Por unos demonios más

—?En un mes y medio? —dijo David con acritud. Entonces, como incitado por aquella afirmación, fue a la cocina con paso rápido y nervioso.

 

Yo levanté las cejas. ?David ha quedado con seis mujeres en seis semanas? Los hombres lobo no eran más cachondos que el resto de la población pero, al recordar su renuencia a establecerse y crear una manada, decidí que probablemente el problema no era que no pudiese aguantar con una novia, sino que prefería explorar el terreno. Explorar el terreno a nivel profesional. Caray, David.

 

—Están desaparecidas —dijo de pie desde la cocina, como si hubiese olvidado por qué estábamos allí—. Creo… creo que me desmayo y las mato.

 

Al oír su voz se me hizo un nudo en el estómago. Era verdad que creía que estaba matando a esas mujeres.

 

—Venga —dijo Kisten—. Alguna averiguó que juegas con ellas y llamó al resto. Te han pillado, se?or Peabody —dijo riéndose—. Es hora de empezar otra agenda negra.

 

David parecía sentirse insultado y me pareció que Kisten estaba siendo especialmente insensible. Quizá estuviese celoso.

 

—?Sabes una cosa? —dije dándome la vuelta para mirar a Kisten—. Tienes que cerrar el pico.

 

—Eh, lo único que estoy diciendo…

 

David tuvo un espasmo, como si recordase por qué había ido a la cocina. Abrió una lata de comida para gato y la echó en un plato antes de dejarlo en el suelo.

 

—Rachel, ?te negarías a hablar con un hombre con el que te has acostado aunque estuvieses enfadada con él?

 

Yo arqueé las cejas. ?No solo había salido con seis mujeres en seis semanas, sino que también se había acostado con ellas?

 

—Pues… —dije yo tartamudeando—. No. Por lo menos me gustaría decirle lo que pienso.

 

Con la cabeza baja, David asintió.

 

—Están desaparecidas —dijo él—. Las estoy matando. Lo sé.

 

—David —protesté yo al ver un aire de preocupación en la cara de Kisten—. Los hombres lobo no perdéis la memoria y andáis por ahí matando gente. Si lo hicieseis habríais sido perseguidos hasta la extinción hace cientos de a?os por el resto del inframundo. Tiene que haber otra razón para que no te hablen.

 

—Porque las he matado —susurró David, encorvado sobre la barra.

 

Miré el reloj de pared. Eran las dos y cuarto. Me había perdido la clase.

 

—Eso no tiene lógica —dije mientras me sentaba en un taburete alto—. ?Quieres que envíe a Ivy a rastrearlas? Se le da bien encontrar gente.

 

él asintió. Parecía aliviado. Si le daban tiempo, Ivy era capaz de encontrar a cualquiera. Desde que había dejado la SI había estado recuperando vampiros y humanos secuestrados por casas de sangre ilegales y exnovios celosos. Hacía que mis rescates de familiares resultasen insípidos, pero cada una tenía su talento.

 

Dejé de mover el taburete de un lado a otro. Ya que estaba allí tendría que ver si podía llevarme a casa el foco. Cualquiera que se preocupase de buscarlo sabría que yo pertenecía a la manada de David. David era un objetivo difícil, por ser un solitario y estar entrenado para reaccionar ante la violencia. Sin embargo, cualquiera con quien trabajase…

 

—Oh, mierda —dije, y luego me tapé la boca con la mano al darme cuenta de que lo había dicho en voz alta. Kisten y David me miraron—. David, ?les hablaste a tus citas del foco?

 

Su confusión se convirtió en enfado.

 

—No —dijo con contundencia.

 

Kisten le lanzó una mirada fulminante al hombre más peque?o.

 

—?Quieres decir que te has tirado a seis mujeres en seis semanas y no les llegaste a ense?ar el foco para impresionarlas?

 

David apretó la mandíbula.

 

—No necesito atraer con enga?os a las mujeres a mi cama. Les pregunto si les apetece y, si quieren, vienen. De todas formas, mostrárselo no las habría impresionado. Son humanas.

 

Saqué los codos de la barra con la cara enrojecida de indignación.

 

—?Sales con humanas? ?No sales con una bruja porque no crees en la mezcla de especies pero andas acostándote con humanas? ?Serás hipócrita, cabrón!

 

David me suplicó con la mirada.

 

—Si saliese con una mujer lobo querría ser parte de mi manada. Ya hemos hablado sobre esto antes. Y dado que los hombres lobo originariamente proceden de los humanos…

 

Yo entrecerré los ojos.

 

—Sí, ya lo pillo —dije, aunque no me gustaba. Los hombres lobo procedían de los humanos al igual que los vampiros pero, a diferencia de convertirse en un vampiro, la única forma de ser un hombre lobo era nacer como tal. Normalmente.

 

Mis pensamientos retrocedieron a la ma?ana anterior, cuando me despertó un demonio que estaba destrozando mi iglesia en busca del foco. Mieeerda, pensé al recordar esta vez que tenía que mantener la boca cerrada. Novias desaparecidas. Tres cuerpos sin identificar en la morgue: atléticas, profesionales y todas con un aspecto similar. Habían entrado como mujeres lobo, pero si había ocurrido lo que yo pensaba que había ocurrido, no estarían en la base de datos de hombres lobo, sino en la de humanos. Suicidas de la luna llena del mes pasado.

 

—David, lo siento muchísimo —susurré, y ambos me miraron.