Había sonado tan patético que Jen cambió su expresión totalmente. Asintió con la cabeza y me sujetó la cara con las dos manos para darme un beso en los labios. Casi consiguió que se me olvidara lo de antes. Casi.
—?De qué hablabais?
Ella finalmente pareció acceder a decirme la verdad.
—Mis padres quieren que vayas a cenar a mi casa en Navidad.
Un momento, ?qué? ?Era eso?
Se me fue todo el enfado de golpe y esbocé una gran sonrisa. ?Mis suegros querían conocerme!
—?En serio?
—?Te apetece? —pareció insegura.
No pasaba nada, yo ya tenía seguridad de sobra para los dos.
—Claro que me apetece.
Jen sonrió y bajó las manos de mis mejillas a mis hombros. Yo la rodeé con los brazos por la cintura. Estaba a punto de inclinarme hacia delante para besarla, pero algo en su expresión hizo que me detuviera.
—Solo... hay un peque?o detalle —a?adió en voz baja, acariciándome los hombros con los pulgares.
Oh, oh.
Jen no solía ser tan cari?osa fuera de la habitación. Si lo era, solía ser porque tenía que decirme algo que sabía que no me gustaría.
—?Qué detalle?
—Bueno...
Lo pensó un momento.
—También quieren conocer a tu familia —por fin me miró.
Noté que mi sonrisa se evaporaba al instante. Ella intentó sonreír, pero no funcionó. No con eso.
—?A mis padres?
—Sí. ?No te apetece?
—Sabes que eso no me apetece, Jen.
—Jack...
—Solo mi madre.
No iba a dejar que mi padre se metiera en esa parte de mi vida para arruinarla, como hacía con todo. Porque, si le dejaba, lo arruinaría de una forma u otra. Estaba seguro de ello.
—Es tu padre —insistió ella.
Casi me reí. ?Mi padre? ?Cuándo había sido la última vez que se había comportado como un padre? O, mejor dicho, ?alguna vez lo había hecho? Porque por mucho que intentaba rememorar buenos momentos con él, solo me venían a la cabeza insultos, golpes y gritos.
—Tú no sabes nada de él —intenté apartarme, pero me sujetó—. No quiero que lo conozcan.
No quería que pensaran que yo era remotamente parecido a él. O, mejor dicho, no quería que me relacionaran con una persona así.
Aunque el muy imbécil supiera aparentar ser una buena persona cuando le interesaba, claro.
—?Por qué no?
—Porque no quiero que se piensen que soy igual de imbécil que él.
Para una vez que quería caerle bien a alguien, no iba a presentarles a mi padre. Tendría el efecto contrario.
—Tu padre puede caerte mal, Jack, pero sigue siendo una persona formal que se disculpó conmigo y trató de hacerme sentir cómoda en tu casa.
Sonreí irónicamente.
—Sí, sobretodo cuando insinuó que...
—Eso ya está olvidado.
No. Eso no. Escuchaba siempre a Jen y en la gran y aplastante mayoría de veces tenía la razón, pero no en eso. Negué con la cabeza.
—No pienso disculparme con él.
—?Por la discusión?
Todavía recordaba la casa del lago. Y cómo le había advertido que no se volviera a quedar a solas con mi novia. Y cómo había insinuado que sería ella que me dejaría solo a mí. Había perdido la cabeza y me había puesto a gritarle pese a que no quería que Jen presenciara eso. Ojalá no lo hubiera hecho, pero la verdad es que se lo merecía.
—Por nada —concluí—. No pienso disculparme. No con él.
—?Y si él se disculpa contigo?
?Que él se disculpara? ?Conmigo? Casi me reí.
—?Qué? —me limité a preguntar, cansado.
—Podría hablar con él.
Me tensé al instante.
—No.
Ella se echó un poco hacia atrás, sorprendida.
—?No?
Solo la imagen de ella estando a solas con ese desgraciado hizo que se me revolviera el estómago. No. No quería pensar en eso.
—No quiero que hables con él a solas. Nunca. Si lo haces, te juro que no volveré a dirigirle la palabra.
Y no era una forma de hablar.
—Jack... —Jen no pareció entenderme. Mejor.
—Lo digo en serio —le sujeté la cara con las manos, seguía pareciendo sorprendida—. No a solas. Nunca.
—?Por qué no?
Ya estaba otra vez. Solo quería saber por qué nos llevábamos tan mal, ?verdad?
—Porque no —corté la conversación.
—Si no quieres que haga algo, creo que es justo...
—No empieces con eso —me separé un poco—. Estoy harto de hablar de ese gilipollas.
?Por qué no podíamos bajar al piso y cenar en paz? ?Por qué tenía que seguir insistiendo en un tema que sabía que no me gustaba?
—Vale —insistió—. Solo quiero entender el por qué...
Otra vez no.
—?Por qué necesitas saberlo? —me irrité—. Sabes que puedes preguntarme lo que sea y te lo diré. Todo menos eso. Y sigues insistiendo en él porque... un momento, ?de eso hablabas con Mike?
Pues claro que era eso. ?Cómo no se me había ocurrido antes? Por eso Mike estaba tan nervioso. Maldita sea.
Cuando intentó sujetarme de la mano, me aparté de ella.
—?Eso le preguntabas? ?Qué te ha dicho?
Bajó la mirada, enfurru?ada. Vale, no le había dicho nada. Menos mal.
—Nada —confirmó mis sospechas.
—Bien.
Y, para mi sorpresa, ella se cruzó de brazos y me miró, enfadada.
—?Qué te pasa últimamente?
Vale... ?de qué estábamos hablando ahora? ?No se suponía que el enfadado tenía que ser yo?
—?Qué?
—Hay algo, ?no?
Casi como si mi conciencia quisiera recordarme que sí, la imagen de la carta de aceptación de la escuela de Francia me vino a la mente.
Me había llegado justo antes de que ella se fuera a casa de sus padres y había estado a punto de decírselo esa noche, pero no había sido capaz. No quería arruinarle un viaje que supuestamente tenía que ser feliz. Y la cosa se había alargado... hasta el punto en que no estaba seguro de si decírselo.