándome fijamente. Yo tragué saliva y no pude aguantarlo más. Y menos si me seguía mirando así.
—Pero esa no es la única razón por la que está tan enfadada contigo, Jen.
Parpadeó, sorprendida. Me cosquillearon los labios cuando entreabrió los suyos, sin saber qué decir. Joder, solo quería besarla.
—?Y cuál es la otra? ?Le he roto un jarrón y no me he enterado? No sería la primera vez.
Sonreí, divertido.
—No que yo sepa.
—?Entonces?
Esa mirada inocente, esos labios pintados, mis manos en sus rodillas... era demasiado. Tenía que apartarme. Ya. Cerré los ojos un momento y fue justo cuando ella puso una mano encima de las mías.
Y ya no pude más. Tenía que decírselo. Aunque lo arruinara todo. Me daba igual. Tenía que decirlo o iba a explotar.
Ella era todo lo que no había sido y había querido ser Lana. Y Lana se había dado cuenta, claro. Por eso la trataba tan mal, porque lo nuestro siempre había sido algo parecido a la amistad, pero yo sabía que jamás podría tener solo una amistad con Jen. Jamás. No podría simplemente mirarla y sentir cari?o amistoso.
Y no pude seguir ocultándolo.
—No le gusta que otra persona se le haya adelantado —le dije en voz baja.
Ella abrió los ojos un poco más y volvió a separar los labios. Se me secó la boca en cuanto clavé los ojos en ellos, pero fue todavía peor cuando vi que ella hacía lo mismo, mirando los míos. Volvió a subir la mirada a mis ojos al instante y, por un momento, solo nos miramos el uno al otro. Y, por primera vez en mi vida, sentí que el mundo dejaba de existir a mi alrededor. Solo existía ella. Y mis ganas de besarla.
Me incliné hacia delante y se me detuvo la respiración cuando ella me respondió a medio camino. Pegué mis labios a los suyos y, justo en ese momento, ya supe que, para mi suerte o desgracia, no querría volver a besar a nadie más después de eso.
Cerré los ojos cuando noté que me ponía una mano tímidamente en la nuca y me incliné hacia delante, apretando los dedos en sus rodillas. Tuve que contenerme con todas mis fuerzas cuando las separó un poco para que pudiera pegarme por completo a su cuerpo.
Podía sentir su vestido debajo de mi camiseta. Y su corazón palpitando a toda velocidad. El mío también se aceleró cuando agarró mi pelo con más fuerza, arqueando la espalda e inclinándose hacia atrás. Le puse una mano en la espalda y soltó una bocanada de aire contra mis labios que fue mucho más intensa que lo que había sentido acostándome con cualquier persona en mi vida.
Abandoné su boca y le besé la mandíbula. Justo la zona donde podía sentir que su pulso palpitaba a toda velocidad. Casi gru?í de placer cuando ella echó la cabeza hacia atrás para facilitarme el acceso. No podía creerme que me estuviera correspondiendo. Era demasiado bonito para ser cierto. Era demasiado perfecto.
Y entonces no pude más y moví la mano que tenía en su rodilla. Le ardía la piel cuando subí lentamente por el interior del muslo aunque la velocidad que deseaba era una mucho más rápida. Jen apretó los dedos en mi espalda y hundió la cabeza en mi hombro mientras yo besaba su mandíbula.
Tuvo que ser ese el maldito momento que eligieron dos idiotas para abrir la puerta de la terraza.
?Alguna vez había odiado tanto a alguien? Yo creo que no.
Me aparté impulsivamente y ella se quedó petrificada cuando la pareja nos miró fijamente. Ellos intercambiaron una mirada divertida y se marcharon. Habían interrumpido para volver a irse entre risitas, los muy idiotas.
Vi que Jen se colocaba torpemente la falda, roja y con la respiración acelerada. Estaba evitando mi mirada, y podía entender el por qué. Yo sí que estaba acelerado. Joder. Era lo más intenso que había sentido en mi vida. Y solo la había besado. Todavía podía sentir su piel suave bajo mis dedos. Miré sus rodillas y cerré los ojos, intentando centrarme.
Mierda. ?Qué había hecho? ?O qué haría ella? Porque yo tenía muy claro lo que quería hacer, pero estaba claro que ella no. Oh, no. ?Y si quería irse? Me pasé una mano por el pelo, frustrado, antes de incorporarme. Ella seguía sentada en su lugar, abochornada.
—?P-podemos irnos? —preguntó torpemente.
—Vamos —mascullé.