Tres meses (Meses a tu lado #3)

—Mira a quién he encontrado. ?De qué habláis?

Lana me sonrió.

—Le decía a Jenna lo bien que le queda el vestido.

Joder si le quedaba bien. Cada vez que había estado con ella no había sido capaz de apartar la mirada.

—No me cansaré de decirlo.

Sonreí a Jen, pero me detuve en seco cuando vi que parecía estar a punto de llorar. Se me paró el corazón cuando se separó bruscamente de mí. ?Qué...?

—Tengo que irme —murmuró sin mirarme—. Pero no te preocupes, llamaré a un taxi.

Miré a Lana, que se encogió de hombros. Apreté los labios y le aseguré con la mirada que ya hablaría con ella. Pero ahora no era, ni de lejos, mi principal preocupación.

Me apresuré a seguir a Jen. La conseguí alcanzar en el pasillo. Iba en dirección contraria a la salida, mirando a su alrededor. Intenté adelantarla apresuradamente, pero no se detuvo y tuve que andar de espaldas para poder mirarla a la cara.

—?Qué haces? —pregunté.

Por favor, que no estuviera enfadada conmigo.

—Irme —no me miró—. No sé ni qué hago aquí.

—Pero... —?por qué estaba tan jodidamente nervioso?—, ?no te lo estabas pasando bien con Naya? Detente un momento.

Para mi sorpresa, lo hizo y le puse las manos en los hombros. La piel tibia y suave hizo que me despistara por un momento en que ella me miró por fin. Me entraron ganas de ir a por Lana cuando vi que parecía realmente dolida. ?Qué demonios le había hecho?

—Te he visto antes —murmuré—, y parecía... parecía que te lo pasabas bien.

—Me lo estaba pasando bien. Con ella. Con Naya.

Maldita Lana.

—?Qué te ha dicho?

Se hizo la inocente. ?Por qué no podía, simplemente, decírmelo?

—?Naya?

—No. Lana.

Pareció ponerse nerviosa y apreté más los labios.

—No sé a qué te...

—Sabes perfectamente a lo que me refiero.

Ella pareció intentar pensar algo, pero terminó apartándose de mí y eso me molestó más que el resto de la semana sin hablarme. Y todo por culpa de Lana. Joder.

La volví a seguir y vi que se detenía, frustrada.

—?Por dónde demonios se sale de esto?

Gracias, Dios mío, por las fraternidades gigantes.

—Dudo que encuentres la salida sin mi ayuda.

Se giró hacia mí, irritada.

—?Cómo se sale?

—?Qué te ha dicho?

No me iba a ir hasta poder negar lo que fuera que le había dicho.

Volvió a soltar un suspiro de frustración y yo, por mi parte, volví a seguirla. Por algún motivo, se metió en una de las terrazas vacías y soltó un ruidito de exasperación que me hizo sonreír un poco pese a la situación.

Se dejó caer en una de las tumbonas y yo cerré la puerta, acercándome a ella. No supe muy bien qué hacer, así que me quedé de pie justo delante, mirándola.

—No quiero sabotear lo vuestro —murmuró finalmente.

Casi me entraron ganas de zarandearla para que se diera cuenta de la tontería que acababa de soltar.

—No hay nada nuestro.

—?Y ella lo sabe? —masculló.

Suspiré pesadamente, pasándome una mano por el pelo.

—?Qué te ha dicho?

De repente, me miró y su mirada dolida me hizo sentir tan mal que me sorprendió incluso a mí mismo.

—?Por qué me habéis ofrecido venir si sabíais cómo era? ?Es que os divierte o algo así?

Oh, no, eso no. Por favor, que no se enfadara conmigo. No sabía cómo gestionar esa mierda.

Por impulso, me agaché y le puse las manos en las rodillas. Estaba tan tenso que ni siquiera me di cuenta de que ella no se apartó en absoluto.

—?Qué? No, claro que no.

Joder, si solo la había mirado a ella en toda la noche. ?Cómo demonios no podía verlo?

—?No sabías cómo era una chica que conoces desde el instituto y con la que saliste?

Estaba a punto de preguntarme cómo sabía que había estado conmigo cuando, de pronto, empezó a llorar.

Delante de mí.

Mierda.

Nunca había tenido que consolar a nadie. ?Mierda! Entreabrí los labios, perdido, y vi que ella agachaba la cabeza. ?Mieeerda! ?Por qué solo me salía intentar abrazarla? ?Obviamente, iba a apartarme!

—Pensé que... —intenté buscar cualquier excusa— no lo sé. Que podíais llevaros bien. Que había cambiado. Lo parecía.

Sí que lo parecía. Maldita sea. Maldita Lana. Esta no era la noche que quería con Jen.

—?Crees que quiere llevarse bien conmigo? —preguntó, negando con la cabeza—. Ross, siente que le he quitado su vida. Y yo también. Soy su sustituta barata.

Maldito Will. Siempre teniendo razón en todo.

—No eres la sustituta de nadie —solo me faltaba ponerme una mano en el corazón para jurárselo.

—Claro que lo soy. La echabais de menos, por eso me aceptasteis tan rápido.

La tentación de besarla para probar lo contrario era grande, pero me contuve.

—?Eso te ha dicho?

—No necesito que nadie me lo diga para verlo. No soy idiota.

No, eres perfecta. Ojalá lo vieras.

—Sé perfectamente que no lo eres.

—Entonces, ?es eso? ?La echabas de menos?

Me miró, expectante, y vi que lo preguntaba completamente en serio. ?Cómo podía tener dudas? No había mirado a nadie en mi vida como la miraba a ella. ?Cómo podía no darse cuenta?

—No —le aseguré.

Y, para mi sorpresa, sacudió la cabeza.

—No es cierto.

—No te estoy mintiendo.

—Ross...

—No te estoy mintiendo —fruncí el ce?o—. ?Crees que podría echar de menos a alguien se se acostó con mi hermano para llamar mi atención?

Pareció quedarse sin ideas por un momento, así que decidí seguir.

—No hace falta que disimules, me imaginaba que ya lo sabrías. Todo el mundo que nos conoce lo sabe. No me gusta Lana. Nunca me ha gustado. En el instituto era una buena chica y podía llegar a pasarlo bien con ella, pero... salir con ella ha sido uno de mis mayores errores. Lo hice porque sí. Ni siquiera me importó cuando me enteré de lo de Mike.

Y lo decía muy en serio. Aunque ella parecía demasiado sorprendida para creerlo.

—?Cómo no te va a importar? —preguntó—. Son tu hermano y tu ex.

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