El hombre lobo asintió. Parecía abatido, pero tenía buen aspecto con el traje y la corbata.
—No pasa nada, Rachel. Lo sé todo sobre formularios. —Hizo una mueca de dolor aceptando aquello con cansancio y miró a Glenn—. Si paramos en mi casa le puedo dar los nombres y las direcciones de todas las mujeres con las que me he acostado desde que tengo en mi poder esa… esa cosa.
Glenn frunció aquellos labios carnosos que tenía y se pasó la mano por su corta cabellera.
—?Con cuántas mujeres ha tenido relaciones sexuales durante los últimos dos meses, se?or Hue?
A David se le subieron los colores.
—Con seis, creo. Necesito ver mi agenda para estar seguro.
Glenn hizo un ruidito y casi pude ver que crecía su respeto hacia aquel hombre tan atractivo.
Dios, los hombres son unos cerdos.
—Volveré a casa en autobús —dije. Quería estar sola. Lo que menos me apetecía era un viaje a la AFI. Dios, y a ellos también estaba empezando a gustarles yo.
—Podemos dejarte en casa —se ofreció Glenn—. También me puedo llevar en custodia el artefacto. No hay razón para que estés en peligro.
Yo arqueé las cejas e intenté no mirar el bolso.
—Está en correos —mentí. No quería entrar en por qué no quería dárselo—. En cuanto llegue a mi buzón te llamaré. —Mentiiira, ji, ji. Glenn entrecerró sus ojos marrones y sentí una oleada de calor. Aunque David sabía dónde estaba, no dijo nada ya que, al parecer, estaba de acuerdo con la decisión que yo había tomado. Cogí fuerzas, me puse el bolso al hombro y me dirigí a la puerta. Esto no había ido nada bien. Quizá podría venderlo por internet y donar lo recaudado al fondo para aliviar los efectos de la guerra, porque iba a haber una guerra.
—Gracias por su colaboración, se?or Hue —estaba diciendo Glenn cuando me marché—. Sé que es duro, pero las familias de esas mujeres estarán agradecidas de saber lo que ha ocurrido.
—No les diga que yo convertí a sus hijas —susurró David—. Yo lo haré. Permítame hacer eso.
Miré hacia atrás mientras abría las puertas batientes. Glenn estaba encorvado en un gesto compasivo mientras caminaba junto al hombre de menor estatura. Lo analicé y luego decidí que no estaba fingiendo.
—Haré todo lo posible —dijo Glenn mirándome durante un momento.
Sí, ya había oído eso antes. Significaba que haría lo posible mientras eso no significase romper sus malditas reglas.
Detective de la AFI honesto, gilipollas y mojigato, pensé. ?Qué le cuesta intentar que esto no se haga público? Luego respiré para calmar mi frustración. Estaba empezando a pensar como Trent. Sin embargo, esto era una lucha de poder potencial del inframundo, no un laboratorio genético ilegal. Pero habían muerto varias mujeres y yo quería que les mintiese a sus familias sobre cómo y por qué habían muerto.
Redujimos el paso cuando Glenn fue a hablar con Iceman y David se detuvo a mi lado. Las pocas arrugas que tenía estaban más marcadas a causa del estrés y tenía un aspecto horrible.
—Lo siento muchísimo, David —susurré.
—No es culpa tuya —dijo él, pero yo me sentía como si lo fuese.
Glenn volvió con nosotros y le hizo un gesto a David para que saliese primero. El agente de la AFI me agarró por el antebrazo y me hizo caminar más despacio hasta que David estuvo varios pasos por delante de nosotros.
—?Quién te dio la estatua? —me preguntó mientras subíamos la escalera.
Yo miré aquellos dedos oscuros que me rodeaban el brazo y recordé aquella gruesa carpeta que me había dado en la que se relataban los delitos de Nick. Temblorosa, agarré el mugriento pasamanos y lo utilicé para subir.
—Dime que te partirás el culo por dejar esto bajo llave en un cajón —le pedí—. Todo.
—Dímelo, Rachel —dijo con voz amenazante, sin ceder ni un centímetro.
Exhalé y vi que David se había venido abajo de nuevo.
—Nick —dije. No veía por qué no decírselo. El ladrón se estaba haciendo pasar por muerto, así que no había razón para que Glenn lo buscase.
Glenn relajó su actitud y luego asintió.
—De acuerdo —dijo—. Ahora te creo.
10.