Glenn se acercó un poco más mientras mantenía inmóvil al hombre más grande.
—Tú —dijo con voz suave el detective de la AFI— eres una vergüenza. —Le presionó el brazo a Denon y el hombre volvió a gru?ir mientras se le formaban gotas de sudor en su cabeza afeitada—. O haces algo o te piras, pero tus medias tintas nos están dando mala fama al resto. —Glenn le dio un empujón y luego colocó cómodamente la mano cerca de la empu?adura de la pistola.
Denon consiguió mantener el equilibrio y se giró para mirarnos. Irradiaba odio porque Glenn lo había dejado quedar mal delante de sus peones. Era evidente que le dolía el hombro, pero no se lo tocaba.
—Ya soy mayorcita para ocuparme de mis asuntos, Glenn —dije con sequedad para distraer a Denon. Puede que yo pudiese sobrevivir a una de las represalias de Denon, pero Glenn era vulnerable si no contaba con su arma y el elemento sorpresa.
Glenn frunció el ce?o.
—No iba a ser una pelea justa —dijo mientras me entregaba una de esas bridas con un núcleo de plata hechizado que utilizaban en la SI para detener a las brujas de líneas luminosas.
Miré la tira de plástico aparentemente inocua, luego al brujo y finalmente a Denon, que tenía mala cara.
—Oye tú, ridículo —dije en voz alta—. ?A ti qué co?o te pasa? Lo único que quiero es ver el cuerpo. ?Tienes algo que ocultar? —Di un paso hacia adelante y Glenn me agarró por el brazo—. Si tienes algún problema conmigo después nos tomamos un café y te explico las cosas bien claritas —dije mientras tiraba de Glenn—. De lo contrario, apártate de mi vista y déjanos hacer nuestro trabajo. Hasta que se haya descartado el asesinato, la AFI tiene tanto derecho como tú a examinar el cuerpo.
A Denon le había salido la venita de la frente y el vampiro de clase baja hizo un gesto para que todo el mundo se retirase a la furgoneta. Se movían despacio, con las manos en los bolsillos o perdiendo el tiempo con el equipo. Oí el barullo de los chicos de la AFI que procedía de un lugar que no podía ver. La tensión iba a más, no al contrario, así que planté bien los pies por si acaso tenía que moverme rápido. Se me vino a la cabeza el consejo de Ceri de que no utilizase la magia de líneas luminosas, pero de todas formas busqué con mi mente la línea más cercana.
—Eres una idiota, Morgan —dijo Denon. Su voz resonante vibraba en mi interior aunque estaba a tres metros de distancia, junto a una lápida alta—. Tu búsqueda de la verdad va a acabar matándote.
Aquello sonaba más a amenaza, pero se marchó y el personal de la SI fue tras él. Confundida, guardé la brida en el bolso y busqué a Jenks mientras Glenn organizaba al personal de la AFI. No lo veía, aunque estaba segura de que había presenciado el encuentro. Mi pulso se fue relajando lentamente ayudado por el sonido de los insectos y el chapoteo del agua.
Glenn se agarraría un berrinche si intentaba examinar el cuerpo antes de que él estuviese preparado y al ver al brujo allí de pie y solo, sonreí. Hacía siglos que no hablaba de trabajo con alguien y lo echaba de menos. él me miró y, con aquella respuesta estelar, resistí el impulso de acercarme.
—Aquí ya hemos terminado —dijo Denon en voz alta a sus hombres lobo subordinados—. Dejemos que la AFI se ocupe de la limpieza. —Aquello era condescendiente, pero Glenn hizo un sonido de agrado que me hizo pensar que no quería compartir sus hallazgos independientes. Denon debió de oírlo, ya que cuando los oficiales se dirigían a sus vehículos, el vampiro vivo agarró al brujo por el brazo y lo apartó a un lado.
—Quiero que te quedes —dijo él, y el hombre entrecerró los ojos. El sol que penetraba entre las hojas proyectaba sombras inquietantes en él—. Quiero un informe de todo lo que haga y encuentre la AFI.
—No soy tu lacayo —dijo el brujo mirando la mano de Denon—. Si quieres saber lo que averiguo presenta una solicitud en la recepción de Arcano como todo el mundo. Y quítame la mano de encima.
Levanté las cejas. ?Trabaja en la división Arcano? Mi padre trabajaba en la Arcano. Lo miré con un nuevo interés. Luego me contuve y maldije mi atracción de idiota por lo peligroso. Dios, era una tonta.
Denon le soltó el brazo al brujo. Rígido y orgulloso, el hombretón se dirigió a la furgoneta haciendo gestos para que el hombre lobo que estaba en el asiento del acompa?ante pasase para atrás. La puerta se cerró y, tras realizar alguna que otra maniobra, la camioneta salió por la estrecha franja de asfalto. Detrás de ella se fue el otro vehículo de la SI, dejándonos solo a nosotros, a la ambulancia y al brujo. Que yo viese, no tenía cómo volver a la central de la SI. Caramba… yo sabía cómo tenía que sentirse.