Tres meses (Meses a tu lado #3)

?No podía esperarse, al menos, a que se fuera?

Ahora, por la ma?ana, seguía tranquilamente dormida a mi lado, con la mejilla aplastada contra la almohada, la boca entreabierta y el pelo desparramado por todas partes. Murmuró algo en sue?os y sonreí un poco, divertido.

Sin embargo, me giré hacia la puerta cuando escuché voces ahogadas al otro lado. Parecían Will y Naya. Y sonaban como si estuvieran discutiendo. Oh, oh.

Me aparté con cuidado de Jen, que se había abrazado a mí de brazos y piernas en sue?os, y ella se quedó aferrada a mi almohada cuando salí al pasillo con el ce?o un poco fruncido.

Efectivamente, esos dos estaban discutiendo mientras Mike y Sue los miraban como si de un partido de tenis se tratara.

—?No me entiendes! —le espetó Naya, dejando bruscamente un plato en la encimera.

Will cerró un momento los ojos, invocando paciencia.

—Te entiendo perfectamente, Naya —dijo al final con voz calmada.

—?No, no lo haces! ?Estoy... aterrada con esto!

—Bueno, y yo también —Will le frunció el ce?o—. No eres la única que va a tener que hacerse cargo de ese bebé, ?sabes?

—Pues a veces lo parece.

—?Y qué quieres que haga? ?Entrar en pánico todo el rato?

—?No hablarme como si el hecho de que esté asustada fuera una tontería!

—Naya, yo no he hecho eso.

—Sí, sí lo has hecho. Y actúas tan... no lo sé...

—Alguno de los dos debería mantener la calma, ?no crees?

Uuuuh, Willy Wonka estaba cabreado.

Naya y él se mataron con la mirada y yo me acerqué al taburete vacío, algo incómodo.

—Buenos días —les dije, intentando cortar el tenso silencio.

—Serán para ti —bromeó Mike.

Miré a Will. él preparaba su desayuno con el ce?o fruncido, irritado. Naya hacía lo mismo en el extremo opuesto de la cocina.

En realidad, los había visto discutiendo cientos de veces. Y con mucha más intensidad. Naya era una de las pocas personas que conocía capaces de alterar a Will con tanta facilidad.

Incluso una vez habían terminado lanzándose la cena el uno al otro mientras yo los miraba fijamente, comiendo mi platito intacto.

La cosa es que ellos se peleaban y a los cinco minutos volvían a estar apretujados el uno con el otro como si nada hubiera pasado.

Y seguro que eso es lo que iba a pasar.

—?La criminal peligrosa todavía duerme? —me preguntó Sue, divertida.

—Qué graciosa —ironicé.

Y, como si la hubiéramos invocado, escuché la vocecita de recién despierta de Jen.

—Buenos días —murmuró, y solo por su voz ya estaba claro el nivel de resaca que tenía.

—Buenos días, bella durmiente —le sonreí, mirándola—. Menuda cara.

—La resaca es bonita, ?eh? —bromeó Will, que pareció relajarse un poco con el cambio de tema.

—Oh, callaos —suspiró dramáticamente—. No lo entiendo. No bebí tanto.

Sí, definitivamente lo había hecho.

Pero sospechaba que si lo decía iba a volarme algo a la cabeza, así que opté por callarme.

Chico listo.

Gracias, conciencia.

Dejé que se sentara en mi taburete y ella casi se desplomó sobre la barra.

—?Tienes hambre? —le preguntó Will.

—No, por favor —le hizo un gesto, como si no quisiera oír hablar de comida—. Necesito agua o creo que moriré de deshidratación.

Ella apuró el vaso de agua con cierta desesperación y yo empecé mi pasatiempo favorito: meterme un poco con ella. Con cuidado, claro. No quería que me diera uno de sus pu?etazos destructores.

—Bueno —interrumpió Naya de pronto—, ?podemos seguir con el tema de antes?

?El de la discusión? Bueno, sería entretenido.

—?Y cuál era? —preguntó Sue.

—?Mi fiesta!

Ah, así que por eso discutían.

Naya puso una mueca.

—?Es que ya se os había olvidado?

—?Qué fiesta? —preguntó Jen en voz baja.

Naya ahogó un grito y la miró como si acabara de cometer la peor de las traiciones.

—?Mi baby shower!

Intenté no reírme con la cara de confusión absoluta de Jen.

—Tú... ?qué?

—Su fiesta premamá —aclaró Sue.

—?Premamá? —Mike miró a Will—. ?Y tú qué? ?No eres prepapá?

Cuando vi las miradas tensas que se echaba la parejita, casi le lancé una tostada al idiota de Mike.

—Yo tengo bastante claro que tengo un papel secundario en todo esto —dijo Will al final.

—Ese es mi chico —bromeó Naya, que pareció relajarse bastante—. Lo que me lleva a que espero que a nadie se le haya olvidado, porque os recuerdo a todos que en estas fiestas se llevan regalos.

Hizo una pausa y miró fijamente a Jen.

—Y no miro a nadie —a?adió en tono amenazante.

—?Eh? —murmuró Jen, dubitativa.

—Has comprado algo, ?no?

—Eso no se pregunta —le dijo Will al ver la cara de pánico de mi pobre novia.

—?Hay confianza, puedo preguntarlo! —sonrió Naya ampliamente.

Realmente sospechaba que ella no creía que Jen no hubiera comprado nada, simplemente quería saber qué era. Naya no sabía esperar. No tenía paciencia.

—Yo... —empezó Jen.

Y estaba cien por cien seguro de que no había comprado nada, claro.

Menos mal que ahí estaba yo para salvar el día.

Creído.

Y con razón.

—Sí, lo ha hecho —dije por ella—. Cálmate, premamá.

Jen se giró hacia mí mientras Naya se marchaba felizmente y sonreí al ver su cara de estupefacción. Está claro que me siguió al salón, intentando disimular lo sorprendida que estaba.

—?Por qué le has dicho que tenía un regalo? —preguntó en voz baja, de pie delante de mí.

Yo miré mi móvil. Mi madre me había mandado un mensaje preguntándome si podía ir a ayudarla con no sé qué después de una entrevista que tenía ese día.

Por cierto, ahora iba a todas las entrevistas. Básicamente porque Jen me obligaba.

Joey, mi manager, estaba encantada.

—Se te había olvidado la fiesta, ?no? —la miré, divertido—. Eres un desastre.

—?Pero... no sé qué se compra en estos casos!

Bueno, estaba seguro de que mi regalo les iba a gustar.

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