Glenn me puso una mano reconfortante sobre el hombro y caminamos despacio hacia las puertas dobles para darle tiempo a Denon a que se marchase. En la sala de recepción solo estaba Iceman y una conversación marchita que se filtraba desde el vestíbulo. Esperé mientras Glenn intercambiaba unas cuantas palabras con el enfermero y prometía volver para el papeleo después de acompa?arme a casa. Ahora el cuerpo de Vanessa no saldría de allí hasta que descartasen el asesinato, pero aquello no me satisfacía. La SI se iba a cabrear de verdad si me cargaba una de sus tapaderas. ?Yupi!
Me colgué de nuevo el bolso al hombro, saludé a un tenso Iceman y salí de allí con Glenn. Jenks no hablaba. Glenn tenía en una mano mi café y en la otra mi codo. Yo seguía pensando en Vanessa mientras él me guiaba a ciegas a través de los niveles superiores del edificio de vuelta al sol. No dije ni una sola palabra de camino a casa y la conversación entre Jenks y Glenn se retrasaba. En su silencio me pareció escuchar un consenso de que quizá yo podría haber sido responsable de la muerte de la mujer. Pero no. No podía ser.
No levanté la vista del salpicadero del coche hasta que sentí la sombra reconfortante de mi calle. Jenks murmuró algo y salió por la ventanilla abierta antes de que Glenn detuviese el coche. Entonces yo levanté la mirada y vi que la brumosa ma?ana estaba en el momento del día en el que yo solía despertarme.
—Gracias por salir conmigo —dijo Glenn, y yo me giré hacia él, sorprendida por el alivio sincero que mostraban sus ojos—. El oficial Denon me pone los pelos de punta —a?adió, y yo le sonreí.
—Es un pelele —dije, mientras colocaba el bolso sobre mi regazo.
Glenn levantó las cejas.
—Si tú lo dices. Al menos no destruirán el cuerpo de Vanessa. Y ahora tendré acceso a cualquier registro que quiera hasta que desestimen la participación humana. Creo que puedo empezar por ahí.
Yo resoplé.
—?Entonces por qué querías que fuese contigo, se?or agente de la AFI?
él sonrió ense?ando los dientes.
—Jenks encontró las marcas de agujas y tú distrajiste a Denon y le hiciste retroceder. ?Una orden judicial? —dijo entre risas. Yo me encogí de hombros y Glenn a?adió—: Te tiene miedo y lo sabes.
—?A mí? No lo creo. —Busqué a tientas la manilla de la puerta. Mierda, qué cansada estaba—. De todas formas te voy a mandar una factura —dije, mientras comprobaba la hora en el reloj del coche.
—Mmm, Rachel —dijo Glenn antes de que saliese—. Hay otra razón más por la que he venido aquí.
Dudé en el momento de salir y, con aire triste, metió la mano debajo del asiento y me entregó una carpeta gruesa que mantenía cerrada con una tira de goma.
—?Qué es esto? —pregunté, y él me hizo un gesto para que la abriese. Me la puse en el regazo, quité la tira de goma y la hojeé. Eran en su mayoría recortes de periódico fotocopiados e informes de la AFI y de la SI relacionados con robos cometidos por todo el continente norteamericano y unos cuantos en el extranjero, en el Reino Unido y Alemania: libros poco comunes, artefactos mágicos, joyas con significado histórico… Me quedé fría a pesar del calor de julio al darme cuenta de que era el expediente de Nick.
—Llámame si se pone en contacto contigo —dijo Glenn con una curiosa tirantez en la voz. No le gustaba pedírmelo, pero lo estaba haciendo.
Yo tragué saliva. No era capaz de mirarlo.
—Se cayó por el puente Mackinac —dije. Aquello me parecía irreal—. ?Crees que ha sobrevivido? —Yo sabía que era cierto. Me había llamado al darse cuenta de que me había birlado el artefacto falso y yo tenía el auténtico.
De repente fue como si tuviese una correa alrededor del pecho que me lo apretaba. Mierda. Eso era lo que estaba buscando Newt. Mierda, mierda y más mierda… ?Habrían matado a Vanessa por eso? La SI sabía que en su día tuve el foco, pero tanto ellos como el resto del mundo pensaba que se había caído por el puente junto con Nick Sparagmos. ?Sabría alguien que había sobrevivido y que ahora estaba matando hombres lobo para averiguar quién lo tenía? Dios mío. David.
—Lo quiero, Rachel —dijo Glenn, devolviéndome a la realidad—. Sé que es Nick.
Me sentía como si estuviese envuelta en algodones y sabía que tenía los ojos demasiado abiertos cuando lo miré.
—Yo suponía que era un ladrón. No lo supe hasta que se fue. No quería creérmelo —dije.
Sus ojos mostraron una ligera pena.
—Lo sé.
Se me aceleró el pulso y respiré hondo. Glenn me tocó el hombro, probablemente pensando que lo que hacía que me temblasen las manos era la conmoción por haberme dado cuenta de que Nick era un ladrón, no por saber lo que quería Newt y la razón por la cual habían matado a Vanessa. Maldita sea, la habían drogado y luego la habían asesinado porque no sabía nada de todo aquello. Decírselo a Glenn no arreglaría nada. Eso era un asunto para la Seguridad del Inframundo y lo único que conseguiría él sería que lo matasen. Tenía que llamar a David, recuperarlo antes de que Newt lo rastrease hasta llegar a él. él no podía enfrentarse a un demonio.
?Acaso yo sí?
Me dispuse a agarrar el pestillo de la puerta sin dejar de darle vueltas a la cabeza.
—Gracias por traerme, Glenn —dije de manera automática.
—Eh —dijo mientras me ponía una de sus oscuras manos en el brazo—. ?Estás bien?
Me obligué a mirarlo a los ojos y dije: