Tres meses (Meses a tu lado #3)

—?Eh? Si yo no sé jugar.

—Solo es botar una pelota, Jenna —Will le sonrió, burlón—. Seguro que incluso tú sabes hacerlo.

Jen puso los brazos en jarras, muy indignada. Yo sonreí. No me importaría ense?arle a jugar. Especialmente si llevaba ese conjuntito ajustado puesto. No podía despegar mis ojos de ella.

—?Hacemos un hermanitos contra amiguitos? —sugirió Mike de repente.

Accedí, divertido, y Will y Jen se alejaron para empezar a murmurar entre ellos. Supuse que Will le estaba ense?ando qué hacer o algo así.

Mike se acercó a mí, rebotando la pelota como si no lo hubiera hecho en su vida. Cuando se le escapó y le dio en la cara, puso una mueca.

—Mhm... bueno, yo me encargaré de cubrir a Will mientras tú haces todo lo demás —concluyó, devolviéndomela.

Negué con la cabeza, sonriendo.

El partido empezó y me hice rápidamente con la pelota. Sonreí ampliamente cuando vi que Jen empezaba a perseguirme por el campo, intentando robármela. No sirvió de mucho. Cada vez que dejaba que acercara un poco la mano, botaba la pelota entre sus piernas y salía corriendo por detrás de ella, recuperando la pelota y riendo mientras Jen soltaba maldiciones.

Un rato más tarde, Mike se dio por vencido y se tumbó en el suelo, junto al campo, abanicándose con una mano dramáticamente mientras nosotros tres seguíamos jugando.

Y, no es por presumir, pero los estaba destruyendo yo solito.

Will me quitó la pelota cuando llegué a la mitad del campo y sonrió, pasándosela a Jen. Ella abrió mucho los ojos, entrando en pánico, y la miró como si no supiera qué hacer con ella.

Me detuve delante de Jen en posición defensiva, sonriendo ampliamente.

—Esto a va ser muy divertido —murmuré.

Jen, claro, me puso mala cara y, mientras lo hacía, casi se le escapó la pelota intentando botarla con elegancia. La recuperó rápidamente con la cara roja de vergüenza.

—Tenemos que mejorar esa coordinación, Mushu —la provoqué.

—?Quieres que te mejora la cara de un golpe?

Hice como si fuera a quitarle la pelota y ella la pegó a su pecho instintivamente, abrazándola con fuerza.

Maldita pelota suertuda.

Cuando intentó salir corriendo con la pelota abrazada como si fuera lo más valioso que había en su vida, la atrapé desde atrás y pegué su espalda a mi pecho, levantándola con facilidad. Jen empezó a removerse, enfadada.

—?Suéltame! —pero ni así soltó la pelota, la testaurda.

Empecé a reírme y la sujeté todavía más alto. Jen soltó un chillido que me hizo reír todavía más cuando nos di una vuelta.

—?Will! —pataleó, mirándolo—. ?Eso es trampa! —y luego intentó darme un codazo sin soltar la pelota—. ?Suéltame!

—?Y dónde está el árbitro? —bromeé.

—?Está...! —la levanté un poco más arriba—. ?JACK!

Vale, hora de soltarla antes de que me diera un pu?etazo destructor de los suyos.

La dejé en suelo y esquivé el pu?etazo justo a tiempo, haciéndome con la pelota y saliendo corriendo con ella.

Ya casi estaba anocheciendo cuando dejé de jugar yo solo —los demás se habían cansado hacía un buen rato— y me giré hacia ellos. Will y Mike hablaban y fumaban junto al coche, pero Jen seguía indignada, sentada en el suelo y mirándome con los ojos entrecerrados.

En cuanto me acerqué y le sonreí, ella me sacó el dedo corazón.

—Yo no tengo la culpa de que seas mala, Jen —canturreé.

—No es que yo sea mala, es que tú eres un tramposo.

—Eres una mala perdedora, ?eh?

—?Y tú eres un pésimo ganador!

—Al menos yo soy un ganador, Michelle.

—Cállate —y volvió a cruzarse de brazos, enfurru?ada, soltando un gru?ido de frustración para dejarme claro que no eso no se le iba a pasar en un buen rato.

Vale, hora de hacer que me quisiera hora vez.

Me puse en cuclillas delante de ella.

—?Quieres intentarlo? —ofrecí.

—?Intentar qué? —me miró con desconfianza.

—Encestar —me puse de pie otra vez y le ofrecí una mano, sonriendo—. Venga, ven.

La conduje al área de la canasta y la dejé delante de mí, sujetándola de los hombros.

—Vamos a ense?arte las bases del lanzamiento, Jennifer Michelle Brown —sonreí.

—No hagas que me arrepienta de esto, Jack Ross.

Sonreí y empecé a indicarle todo lo que había que hacer. Lo siguió muy bien y enseguida adoptó la postura correcta.

—?Y ya está? —preguntó, confusa.

—Bueno, eso de que ya está... tendremos que ver tu puntería. Si es tan buena como tu coordinación, dudo que ya esté.

Ella se giró hacia mí con cara de asesina.

—Jack, tu cabeza está muy cerca de la pelota. Ten cuidado.

—Cierto. Mejor me callo.

Y lanzó... y no encestó.

Intenté no reírme cuando me miró con la advertencia grabada en los ojos.

Fui a por la pelota y me detuve un poco cuando vi su mueca de decepción. Oh, no. Eso no iba a permitirlo. Ni de co?a.

Me acerqué a ella y me coloqué detrás de su cuerpo. Jen me miró por encima del hombro, confusa, cuando coloqué mis manos sobre las suyas en la pelota.

—?Qué...?

—A ver... unidos no seremos vencidos, ?no? —murmuré, apuntando a la canasta—. Uno, dos y...

Impulsé sus manos hacia arriba y la pelota fue directamente a la canasta. Solté a Jen al ver que acertaba y no pude evitar reírme cuando empezó a dar saltitos de alegría, entusiasmada.

—??Has visto eso?! —me preguntó, emocionada—. ?Tengo que decírselo al imbécil de mi profesor de gimnasia del instituto! ?Seguro que no se lo cree!

Ella chocó mis manos con las suyas, entusiasmada, y admito que su entusiasmo se me contagió.

—?Se metía contigo tu profe de gimnasia? —me burlé juguetonamente.

—Me dijo que jamás encestaría cuando hicimos baloncesto en gimnasia —puso una mueca e intentó rebotar la pelota que acababa de pasarle.

—?Y qué hiciste? —bromeé—. ?Le diste un pu?etazo?

Dejó de botar la pelota un momento y tragó saliva, empezando a ponerse nerviosa.

Oh, oh... conocía esa expresión.

Seguro que había matado a ese pobre hombre sin querer.

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