Miré de reojo a Jen y vi que estaba sonriendo.
—?Qué he hecho mal en la vida para tener que aguantar esto? —pregunté.
—Habla en voz baja —susurró.
—Oh, sí, no sea que se despierte el bebé de metro ochenta que tenemos en medio.
Jen sonrió y le subió la manta de Mike hasta su barbilla. él seguía roncando.
—Mi última noche aquí y tengo que pasarla con el se?orito en mi cama —protesté.
—Tenemos todas las noches para pasarlas juntos, Jack.
—Y aún así no parecen suficientes.
—Ma?ana te vas por la tarde —me recordó, estirando la mano por encima de Mike para acariciarme la mejilla—. Podemos pasar el día juntos.
—Vas a arrepentirte de decir eso —le aseguré, entrecerrando los ojos—. Porque voy a estar todo el día pegado a ti.
—Uf. Suena horrible.
Le besé la mano y ella me sonrió antes de darse la vuelta para acomodarse y quedarse dormida, cosa que consiguió en unos pocos segundos.
Jen siempre se quedaba dormida al instante. No lo entendía. Yo tardaba siempre más de media hora y...
—Oye, tú.
Di un respingo cuando noté un manotazo en la mejilla y bajé la mirada hacia Mike, que me observaba con los ojos entrecerrados.
—?Qué...? —fruncí el ce?o, bajando la voz—. ?Estabas despierto?
—Sí.
—?Lo has estado todo el tiempo?
—Sí.
—?Y por qué demonios roncabas?
—Porque me hacía el dormido para escuchar a escondidas.
—Ah, muy bien. ?Quieres un premio? ?Una patada en el culo, por ejemplo?
—Relájate, hermanito. Es que tenía curiosidad por ver si os poníais a hacer guarradas. Para unirme a la fiesta.
—Qué asco, Mike, somos hermanos.
—?Y dónde está escrito que eso esté mal?
—No lo sé. Busca en la parte de incesto.
—Bah —dejó el tema, como si le aburriera—. ?Podemos hablar del hecho de que has regalado este piso a esos dos antes que a mí, que soy tu querido hermano mayor? ?Se puede saber por qué a mí no me tratas así de bien?
—Mike, no me obligues a decir cosas que no te van a gustar.
—Bueno, solo digo que si tienes más cosas que regalar... aquí estoy yo dispuesto a recibirlas. Si es una casita mejor, ?eh?
—No tengo más casas, y tampoco te las regalaría —torcí el gesto—. ?Es que nunca has pensado en ponerte a trabajar o algo así?
—Yo trabajo, tengo mi banda —frunció el ce?o.
—?Y cuánto dinero ganas con eso?
—Nada —enrojeció—. ?Pero en las bares en los que tocamos siempre nos invitan a una bebida!
—Mike... —suspiré.
—Esto es una inversión —aclaró, se?alándose— Algún día me convertiré en un cantante famoso y seré yo quien te acoja en mi casa. Con mi cu?adita y los quinientos hijos insoportables que tendréis.
—?Por qué demonios todo el mundo asume que tendremos hijos?
—Bueno, si no los tenéis, siempre podéis adoptarme como a un hijito —se puso una mano en el corazón—. Yo estoy dispuesto a sacrificarme por una buena causa.
—Claro, eres la víctima de todo esto.
—Exacto.
Hubo un momento de silencio y me di cuenta de que estaba sonriendo.
Yo. Sonriendo. A mi hermano.
?Yo sonriendo a Mike!
Puse una mueca al instante, a lo que él enarcó una ceja.
—?Tanto te cuesta ser simpático conmigo, Jackie? —bromeó—. ?Tengo que pedirle a la agente Susie que te psicoanalice?
—No, gracias.
—Yo siempre te sonrío porque soy un buen hermano —protestó.
Y, pese a que normalmente mi primer impulso hubiera sido hacer alguna broma o ponerme irónico, lo que me salió en ese momento fue volver a sonreír, cosa que descolocó visiblemente a mi hermano.
—Sí, tienes razón —murmuré.
él abrió mucho los ojos.
—?Eh?
—Que tienes razón —insistí—. Siempre soy un capullo contigo porque... bueno, por lo que hacías hace unos a?os con mis novias. Una parte de mí esperaba que intentaras hacerlo con Jen. Por eso siempre estoy tan a la defensiva contigo.
Hubo un momento de silencio. Mike pareció querer decir algo, pero al final no dijo nada.
—Es decir... sé que eso fue hace a?os —seguí, incómodo—. No debería seguir torturándote con el tema. Tienes razón. Has cambiado. Lo siento.
Te aseguro que jamás había visto a mi hermano perplejo.
Pero, en ese momento, lo parecía.
—Yo... —empezó.
—A ver, tú tampoco ayudas mucho cuando te pones a apretujarte contra Jen o a decir lo guapa que es, o a hacer comentarios de sus tetas —le puse mala cara—. Comprenderás que me moleste un poco teniendo en cuenta nuestros antecedentes.
—Yo... —repitió, pero tampoco pareció saber cómo seguir.
—Pero Jen es distinta, no es como mis otras novias, ?sabes? No es una novia con la que quiera pasarlo bien por un tiempo. Quiero estar con ella el resto de mi vida, ?lo entiendes? —suspiré—. Creo que por eso me daba tanto miedo que intentaras algo con ella.
?Pero no lo has hecho. De hecho... tengo la ligera impresión de que entre tú y Sue hay algo, ?no?
Puso una mueca.
—?Eh? No —me aseguró en voz baja.
—?No te gusta Sue? —pregunté, sorprendido.
él negó con la cabeza con expresión incómoda y extra?a.
—Bueno —concluí—, pues eso. Que siento haberte juzgado tan rápido. No te lo merecías. Aunque voy a seguir haciéndote bromas crueles, ?eh? De eso no te librarás tan fácilmente.
Mike no dijo nada cuando yo me acomodé mejor en la cama para dormirme, pero noté que seguía mirándome con esa expresión extra?a.
—Por cierto, ma?ana me voy por tres semanas —a?adí—. Intenta no matarte mientras no esté. No querría perdérmelo.
—Lo intentaré —murmuró, y su tono de voz sonaba extra?amente ausente de diversión.
Decidí pasarlo por alto y cerré los ojos, dándole la espalda.
Capítulo 20
Puse mala cara cuando vi que me traían el plato.
—?Por qué estamos comiendo sushi... en Italia? —pregunté, confuso—. ?No deberíamos aprovechar y comer comida italiana?
—Te recuerdo que ayer quisiste ir a una hamburguesería —Joey me enarcó una ceja.