Tres meses (Meses a tu lado #3)

Pero eso ya lo dejaríamos para otro día.






Capítulo 5


Jen había estado evitándome otra vez durante todo el día y mi frustración empezaba a ser notable. MUY notable.

Estaba en medio de una guerra fría con la chica que me gust... que me interesaba, y ni siquiera sabía por qué.

Mascullé una maldición cuando vi que solo me quedaban dos cigarrillos y Will, desde el sofá, soltó una risita bastante impropia en él. Lo fulminé con la mirada al instante.

—?Qué? —pregunté directamente.

—Nada.

—Si no es nada, no te rías como un idiota.

—Oye, no pagues conmigo tus frustraciones sexuales con compa?eras de piso que pasan de ti.

Volví a meterme el tabaco en el bolsillo, me giré en dirección a donde aparecería Jen en cualquier momento y solté otra maldición. él soltó también otra risita, claro.

—?Qué? —pregunté, esta vez de muy mal humor.

—Solo me pareces gracioso.

—Pues tú a mí me pareces un capullo.

—?Quieres hablar del motivo de tu tensión?

Metí las llaves del coche en mi bolsillo de un golpe, irritado.

—No estoy tenso.

—Vale, eso díselo a tus pobres llaves.

Escuché que Sue les gritaba a Jen y Naya que se dieran prisa y suspiré. Will se puso de pie para acercarse a mí.

—?Y bien? —preguntó.

—?Sabes qué demonios le pasa? —le pregunté en voz baja, se?alando el pasillo con la cabeza.

Will se estiró y lo pensó un momento. Me dio la sensación de que no iba a decírmelo pese a saberlo, como siempre que quería que llegara yo solito a una conclusión. Era insoportablemente listo.

Además, ?cómo demonios lo sabía? ?Es que todo el mundo lo sabía menos yo, joder? ?Tan ciego estaba?

—Tú sabes qué le pasa —concluyó.

—Si lo supiera, te aseguro que no habría estado prácticamente sin hablar con ella una semana.

—Eres tan ciego para algunas cosas, Ross...

Vale, pues debía ser eso: estaba ciego.

—Pues por eso necesito un poco de ayuda, imbécil.

—?Llamas imbécil al amigo que quiere ayudarte?

—Mira, déjalo.

Me di la vuelta, todavía más irritado, pero me detuve cuando escuché que me llamaba. Esbocé media sonrisita antes de volver a adoptar mi expresión seria y mirarlo. El truco de dar la discusión por finalizada nunca fallaba con Will. Siempre terminaba contándome todo lo que quería saber.

—?Y bien? —pregunté, impaciente.



—?Me estás diciendo en serio que no lo sabes?



—??Quieres decírmelo ya?!



—Está celosa.

Parpadeé, considerándolo por un momento. Por un momento, me vino a la mente que seguía teniendo muchos números de chicas guardados en el móvil. ?Quizá los había visto? No, era imposible.

Por cierto, igual debería empezar a borrarlos. Aunque ese no era el momento de pensar en eso.

—?Jen? —Will asintió con la cabeza, dejándome más confuso todavía—. ?De quién?

—De Sue —puso los ojos en blanco—. ?Tú qué crees?

—No hay nadie que... —me detuve en seco—. Dime que no es por Lana.

—Pues claro que es por ella.

Oh, venga ya.

—?Y se puede saber qué le hace pensar que Lana me interesa en lo más mínimo?

—No creo que sea eso, Ross. Ya conoces a Lana. Es una experta en hacer que los demás se sientan fatal sin dejar de sonreír en el proceso.

—No le ha dicho nada a Jen. Si lo hubiera hecho, no la invitaría. En absoluto.

—Quizá no lo ha hecho delante de ti.

—?Y cuándo han estado a solas?



—No lo sé. Pero está claro que algo va mal desde que Lana volvió, ?no crees?



Pero, ?en serio se creía que Lana podía hacer que me olvidara de ella en lo más mínimo? No la había visto en un a?o y ni siquiera me acordaba de su existencia. En cambio, no había hablado con Jen en una semana y ya sentía que iba a matar a alguien en cualquier momento. Preferiblemente a Mike.

Suspiré y me acomodé en el respaldo del sofá, pensativo. Will también se recostó, pero solo me miraba con expresión divertida. Intenté ignorarlo con todas mis fuerzas, pero dejé de hacerlo cuando clavó la mirada en el pasillo, por encima de mi cabeza.

—Lista —escuché que decía Jen alegremente.

Bueno, al menos, un poco de alegría en su voz. Ahora solo faltara que yo fuera el motivo. Pero la cosa estaba complicada.

—Ya era hora —le dijo Sue.

Cuando escuché sus pasos por el salón, me pasé una mano por la cara y traté de aparentar tanta naturalidad como pude. No sabía cómo acercarme a ella cuando estaba enfadada conmigo.

—?Para qué meterle prisa? —pregunté a Sue sin mirarla—. Si Naya va a hacer que nos esperemos media hora más.

—Porque cuando Naya ve que la esperamos, se da más prisa —me dijo Will, poniéndose de pie—. Qué guapa vas, Jenna.

Yo hice un ademán de ponerme también de pie, pero me quedé clavado en el sitio cuando la vi de pie junto a Will.

Mis ojos se clavaron directa e irremediablemente en el vestido que llevaba puesto. Uno negro, peque?o y ajustado. Jen. Con ropa ajustada.

Mierda.

Se me secó la boca. Y ella dijo algo, pero yo no sabía ni qué decía ni en qué planeta estaba. Supliqué en mis adentros que no hablara conmigo, porque no iba a enterarme de nada.

Estaba tan embobado mirando la curva de su culo perfecto que apenas fui consciente de que Sue me hacía un gesto. Volví a la realidad cuando vi que Jen también me miraba, confusa.

Vale, hora que concentrarme otra vez en el mundo que me rodeaba.

Aparté la mirada de ella y fui directo al ascensor escuchando que me seguían.

—Vamos a emborracharnos —escuché que decía Jen.

—A que todo el mundo se emborrache menos yo, que tengo que conducir —aclaré, intentando recuperar la compostura.

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