—Whoa... yo no... bueno, no me esperaba... es decir, Jackie, cielo, nunca imaginé que tú...
Se cortó a sí misma y yo fruncí el ce?o, ofendido.
—Oye —la se?alé—, ?qué es lo que no te imaginabas?
—Que fueras a casarte con alguien —me dijo directamente la abuela, llenando vasos de ginebra.
—?Qué? —solté con voz aguda, indignado—. ?Y por qué no?
—Cielo, siempre has sido un poco... mhm... ?cómo decirlo?
—Desastre —sugirió mi abuela.
—Vaya, muchas gracias, abuela.
—De nada.
—?Sabes qué? —mamá sacudió la cabeza—, olvídalo. Lo único que importa es que me alegro mucho por vosotros, chicos.
Al final, la cena terminó bien y pude acompa?ar a mi madre a casa, que mantuvo su sonrisita encantada todo el camino, cosa que no pude ignorar. Al final, cuando llegamos, le puse mala cara.
—Tampoco hace falta que parezcas tan sorprendida porque alguien quiera casarse conmigo —mascullé.
—Oh, no es eso, Jackie —me sonrió—. Es que... me alegro mucho de que seas feliz. Me daba miedo que hicieras como yo y te casaras con alguien que... bueno... con alguien que no te quisiera.
Aparté la mirada, incómodo.
—Bueno, él no estará invitado —le aseguré.
—Sí, eso me lo imaginaba —su sonrisa se apagó un poco—. En fin, Jack... espero que vengas a visitarme más a menudo aunque te cases. Puedo cocinar lasa?a.
—No necesitas cocinar lasa?a como soborno para que venga, mamá.
—Bueno, sí lo necesito para que venga tu hermano —dijo, divertida—. Buenas noches, hijo.
—?Espera!
Se detuvo de golpe y me miró, confusa.
—?Qué sucede?
—Yo... eh... um... —cerré los ojos un momento antes de girarme hacia ella—. ?Sigues queriendo vender la casa del lago?
Mi madre me observó por unos instantes, como si no entendiera a qué venía eso.
—Yo no puedo mantener dos casas, Jack —me aseguró con una mueca de lástima—. Lo siento. Sé que era tu favorita.
—No lo sientas. Yo... a lo mejor podría comprártela.
Abrió mucho los ojos, sorprendida, y se quedó en silencio durante casi un minuto entero, pasmada.
—?Comprarla?
—Para... ejem... para Jen y para mí.
—Oh, Jack —de pronto, sonrió, encantada—. No necesitas comprármela. Podría ser mi regalo de bod...
—No. Quiero comprártela.
—Pero...
—Mamá, quiero hacerlo.
Ella suspiró y asintió.
—Bueno, ahora mismo no es el mejor momento para hablarlo —me dijo, abriendo la puerta—. Ven en cuanto puedas a verme para hablar de los detalles, ?vale?
—Vale. Buenas noches.
Conduje de vuelta a casa con música sonando a todo volumen, pero la verdad es que estaba pensativo. Aparqué el coche rápidamente y subí las escaleras dando vueltas a las llaves con los dedos.
Sin embargo, me quedé de pie en la entrada cuando escuché el chillido indignado de Jen.
—?Naya! Será... ?se suponía que era un secreto!
?Un secreto? Oh, no. Puse los ojos en blanco. ?Qué había hecho ahora.
—A ver, no se lo diré a nadie —aclaró Lana.
—Pero... ?de qué estáis hablando? —preguntó Mike.
Entré en el salón sonriendo, pero nadie se dio cuenta de mi presencia mientras empezaba a desabrocharme la chaqueta. Genial. Ya volvía a ser invisible.
—?Qué? —preguntó Mike.
—?Y tú qué crees, idiota? —le soltó Sue.
—No sé. Hago bastantes cosas malas en mi día a día.
Lana negó con la cabeza.
—?Y la de besar a tu cu?ada es la primera que se te olvida?
Mi mano se quedó congelada justo antes de quitarme la chaqueta.
?Acababa de decir...?
Levanté bruscamente la cabeza hacia mi hermano, que se había ruborizado un poco, y sentí que cada centímetro de mi cuerpo se tensaba.
?Había... besado a Jen?
?Lo había hecho de verdad?
?Después de...? ?Después de todo lo que le había dicho esa noche?
?Después de que le dijera que me sentía jodidamente mal por haberlo tratado así todo este tiempo?
No sé en qué momento había pasado, pero ahora todos me miraban con cara de espanto y me daba igual. Me zumbaban los oídos. Y solo podía centrarme en una cosa.
—?Que has dicho? —le pregunté a Lana en voz baja.
Ella dio un paso hacia atrás instintivamente.
—No... yo... eh...
—?Has dicho que la besó? —noté que se me crispaban los pu?os.
—Ross —me dijo Will lentamente—, vamos, cuenta hasta diez y...
—Cierra la boca, Will —le solté sin mirarlo.
No me lo podía creer. No me podía creer que ese idiota hubiera hecho exactamente lo mismo que hacía siempre... y yo hubiera creído que había cambiado.
?En qué momento me había dejado enga?ar de esa forma? Nunca cambiaría. Nunca lo haría.
Ni siquiera decirle cómo me sentía había servido para que, por primera vez en su maldita vida, hiciera algo teniendo en cuenta mis sentimientos.
Noté que mis piernas se movían solas y avancé hasta enganchar a Mike del cuello de la camiseta. él ni siquiera se molestó en defenderse, solo levantó las manos.
—No significó nada —me aseguró casi al instante, encogiéndose—. Fue... un error... no quería...
—Un error —repetí con un nudo en la garganta.
Había besado a la chica que quería, había traicionado mi confianza... y para él era solo un error.
Nunca me pediría perdón, estaba seguro. Era incapaz de asumir que había hecho algo mal. Solo giraría las cosas para hacerme creer que era una mala persona por enfadarme con él.
Pues, ?sabes qué? Que estaba harto. Harto de su mierda. Y de estar siempre disponible para él cuando no podía recordar ni una maldita vez en que él hubiera estado ahí para mí.
—Sí. Lo fue —insistió en voz baja—. Eh... mira, sé que es difícil de explicar, pero...
—?Y qué quieres explicarme? —espeté—. ?Lo mismo que me explicaste hace cinco a?os, o lo de hace dos a?os con esa?
Se?alé a Lana sin mirarla antes de volver a centrarme en él.
—No es lo mismo —murmuró Mike.
Oh, el problema era que, precisamente, sí era lo mismo. Claro que lo era. Maldito egoísta de mierda.