Por unos demonios más

Al ver mi respuesta, Skimmer pareció relajarse y sus ligeros hombros soltaron un poco de tensión.

 

—Conectamos bastante bien —dijo, mientras se le dilataban las pupilas de los ojos—. Ella estaba lejos de su se?or y de sus padres, y tenía experiencia en técnicas de se?or de los vampiros a cuestas. Yo estaba buscando problemas. Dios mío, fue fantástico, pero ella me hizo sentar la cabeza por miedo y yo le di algo en que creer. —Skimmer me miró fijamente y a?adió—: Era hetero hasta que me conoció. Aparte de algunas tendencias latentes. Me llevó dos semestres convencerla de que nos podía amar a mí y a Kisten sin traicionarlo a él.

 

Con cada paso que daba, aunque ligeramente, sentía una profunda sacudida. ?Y aquello era algo bueno? Ahora caminábamos más despacio y a mí se me estaba pasando el enfado. Skimmer era la primera de la clase y yo sabía que cualquier cosa que dijese estaría enfocada a asustarme. Me daba igual. No me asustaría más de lo que lo había hecho Ivy.

 

—Era un colegio privado —dijo Skimmer—. Todo el mundo vivía en el campus. Se esperaba que, como compa?eras de cuarto, Ivy y yo compartiésemos sangre por comodidad, pero tampoco insistían en ello. Que acabásemos siendo amantes solo significaba… que así éramos. Yo necesitaba que ella me equilibrase y ella me necesitaba para sentirse bien después de la putada que le había hecho Piscary.

 

La ira que transmitía su voz era sorprendentemente fuerte.

 

—No te cae bien, ?no? —dije yo.

 

Skimmer tiró del asa del bolso mientras caminaba.

 

—Lo odio. Pero haré todo lo que me pida si eso significa que me puedo quedar con Ivy. —Nuestros ojos se encontraron y la luz de una farola cercana se reflejó en los suyos—. Voy a conseguir sacarlo de allí para poder estar con Ivy. Si después de eso te mata, no es problema mío.

 

La amenaza era evidente, pero seguimos caminando y sus pasos seguían los míos de manera contundente. Por eso era agradable conmigo. ?Por qué arriesgarse a caerle mal a Ivy si Piscary se iba a ocupar de todo?

 

Yo temblaba por dentro, pero Skimmer todavía no había terminado. Sus hermosas facciones se arrugaron con la agitación que sentía en su interior mientras a?adía con amargura:

 

—Ella te quiere. Sé que me está utilizando para intentar ponerte celosa. No me importa. —Sonrojada, se le dilataron los ojos—. Quiere compartirlo todo contigo y tú pasas de ella. ?Por qué vives con ella si no quieres que te toque?

 

De repente, todo aquello tenía sentido.

 

—Skimmer, te estás equivocando —dije suavemente. La noche estaba en silencio a excepción del ruido del tráfico de una calle cercana—. Yo sí quiero establecer un equilibrio de sangre con Ivy. Es ella la que pone obstáculos, no yo.

 

Sus botas blancas hicieron ruido contra el suelo al detenerse de repente y yo también me paré. Skimmer me miró.

 

—Ella siempre mezcla el sexo con su sangre —dijo—. Lo utiliza para mantener el control. Tú no quieres hacer eso. Me lo dijo Ivy.

 

—No me voy a acostar con ella, es verdad. Pero eso no significa… —Entonces dudé. ?Por qué le estoy contando esto?

 

El rostro pálido de Skimmer mostraba una estupefacción evidente. Su rostro mostró un repentino alivio al pasar junto a nosotras un coche. Sus luces la devolvieron a la realidad y dejaron la noche más Escura de lo que estaba al alejarse.

 

—Tú la quieres —dijo Skimmer tartamudeando.

 

Mi rostro se encendió. De acuerdo, quería a Ivy, pero eso no significaba que quisiera acostarme con ella.

 

Skimmer se encorvó y hasta se puso fea.

 

—Aléjate de mí —siseó.

 

—Ivy es la que toma las decisiones en esto, no yo —dije rápidamente.

 

—?Es mía! —gritó Skimmer, lanzándose contra mí.

 

Me moví por instinto, sin miedo, la bloqueé y avancé un paso para darle una patada lateral en el estómago. Ella era bailarina, no una experta en artes marciales, y el golpe la alcanzó. No fue demasiado, pero la vampiresa acabó sentada sobre la acera húmeda con los ojos llorosos mientras recuperaba el aliento.

 

—Dios mío —me disculpé, acercándome para ayudarla a ponerse de pie—. Lo siento muchísimo.

 

Skimmer me agarró y tiró de mí, haciéndome perder el equilibrio. Yo grité y caí rodando por la hierba húmeda y me empapé. La vampiresa viva se levantó antes que yo, pero estaba llorando y por su rostro caían lágrimas silenciosas.

 

—?Aléjate de ella! —gritó—. ?Es mía!

 

Oímos el ladrido cercano de un perro. Asustada, le di un tirón a la camisa para enderezarla.

 

—No es de nadie —dije. No me importaba si me escuchaban los vecinos—. No me importa si os acostáis juntas, si compartís sangre o lo que sea, ?pero no me voy a marchar!

 

—?Eres una puta egoísta! —dijo hecha una furia, y yo retrocedí al tiempo que ella avanzaba—. Quedarse sin dejar que te toque es muy cruel. ?Por qué vives con ella si no quieres que te toque?