Por unos demonios más

El grupo de hombres rodeaba una sombra oscura que estaba al pie de los cedros y de una lápida alta, y un segundo grupo con uniformes de la AFI y trajes esperaba como hienas hambrientas. Glenn estaba con ellos y, cuando me vio, le dijo algo al hombre que tenía al lado, tocó la empu?adura de su pistola como para sentirse más seguro y vino hacia nosotros. La gente se giró y yo me relajé.

 

Mis pies rozaron la hierba y me encogí de miedo al darme cuenta de que estaba pisando una de las lápidas que estaban al nivel del suelo. Me puse nerviosa al ver que se incorporaba un bulto familiar que estaba junto a la lápida y la mirada de Denon se cruzó con la mía. Hoy llevaba un traje en lugar de los pantalones de vestir y el polo y me pregunté si estaría intentando ponerse a la altura de Glenn, que estaba estupendo con su traje. No le tengo miedo a Denon, pensé y luego sucumbí y lo miré con una expresión desde?osa.

 

Denon apretó los dientes e ignoró al hombre delgado que llevaba unos vaqueros y una camisa fina que se había acercado a hablar con él. Pensé en mi coche y me preocupé.

 

—Eh, Jenks —dije apenas sin mover los labios—. ?Por qué no te das una vuelta a ver qué puedes oír por ahí? Avísame si encuentran mi coche, ?vale?

 

—Hecho —dijo él y se marchó dejando tras de sí una nube brillante de polvo de pixie.

 

Intenté fingir que estaba haciendo el reconocimiento de la zona en lugar de intentar colarme y me incliné para ver a Glenn. Parecía frustrado. Probablemente estuviesen presionando a la AFI para que abandonase la investigación. Sabía lo mal que sentaba aquello, pero no me dio mucha pena, ya que él me lo había hecho a mí la última vez.

 

Me quité las gafas de sol, me refugié bajo la sombra de un árbol enorme y colgué las gafas de la cintura de mis pantalones cortos.

 

—?Qué ocurre, Glenn? —dije a modo de saludo cuando me agarró por el codo y me llevó hacia un todoterreno vacío de la AFI—. ?Acaso ese vampiro malo no te deja jugar?

 

—Gracias por venir, Rachel —gru?ó—. ?Dónde está Jenks?

 

—Por ahí —dije, y él, con acritud, me dio la identificación temporal. Me la puse antes de apoyarme contra el todoterreno de la AFI, crucé los brazos sobre el estómago y esperé las buenas noticias.

 

Glenn se pasó una mano por su suave barbilla y suspiró. Luego se dio la vuelta para poder vernos tanto a mí como a la escena del crimen. Sus ojos oscuros estaban cansados y tenía arrugas en el rabillo del ojo debidas a la preocupación, cosa que lo hacía parecer mayor de lo que era. Su cuerpo esbelto y alto parecía muy fuerte incluso al lado de Denon. Mezclaba a la perfección el traje y la corbata aflojada con su educación militar. En un a?o, Glenn había llegado a conocer y comprender mucho mejor a los inframundanos y, aunque sabía que respetaba a Denon por su puesto, no lo respetaba como persona. Tampoco le importaba decirlo, lo cual podía ser un problema. Tenía a dos hombres enormes con algo que demostrar en la escena de un crimen. Qué suerte la mía.

 

—?Cómo has venido? —preguntó en voz baja y mirando con envidia cómo la SI recopilaba información—. Envié un coche a buscarte pero ya te habías marchado.

 

Dejé caer los brazos a los lados del torso y me moví con nerviosismo. Glenn se giró lentamente.

 

—?Has venido conduciendo? —dijo con tono acusador y yo me sonrojé—. Me prometiste que no lo harías.

 

—No es verdad. Solo te dije que no lo haría, no lo prometí. No sabía que me ibas a mandar un coche y no hay ningún autobús que venga hasta el cementerio. No hay suficientes usuarios.

 

él resopló y ambos nos relajamos. La mirada cansada de Glenn se dirigió al cuerpo que había al pie de los cedros y yo volví a cruzar los brazos sobre el pecho.

 

—?Quieres meterte ahí o prefieres esperar a que lo contaminen todo? —pregunté.

 

—Es demasiado tarde —dijo él—. Te estaba esperando. Dado que es un inframundano, solo podré echarle un vistazo, a menos que consiga relacionar rápido y bien su muerte con el asesinato de la secretaria del se?or Ray.

 

Yo asentí y me miré los pies para no pisar otra tumba.

 

—Hablé con el se?or Ray cuando venía de camino —dije y Glenn me miró con recelo—. Tengo una cita con él hoy en su oficina. —Levanté la mano cuando vi que iba a hablar—. No vas a venir conmigo, así que no me lo pidas… pero te contaré de qué hemos hablado si tiene algo que ver con esto. —No podía llevar a un detective de la AFI a una reunión con un cliente. Eso estaría muy feo. Glenn parecía preparado para protestar, pero luego bajó la mirada.

 

—Gracias.