Por unos demonios más

—No, supongo que limpiaron el cuerpo antes de dejarlo aquí. —Soltó un suspiro fuerte y se puso de pie. Jenks alzó el vuelo y se posó sobre la lápida que había detrás del hombre lobo. Intenté memorizar el nombre que había escrito en ella mientras me preguntaba si sería importante. Mierda, yo no era detective. ?Cómo iba a saber lo que era importante o no?

 

?No será difícil demostrar que lo han movido —dijo Glenn desde arriba—. El problema es relacionar esto con la secretaria del se?or Ray. Quizá cuando le demos la vuelta podamos ver si tiene marcas de presión o de agujas.

 

Yo también me levanté y me di cuenta de que quienquiera que hubiese dejado el cuerpo allí se había tomado la molestia de presionar las patas del hombre lobo contra la hierba para ensuciarlas pero, evidentemente, era suciedad superficial. Tenía las u?as tan limpias como si hubiese estado trabajando en un despacho durante las últimas doce horas. O atado a una camilla.

 

—Por lo menos podrás obtener una necropsia decente —le dije—. Han movido el cuerpo. La SI tiene que admitir que puede ser que lo hayan asesinado. Encontrarás alguna relación con la secretaria del se?or Ray.

 

—Y puede que eso le dé a la SI el tiempo necesario para fabricar las pruebas que quieran —dijo Glenn con amargura mientras se sacaba un paquete de pa?uelos de papel de un bolsillo delantero y me daba uno.

 

Yo no había tocado el cuerpo, pero lo cogí, ya que era evidente que Glenn creía que debía hacerlo.

 

—Tendrá marcas de agujas. Alguien lo ha matado. A ver, ?cómo te puedes hacer tanto da?o como para matarte teniendo las patas limpias y oliendo a alcohol?

 

—Tengo que demostrarlo, Rachel —dijo Glenn si apartar la mirada del hombre lobo.

 

Yo me encogí de hombros. Deseaba irme a casa y ducharme antes de mi reunión con el se?or Ray. A la mierda con demostrarlo. Ese no era mi trabajo. A mí se?álame a alguien a quien detener y allí estaré.

 

—Si conseguimos averiguar quién lo está haciendo, podríamos hacernos una mejor idea sobre cómo encontrar pruebas —dije sin mirarle a los ojos. Tenía la desagradable sensación de que el motivo por el que habían sido asesinados estaba relacionado con lo que yo tenía en la nevera, y en cuanto quién podría haberlo hecho, la lista se reducía a un selecto grupo de ciudadanos de Cincy: Piscary, Trent, el se?or Ray, y la se?ora Sarong. Creo que podía eliminar a Newt de la lista. No se molestaría en encubrir nada.

 

—?Me necesitas para algo más? —dije devolviéndole el pa?uelo usado.

 

Los ojos de Glenn habían perdido su chispa y volvían a parecer cansados.

 

—No, gracias.

 

—Entonces ?por qué me has hecho venir hasta aquí? —dije reprendiéndolo—. Si no he hecho nada.

 

Su cuello oscuro se enrojeció y yo lo seguí hasta el coche de la AFI. Tras nosotros dejamos la cháchara de los chicos de la ambulancia mientras se disponían a trasladar el cuerpo a la morgue municipal.

 

—Quería ver la reacción de Denon al verte —murmuró.

 

—?Me has traído aquí porque querías ver la reacción de Denon? —exclamé, y varias cabezas se giraron. Los oficiales de la AFI se reían como si aquello fuese un chiste… y yo el objeto del mismo. Glenn inclinó la cabeza y me agarró el brazo. Aquello le divertía.

 

—Dame un poco de cancha, Rachel —dijo—. Ya lo viste en la morgue. No quería que estuvieses allí y tenía miedo de que vieses algo que nosotros, los pobres humanos, pasaríamos por alto. Eso apunta a obstrucción a la justicia. Alguien está buscando esa estatua que tienes y tienes mucha suerte de que no piensen en ti. ?Sigue en correos?

 

Yo asentí porque pensé que hacer lo contrario sería un error. Glenn me apretó el brazo mientras caminábamos.

 

—Podría obligarte a entregármelo —dijo.

 

Molesta, tiré del brazo para que me soltase y me detuve.

 

—He traído ese bote de salsa que querías —dije, lo suficientemente alto para que los oficiales de la AFI que andaban por allí me escuchasen, y el pobre puso de todos los colores. No fue por la amenaza de quedármelo, sino por hacer público que le gustaban los tomates. Sí, era algo así de malo.

 

—Eso es un golpe bajo —dijo Glenn volviendo a mirarme.

 

—Entonces búscate a otra persona para que te haga de camello de kétchup —dije, y la culpa me hizo sonrojarme.

 

Jenks descendió desde los árboles, asustando al oficial de la AFI.

 

—Rache —dijo el pixie sin demostrar qué pensaba de mi chantaje—, te llevaré a casa y luego iré a la morgue. Quiero ver si el cuerpo tiene marcas de agujas. Puedo volver antes de que vayas a hablar con el se?or Ray.

 

Puede que tenga que estar en la iglesia sola con Ivy, fue lo primero que pensé.

 

—Suena bien —dije yo. Me sentía mal, así que le susurré a Glenn—: Lo de la salsa iba en serio. ?Quieres que te la dé ahora?

 

él apretó los dientes, claramente enfadado, y Jenks se rio.

 

—Abandona, listilla —dijo Jenks con tono persuasivo—. No tienes derecho a tener el foco y lo sabes.

 

—Es de jalape?os —dije para convencerlo—. Se te saldrán los ojos de las órbitas.

 

Glenn titubeó y, cuando Jenks asintió para animarlo, se lamió los labios.

 

—?Jalape?os? —murmuró, perdiendo el enfoque.

 

—Casi cuatro litros —dije, emocionada con el pacto—. ?Has encontrado alguna brida?