Tres meses (Meses a tu lado #3)



—En realidad, no. Mire, si mi madre hiciera sesenta a?os y no fuera a su fiesta se pondría muy, muy triste, y no puedo dejar que eso le pase a usted.



—Qué pelota es —Will empezó a reírse.



Le sonreí antes de mirar a Jen, que parecía mucho más confusa que antes.

—?Qué dices? —me preguntó en voz baja.



Pero tenía que centrarme en su madre.

—Si lo que estás insinuando —me dijo ella— es que quieres pagárselo tú... no creo que podamos aceptarlo sin más, cielo. Ya has hecho mucho por Jenny. Aunque es verdad que no querría pasar mi cumplea?os sin ella.

—No, claro.



—Mira... —suspiró—, no quiero que te sientas presionado a nada. Ni siquiera sé la relación que tienes con Jenny, y mira que ella es complicada... pero si de verdad no te importa hacerlo... te devolveremos el dinero. Tienes mi palabra.



—Sí, no se preocupe —sonreí—. Ya me lo devolverá cuando pueda. No hay prisa.



Ni siquiera quería que me lo devolviera, la verdad.

—?Oh, eres un cielo! —exclamó la se?ora Ross efusivamente—. Que sepas que Jenny nos habla mucho de ti. Yo creo que le gustas más que ese exnovio loco que tenía, aunque tampoco es que sea muy difícil. ?A mí también me gustas mucho más tú y ni siquiera te conozco! Por cierto, a ver cuándo nos conocemos. ?Te recibiremos con los brazos abiertos y mucha comida casera! Bueno, no quiero robarte más tiempo. ?Que sepas que ha sido un placer hablar contigo!



—El placer es mío —le aseguré, riendo—. ?Quiere hablar con su hija?



—Sí, claro.



Sonreí y le ofrecí el móvil a Jen.

—Es tu madre.



Ella me quitó el móvil al cabo de unos segundos, todavía un poco confusa. Mantuvo una corta conversación con su madre antes de colgar y girarse hacia mí con lo que habría sido el ejemplo perfecto de cara de asesina.

—Bueno —Naya se puso de pie—. Creo que es nuestro momento de ir a tu habitación, amor.



Y, claro, en cuanto nos dejaron solos empezó la pelea por el dinero. Suspiré y dejé que ella discutiera prácticamente sola. No me gustaba discutir con Jen, y menos por dinero. El noventa por ciento de las peleas que había tenido que soportar en casa de mis padres habían sido por dinero. Siempre todo se reducía al maldito dinero.

Quizá me habría puesto de mal humor con otra persona, pero no podía hacerlo con ella, y menos cuando se le pasó el enfado, se lanzó sobre mí y me abrazó como un koala. Bueno, había sido una discusión corta.

Esperemos que la reconciliación no sea tan corta.

—Y no es por presumir —le dije—, pero creo que ya le caigo mejor a tu madre que tú.



Ella empezó a reírse y se separó un poco para mirarme. Fijamente. Demasiado fijamente, quizá. Dejé el plato que le había robado hacía un rato en la mesa de café y la miré con curiosidad.

—?Qué? —sonreí un poco.

Ella apartó la mirada enseguida y sus mejillas se ti?eron de rojo. No supe muy bien cómo tomármelo.

—?Tienes sue?o? —preguntó de repente.



Me quedé mirándola antes de empezar a reír, confuso.

—?Qué tienes en esa cabecilla maligna?



—Nada —dijo demasiado rápido como para que la creyera.



Me echó una miradita de reojo que conocía muy bien. Muy, muy bien. Empecé a entusiasmarme incluso antes de que dijera nada.

—?Estás muy cansado? —preguntó.



—Para ti, no.



Y nunca había dicho algo con tanta sinceridad.

Ella sonrió ampliamente y se acercó a mí. Le sujeté la nuca instintivamente cuando inclinó hacia mí para besarme, pero ese beso no llegó. Abrí los ojos, confuso, y vi que estaba mirando fijamente el pasillo.

A Sue, más concretamente, que cerró los ojos al instante.

—Oh, no. Más parejas no, por favor.



?Acababa de interrumpir nuestro beso y todavía se quejaba! La miré con cara de fastidio.

—?Qué quieres, Sue?



—Iba a limpiar esto, pero no puedo hacerlo si estáis ahí besuqueándoos.



Bueno, eso tenía una fácil solución.

Miré a Jen. Ella me miró. Y en menos de un minuto estuvimos encerrados en nuestra habitación.

***

Vale, igual me arrepentía un poco de haberle prestado el dinero. ?En serio no podría verla en dos días y medio? ?Eso era una eternidad!

Puse una mueca disimuladamente mientras la acompa?ábamos por el aeropuerto. Jen casi parecía molesta al vernos a todos con caras de amargura. Especialmente a Naya, que era una dramática y tenía un paquete de pa?uelos preparados.

—Solo son dos días —le dijo Jen.



—?Dos días y medio! —protestó.



Bueno, por primera vez, estaba de acuerdo con ella. Yo también quería montar un poco de drama.

Pero a la vez no me importaba que se fuera porque parecía realmente ilusionada. Se me hizo extra?o pensar que alguien pudiera estar ilusionado con la idea de volver a ver a su familia. En mi caso, era lo opuesto. Me emocionaba más cuando pasaba mucho tiempo sin verla.

—Pásatelo bien —Will le dio una palmadita en la espalda a Jen, que le sonrió.



Mientras Sue hacía lo que podía por no ser una antipática por una vez en su vida, yo suspiré e intenté aparentar normalidad. No quería que se sintiera mal por irse. Y menos por irse solo dos días y medio.

Cuando Jen se detuvo delante de mí, tuve que contenerme para no besarla antes de que se fuera. Y no lo hice. Me porté bien. Ella solo me miró unos segundos antes de acercarse y abrazarme por la cintura.

Bueno, tendría que conformarme.

Quizá la abracé unos segundos más de los necesarios antes de que ella se separara con la cabeza agachada.

—Nos vemos en dos días, chicos.



—Dos días y medio —le recordó Naya, se?alándola.



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