Tres meses (Meses a tu lado #3)



—Parece muy simpático —me aseguró, divertida—, pero creo que a mi amigo, el del fondo, el que os está matando a los dos con la mirada ahora mismo... no le gustará mucho que le dé mi número.



Dejé de sonreír al instante para girarme hacia el tipo que estaba sentado en una de las mesas del fondo con una chica que se parecía bastante a él.

Y sí, nos estaba matando con la mirada.

A ver, siendo realistas... ese tío entrenaba. Se le notaba. Seguro que era boxeador o algo así.

?Podría convertirnos en puré a los dos sin pensarlo!

Sí, mejor olvidarnos de la camarera y seguir viviendo sin un boxeador cabreado detrás de nosotros.

—Ah —sonreí como un angelito—, bueno, en ese caso... ejem... ?por qué no le invitas a un café de nuestra parte? El café de la amistad. Y recuérdale que las amistades son pacíficas, ?eh?



—Claro —sonrió ella, divertida—. Un placer, chicos.



El pobre Dorian pareció volver a la vida cuando la chica se alejó y yo empecé a reírme de su cara de horror.

Al menos, el rato que estuve con él me olvidé de todo lo que había pasado la noche anterior. Y de que había estado ignorando los mensajes y llamadas de Jen, que seguro que me mataría en cuanto apareciera por casa.

A Will si le respondí, y sonaba cabreado con que no hubiera dicho nada en toda la noche.

?Incluso me insultó!

?El maldito Willy Wonka me insultó!

?Y qué te dijo?

?Me llamó idiota! ?Idiota! ?Te lo puedes creer?

Oooooh, pobrecito...

?No se suponía que yo era el enfadado? ??Por qué todo el mundo me insultaba?!

Yo también lo haría.

De alguna forma, terminé otra vez en casa de Vivian esa noche, aunque a ella ni siquiera la vi. Había demasiada gente. Y volví a emborracharme.

Eso sí, no tomé nada que no fuera alcohol. Me negaba a hacerlo. Por enfadado que estuviera. No podía hacer eso. No después de todos esos meses de mierda Aunque me muriera de ganas.

Ya era más de medianoche cuando salí al patio delantero de la casa tambaleándome y con ganas de vomitar. Uf, demasiado alcohol...

—?Alguien ha visto a Dimitri? —pregunté a un grupo aleatorio que estaba por el jardín.



—?A quién?



—?A Dominic!



—?Se llama Dominic o Dimitri?



—?SE LLAMA DORIAN!



Se miraron entre ellos, confusos, y yo me alejé enfadado por su ignorancia.

La gente era estúpida.

Después de casi media hora buscando, por fin encontré a Dylan. Estaba sentado en su coche tranquilamente escuchando la radio y leyendo un libro. Casi le dio un infarto cuando me puse a aporrear su ventanilla como un loco.

—?Doriaaaaaaaaan! —pegué la nariz a su ventanilla—. ?Es que nunca tienes vacaciones?



—?Eh...?



—Venga, llévame a casa, por favor. Tengo que contarte el último drama de mi vida.



él suspiró pesadamente y bajó del coche para ayudarme a sentarme en el asiento de atrás sin matarme. Y, claro, cumplí con mi parte y le conté todos los cotilleos de mi relación por el camino. él no parecía especialmente interesado, de hecho, canturreaba la canción de la radio, pero me daba igual. Lo único que quería era poder parlotear sin parar.

—Gracias, Dimitri —sonreí al bajar de su coche.



—Se?or Ross... —suspiró—, es Daniel.



—Pues eso. Dylan.



—Repita conmigo: Da...



—Da...



—...ni...



—...ni...



—...el.



—...el.



—Daniel —finalizó él.

—Dorian —finalicé yo.



Al final, debió rendirse, porque tras ayudarme a entrar en el edificio se fue sin decir nada más. Subí en el ascensor, buscando mis llaves torpemente. ?Por qué demonios tenía tantos bolsillos? ?Si nunca guardaba nada!

Tuve que detenerme por el pasillo porque la cartera me salió volando cuando le di la vuelta al bolsillo, pero al final conseguí entrar en casa.

Mientras estaba jugueteando con las llaves e intentando no matarme mientras cerraba la puerta, levanté la cabeza inconscientemente y casi me dio un infarto cuando vi a Jen, irritada y de brazos cruzados, mirándome fijamente.

Oh, oh, la matriarca está enfadada.

—Hey —me dijo, muy seca.



Dudé visiblemente, sin saber si debería ser frío o alegre.

—Hey —dije al final.



Y solo con esa estúpida palabrita ya supo lo que no quería que supiera.

—?Has bebido? —preguntó en voz baja, acercándose.

?Jen hablando en voz baja y acercándose?

Hora de salir corriendo.

Bueno... quizá lo habría hecho si no supiera que me caería al suelo nada más dar un paso.

—Depende —canturreé.



—?Que depende? ?De qué?



—De a lo que te refieras —le pinché la nariz con un dedo—. No he bebido agua.



No pude evitar sonreír cuando vi que me fruncía el ce?o, enfadada.

?Por qué Jen, cuando se enfadaba, era tan tierna? ?No debería darme miedo?

—?Eso te hace gracia? —preguntó, cabreada.



Ajaaaá... volvía a llevar los pantaloncitos.

Aunque estos eran nuevos. Mhm... no estaban mal. Nada mal.

—?El qué? —pregunté distraídamente.

—?Se te han olvidado estos meses, Jack?



Aunque... no sé cuáles me gustaban más. Igual podría comprarle unos pantaloncitos con katanas ensangrentadas.

Oh, eso sí que sería una fantasía húmeda.

—?Qué meses? —intenté centrarme en lo que decía, pero no podía. Ya estaba sumido en mis fantasías.



—?Los que te pasaste encerrado en una habitación! ?Se te ha olvidado lo mal que lo pasaste?



—Si no recuerdo mal, uno de esos meses fue prácticamente todo hacerlo... así que tampoco fue tan malo.



Oh, podríamos estar así todos los meses. De todos los a?os. No me importaría.

Pasé por su lado, dispuesto a empezar ahora mismo, pero me detuve en la entrada del pasillo cuando vi que ella no se había movido y solo me miraba, claramente molesta.

—Bueno —murmuré se?alando la puerta de nuestra habitación—, venga, vamos.



Pero solo siguió mirándome como si quisiera darme un pu?etazo destructor.

—?A qué esperas? —pregunté, confuso.

Joana Marcús Sastre's books