Yo me di la vuelta sonriendo. A Ivy no le gustaba nada haberse perdido otro de mis encuentros con un demonio. Probablemente por eso hoy no se despegaba de mí; necesitaba asegurarse de que estaba bien. Y a mí me venía bien su ayuda. Después de ver el presupuesto que nos habían dado para remplazar unos cuantos paneles y la moqueta, habíamos decidido hacerlo nosotras mismas.
Hasta ahora había sido fácil. Solo arreglar los clavos que Newt había arrancado de los paneles y poner unos nuevos. Detrás de las finas hojas no había pared y el aislamiento era en rollo, no aislamiento soplado como el que habíamos puesto en el techo de la iglesia el oto?o pasado. No es que quedase perfecto, pero es lo que hay cuando uno hace las cosas por sí mismo. En cuanto a la moqueta, podíamos prescindir de ella. Debajo había un suelo de roble. Lo único que necesitaba era un buen pulido.
—Gracias —dijo Ivy devolviéndome el martillo, y yo lo puse sobre la repisa.
—De nada. —Me estiré la camisa de manga corta para cubrirme la tripa, cogí un pu?ado de clavos finos de la caja que había junto al martillo y me los puse entre los labios.
—?Uedes ostenerme ejto mentas e roi on el artillo? —le dije mientras intentaba sujetar en su sitio un trozo pesado de panel.
Ivy se inclinó, lo cogió por un borde y lo apretó contra el viejo panel. Con su fuerza vampírica parecía que estuviese sosteniendo un trozo de cartón.
Con unos cuantos golpes fuertes, puse un clavo en la esquina superior izquierda, rodeé a Ivy para clavar otro en la esquina inferior derecha y luego puse un tercero en la parte superior derecha. El intenso aroma a incienso de vampiro mezclado con el serrín y mi último perfume se mezclaban creando una agradable fragancia de satisfacción.
—Gracias —dije después de sacarme los calvos de la boca—. Ahora ya puedo yo sola.
Su suave rostro ovalado no mostraba emoción. Se echó hacia atrás frotándose las manos, como si estuviese intentando calmarse. Era la primera vez que hacíamos algo juntas desde que me había mordido, y era genial. Era como si hubiésemos vuelto a la normalidad.
—Eh, Rache —dijo Jenks en voz alta mientras los ni?os que tenía delante de él se levantaban y se unían a los demás, que estaban en un rayo de sol polvoriento—. Tengo un nombre para ti. ?Qué te parece Rumpelstiltskin?
No me molesté en escribirlo en la libreta que tenía sobre la repisa polvorienta y me limité a arquear las cejas mientras él se reía de mí. Llevaba pensando en una contrase?a desde que había vuelto de casa de mi madre con la caja de herramientas, pero no estaba teniendo suerte.
—Yo utilizaría un acrónimo —sugirió Ivy—. Uno que no esté en el diccionario. O tus nombres al revés. —Fijó su mirada en mí con una extra?a intensidad mientras entonaba—: Nagromanairamlehcar.
Que tanto ella como Jenks hubiesen pensando en lo mismo demostraba que Minias tenía razón en cuanto a lo de elegir un nombre escrito al revés.
—No —dije anticipándome a Jenks—. Minias dijo que de eso nada. Dijo que era demasiado fácil mirar el diccionario hacia atrás y encontrarte. Nada de números, nada de espacios, nada de palabras reales y nada escrito al revés. —Cogí unos cuantos clavos más y me estiré para alcanzar la parte superior del panel.
Ivy se echó hacia atrás y me observó durante un momento antes de empezar a moverse en silencio para recoger las herramientas. Podía sentir su mirada mientras hacía una línea con los clavos. Era consciente de que estaba allí, pero no me incomodaba. Era mediodía, por el amor de Dios, y probablemente ya habría saciado su sed de sangre anoche con Skimmer. ?Y eso me molesta?, me pregunté mientras golpeaba un clavo con más fuerza de lo normal. En absoluto. Ni lo más mínimo. Pero no podía quitarme de la cabeza el recuerdo de ella mordiéndome.
Sentí un leve cosquilleo en mi antigua cicatriz de demonio y me quedé quieta, saboreando la sensación que me calentaba desde la piel hacia dentro e intentando decidir si había sido fruto de mi imaginación y de las feromonas de Ivy… o de mi deseo de que ella fuese feliz. ?Acaso importaba?
Jenks salió volando del alféizar y fue hacia la repisa. Sus alas limpiaron el polvo del lugar en el que se posó.
—?Qué te parece algo en latín? —dijo mientras caminaba hacia mi lista y la miraba—. Como ?Bruja cojonuda? o ?Realmente jodida?.
—?Raptus regaliter? —dije, pensando que se parecía demasiado a Rumpelstiltskin—. Todos los demonios saben latín. Creo que eso está incluido en lo de no utilizar palabras del diccionario.
Con una expresión de malicia, Jenks miró a Ivy mientras guardaba el taladro.
—?Y ?Sube?? —dijo—. Significa ?Soy una bruja estúpida?… O tengo otra. —Sonriendo, se puso de pie sobre mi lista con las manos en las caderas—: ?Bncdeundi?. Es un nombre genial.
Ivy sacudió la gruesa bolsa de basura industrial y tiró dentro su sombrero de papel.
—?A qué equivale eso?
—?Bajo ninguna circunstancia debería elegir un nombre de invocación?.
Fruncí los labios y golpeé un clavo.
Ivy se rio por lo bajo y le dio un sorbo a la botella de agua que tenía en el alféizar.
—Creo que deberíamos llamarla ?Spam?, porque va a acabar en la papelera si no se anda con cuidado.