Después de todo, ?realmente quería ir a esa escuela? Si decía que no, no tenía ningún sentido contárselo a Jen.
—No hay nada —mentí, y me desprecié a mí mismo por hacerlo. No me gustaba mentir a Jen.
—Sí, hay algo —insistió—. Estás tan... irritado. Te enfadas por cualquier cosa.
—Igual es que los demás os habéis aliado para sacar los pocos temas que me enfadan y...
—No —ella negó con la cabeza, muy segura—. Hay algo más.
?En qué momento había empezado a conocerme tan bien?
—No hay nada —repetí.
—No me mientas, Jack.
Y no quería mentirle, pero... una parte de mí no podía contárselo.
—No quiero seguir con esta conversación.
Ella se acercó a mí, enfadada.
—?Por qué me dejas siempre con la conversación a medias?
—?Por qué no puedes respetar que no quiera decirte algo?
—?Por qué demonios no puedes decírmelo?
Porque la conocía. Y me diría que me fuera. Y, si no me iba, se sentiría horrible, como si fuera culpa suya. Solo quería ahorrarle todo eso.
Y en cuanto a lo de mi padre... bueno, eso no iba a contárselo nunca. No era de esa clase de cosas que quisieras ir contando por ahí.
—?Porque no estoy preparado para hacerlo! ?Tanto te cuesta entenderlo? Intento decirte todo, pero necesito mi tiempo.
—?Tiempo para qué?
Suspiré pesadamente.
—Déjalo.
—?He hecho algo?
La pregunta y el tono que usó para hacerla me pillaron por sorpresa. Me giré hacia ella y vi que tenía una mueca triste. Casi me golpeé a mí mismo por idiota.
—?Qué? —negué con la cabeza enseguida—. No, Jen.
—Sí. Es algo conmigo. Siempre te enfadas hablando conmigo.
—No es verdad.
Sí lo era, pero era por mi culpa, no por la suya.
—Sí lo es. Cada vez que te enfadas, te marchas o empiezas a intentar cambiar de tema. Pero solo te enfadas cuando estás hablando conmigo.
No sabía qué decirle. Solo se me ocurrió una tontería.
—Lo siento —murmuré.
—No lo sientas. Solo dime qué estoy haciendo mal.
—No es por ti... solo...
Me pasé una mano por la cara, frustrado. ?Por qué teníamos que seguir con esa conversación?
—Vamos a cenar, por favor —le supliqué con la mirada.
Le ofrecí una mano, pero ya sabía que no la aceptaría incluso antes de hacerlo.
—No vas a decírmelo, ?verdad? —murmuró.
No pude responder. Sabía que no le gustaría nada que pudiera decirle a partir de eso.
—Bien —concluyó—. Como quieras.
—Jen...
—Déjalo.
Pasó por mi lado y fue a las escaleras. Cuando me di la vuelta, incluso con la situación de mierda en la que me había metido yo solito... no pude evitar mirarle el culo.
Pervertido de corazón y no de ocasión.
Cuando cruzamos el salón, fue más que obvio que habíamos discutido. Jen ni siquiera se detuvo, pero noté que los demás nos miraban en silencio. Me metí en la habitación con ella y cerré a mi espalda, pero no me atreví a acercarme demasiado.
La miré mientras ella recogía su pijama, repartido por toda la habitación. La noche anterior se lo había quitado y tirado por todas partes. Creo que incluso voló mi despertador.
Fue una buena noche.
—No quiero que te sientas mal por esto —le dije.
—Si no quieres que me sienta mal, dímelo.
En parte, tenía razón. Yo siempre le exigía que me lo dijera todo. Incluso sin darme cuenta de que lo hacía. No podía evitarlo. Y cuando ella quería saber algo de mí, me cerraba completamente.
Pero... seguía sin querer hablar de ello. Al menos, hasta que hubiera tomado una decisión.
—Jen...
Ella se giró hacia mí y me callé. Nunca la había visto tan enfadada conmigo. Intenté dar un paso hacia ella, pero me detuve en cuanto habló.
—Si no te importa —se?aló la puerta—, quiero cambiarme de ropa.
—Vamos, no seas así.
—Y no tengo hambre. Puedes regalarle mi parte a quien quieras. O tirarla a la basura. No creo que me digas lo que harás con ella.
Oh, venga ya.
—?No puedes olvidarte del tema?
Claro que no podía. Qué pregunta más tonta.
—?Puedes dejarme sola?
No me quedó más remedio que hacerlo. No tenía sentido seguir insistiendo. Al menos, quizá se le pasara parte del enfado si la dejaba sola para pensar en ello.
Volví al salón. Los demás me miraron en silencio cuando me dejé caer en el sofá. Me quedé mirando la pizza barbacoa. Apenas la habían tocado para guardársela a Jen porque siempre les amenazaba con que no traería más si se la robaban. Apreté los labios.
—?Necesitas algo? —me preguntó Will.
Saber qué decirle para que deje de estar enfadada conmigo.
—No.
—Está enfadada, ?eh? —me dijo Sue, que seguía comiendo tranquilamente.
Mike se mantenía al margen, en silencio. Muy buena decisión.
—?Cómo lo has adivinado? —ironicé.
—?Y qué vas a hacer para arreglarlo? —me preguntó ella, curiosa—. Porque supongo que eres consciente de que echar un polvo no va a arreglar esto.
—Pues acabas de arruinar mi único plan.
—Qué poca comprensión femenina tienes...
—Yo no soy una chica y tampoco me gusta arreglar las cosas con sexo —protestó Will.
—Silencio —Sue lo se?aló, pensativa—. ?Qué haces tú para que Naya te perdone cuando eres un capullo?
Will la miró, ofendido.
—?Yo? Tiendo a no ser un capullo, la verdad.
—Oh, vamos, ya me entiendes. ?Qué haces para arreglarlo?
—Pues... con Naya es fácil. Solo tengo que regalarle algo. Preferiblemente zapatos. Se le pasa rápido.
—Eso no funcionará con Jen —murmuré.
—Pues no —Sue mordisqueó su pizza, pensando—. ?Y qué le gusta a tu querida novia?
—Mirar películas, correr, comer, dormir, echar polv...
—Ya está —Sue me se?aló con una sonrisita de triunfo—. Cocínale algo. Tú eres un desastre cocinando. Seguro que si te ve intentándolo por ella, se le pasa.
—Si me meto en esa cocina, voy a terminar incendiando el piso.
—?Prefieres un piso menos o una novia menos?