Tres meses (Meses a tu lado #3)

—Vale, a la mierda —masculló—. Vamos a por un...

Se detuvo cuando levanté el condón que había estado sujetando con la mano libre y me puso mala cara.

—?Cómo sabías que iba a aceptar, pervertido?



—Porque soy un pervertido muy persuasivo.



—Ya lo creo.



Rompí el envoltorio y me lo coloqué tan rápido como pude. Ella clavó los dedos en mi nuca para atraerme de nuevo en un beso tan intenso que casi hizo que perdiera el equilibrio. Le sujeté el muslo con una mano y la atraje, dejándola justo donde quer...

Me detuve en seco cuando escuché tres golpes furiosos en la puerta.

Oh, oh.

Jen también se quedó petrificada. Nos miramos el uno al otro sin movernos en absoluto. Ella abrió la boca para decir algo, pero justo en ese momento escuché la voz de Sue justo al otro lado de la puerta.

—Maldita sea, Will —espetó—. ?Desde cuando echáis polvos en el cuarto de ba?o? Mejor me aguanto las ganas de hacer pis.



Y escuché sus pasos alejándose hasta que se encerró en su habitación.

Jen esbozó una peque?a sonrisa divertida y yo empecé a reírme entre dientes.

—Mejor dejamos el polvo en el cuarto de ba?o para otro día —murmuré.



—Sí, mejor.



La sujeté con un brazo y ella me rodeó la cintura con las piernas. Recorrí el pasillo sin soltarla y, en cuanto nos encerramos de nuevo en la habitación, nos dejé caer en la cama de nuevo.





Capítulo 6


No me sorprendió que Jen no estuviera cuando abrí los ojos. Siempre salía a dar brincos por las ma?anas, cosa que no terminaba de entender. Con lo cómodo que era quedarse en la cama...

Me froté los ojos y estuve a punto de salir de la habitación directamente, pero me detuve justo a tiempo para recoger unos pantalones de algodón y ponérmelos. Hubiera sido gracioso salir sin nada puesto. Sonreí ampliamente y crucé el pasillo. Will, Sue y Naya ya merodeaban por la cocina.

—Buenos días —los saludé alegremente.



Los tres se quedaron mirándome fijamente, confusos.

—?Por qué estás de tan buen humor por la ma?ana? —preguntó Naya, entrecerrando los ojos.



—?Por qué no? Hoy hace un día precioso y soleado. Incluso Sue me parece preciosa.



Ella me puso una mueca, pero dejó de hacerlo cuando le sujeté la cara y le di un beso sonoro en la mejilla. Se apartó de un salto, asqueada y frotándose la mejilla, mientras yo me reía a carcajadas.

—?Qué asco! ?Como vuelvas a hacer eso, te clavo la cuchara en un ojo!

La ignoré completamente y rodeé la barra para sentarme en uno de los taburetes. Sue comentó algo sobre no tener un desayuno decente y tanto ella como Naya se pusieron a rebuscar en los armarios. Las observé distraídamente hasta que noté que Will se detenía a mi lado, mirándome fijamente. Dejé de sonreír.

—?Qué? —pregunté, confuso.



—Nada.

—?Nada?

—Solo te analizo.



—?Y qué analizas, exactamente?



No respondió por unos instantes. Entonces, se cruzó de brazos.

—Supongo que no sabrás por qué Sue me ha gritado que no vuelva a echar un polvo en el cuarto de ba?o en medio de la noche, ?no?



Me llevé una mano al corazón al instante.

—?Yo? ?Qué? ?De qué me estás hablando?



—Creo que lo sabes muy bien.



—No tengo ni la más remota idea, querido Will. Pero hacer eso en un piso compartido es una verdadera falta de respeto. Debería darte vergüenza.

él abrió la boca para decir algo, pero se calló cuando vio que Naya cruzaba el pasillo, enfadada. Sue sonreía malévolamente.

—?Qué le has dicho ahora? —le preguntó Will, frunciendo el ce?o, antes de seguirla.



Sue y yo nos quedamos en silencio unos segundos en la cocina. Ella estaba de brazos cruzados. Al parecer, no había encontrado nada para desayunar.

—?Te puedes creer que echaron un polvo en el cuarto de ba?o? —me preguntó, irritada—. Voy a tener que desinfectarlo durante una hora.

—Qué poco respeto. Me parece indignante.



—?Lo sé! —espetó, echando una ojeada frustrada al pasillo.



Justo mientras bostezaba ruidosamente, escuché la puerta abrirse. Miré a Jen al instante, que se había acercado con unas bolsas de comida. Pero no me centré en eso, sino en las mallas y el sujetador deportivo y ajustadito. Mhm...

?Por qué había tardado tanto en pedirle que viniera a vivir conmigo?

***

—Jackie, te he dicho esa —mamá me miró con confusión—. ?Por qué estás tan distraído hoy? ?Qué te pasa?



Dejé la caja donde la había encontrado y fui a por la otra. ?Cómo podía pesar tanto un maldito cuadro? Resoplé y lo dejé en la sala principal mientras ella me seguía.

—Nada —respondí—. ?No eres rica? ?Por qué no contratas a alguien para que haga estas cosas por ti?



—Porque así puedo verte un rato.



—Pues qué ilusión lo de transportar cajas. ?Qué plan divertido y emocionante tenemos ma?ana? ?Organizar una mudanza?



—No me cambies de tema. Te he preguntado algo. Si tienes un problema, puedes hablarlo conmigo. Lo sabes, ?no?



—No es nada —repetí.



—?Ha pasado algo con Will?



—?Por qué no dejamos de fingir que por primera vez en tu vida te interesa en lo más mínimo lo que me pase, mamá?



Dejé la caja en el suelo y me sacudí el polvo de las manos. Al levantar la mirada, vi que ella se había quedado mirándome con expresión dolida. Cerré un momento los ojos, frustrado conmigo mismo.

—Lo siento, no quería decir eso.



—No pasa nada, sé que no querías decirlo.



Pero me estaba mirando fijamente, esperando que siguiera. Solté un suspiro y me coloqué el cuello de la camiseta, nervioso.

—Es que... mhm... hay una chica que...



—Espera, ?una chica? —se quedó pasmada al instante—. ?Una novia?



Ojalá.

Espera, ?de dónde demonios había salido eso?

—No —murmuré.



Ella me detuvo por el brazo cuando hice un ademán de entrar otra vez en el almacén.

—?Qué? —la miré.



Joana Marcús Sastre's books