El chirrido de las puertas dobles al abrirse me hizo levantar la cabeza. Jenks dijo un taco cuando solté la mandíbula de Vanessa y casi lo aplasto al girar la mano. La tensión se convirtió en miedo por un instante cuando vi a Denon, mi antiguo jefe de la SI, de pie en medio de la sala cual rey de los muertos.
—Esto es un asunto de la SI. Ni siquiera tienen permiso para mirarla —dijo con su dulce voz, que me recorrió la columna como hace el agua sobre las rocas.
Maldita sea, que se vaya al infierno, pensé, superando mi miedo. Ya no era mi jefe. No era nada. Pero estábamos bajo tierra, demasiado abajo para invocar una línea, y no me gustaba.
El vampiro viviente de clase baja sonrió para mostrar sus dientes humanos, de un blanco prístino comparados con su hermosa piel caoba. Iceman estaba detrás de él junto con un segundo vampiro vivo, esta vez de clase alta, a juzgar por sus caninos peque?os pero afilados. Con ellos había entrado un olor a hamburguesas y patatas fritas y parecía que los cincuenta dólares de Glenn hubiesen comprado menos tiempo del que él esperaba.
Jenks se elevó produciendo un zumbido con las alas.
—Mira lo que ha traído el gato —soltó—. Huele a algo familiar, pero no sé decir qué es. ?A rata, quizá?
Denon lo ignoró, como ignoraba a todos aquellos que estaban por debajo de él, pero le vi un ticen el ojo mientras seguía sonriendo e intentaba impresionarme con su mera presencia.
Glenn apagó la linterna y la guardó, apretando los dientes, pero sin remordimientos. No tenía motivos para temer a Denon. Al menos no hasta ahora y, sobre todo, no ahora. Probablemente él era la razón por la que yo había perdido el permiso y aquello me cabreaba.
Con una chulería practicada, el hombre grande y musculoso avanzó hacia nosotros como un gato. Técnicamente era un gul, un término grosero para referirse a un humano al que le había mordido un no muerto y al que había infectado intencionadamente con suficiente virus vampírico como para convertirlo parcialmente. Y, mientras que los vampiros de clase alta como Ivy nacían con su estatus y eran envidiados por tener parte de las fuerzas de los no muertos pero sin los inconvenientes, un vampiro de clase baja era poco más que una fuente de sangre cuando intentaban ganarse el favor de aquel que les había prometido la inmortalidad.
Estaba claro que Denon trabajaba duro para conseguir la fuerza humana y, aunque sus bíceps le apretaban el polo y sus muslos estaban forjados gracias al levantamiento de pesas, todavía no alcanzaba a sus hermanos y no lo haría hasta que muriese y se convirtiese en un no muerto de verdad. Y aquello dependía de que su patrocinador recordase o se molestase en acabar el trabajo. Tras haberse llevado la culpa de que Ivy hubiese abandonado la SI conmigo, aquello era poco probable. Su se?or había hecho la vista gorda y Denon lo sabía. Aquello lo hacía impredecible y peligroso, ya que estaba intentando congraciarse de nuevo con su se?or. El hecho de que estuviese trabajando en el turno de ma?ana decía mucho.
Aunque seguía siendo guapo, había perdido el aspecto intemporal de aquellos que se alimentan de los no muertos. Sin embargo, era probable que siguiesen alimentándose de él. Una vez había supervisado a una planta completa de cazarrecompensas, pero esta era la segunda vez que lo había visto trabajando en la calle desde que me había marchado.
—?Cómo está tu coche, Morgan? —dijo su hermosa voz con tono burlón, y aquello me cabreó.
—Bien. —La cólera superaba al cansancio y me hacía actuar de forma estúpida. Los dos técnicos salieron en silencio y oí una conversación en voz baja y luego el tintineo de una camilla con ruedas mientras la colocaban.
Denon levantó sus ojos de pupilas negras del cadáver de la secretaria.
—?Has venido a ver tus trabajos manuales? —dijo con tono burlón, y Jenks nos iluminó con un chorro de luz.
—Apártate del cadáver, Jenks —murmuré mientras salía de detrás del cajón para tener espacio y moverme—. Lo estás cubriendo de polvo.
Denon sonrió satisfecho y ocultó sus dientes de tama?o humano como la broma que eran. Yo coloqué las manos en las caderas y me atusé el pelo.
—?Estás diciendo que esto no es un suicidio? —insinué, viendo en ello una oportunidad para cabrearlo—. Porque si estás diciendo que yo soy la responsable de su asesinato demandaré a tu culo de caramelito hasta la próxima Revelación.
Con un movimiento suave, Glenn cubrió a Vanessa con la sábana. Todavía no había dicho nada, lo que me parecía notable, ya que solo hacía un a?o que pensaba que no les debía ningún respeto a los vampiros. Deja el acoso verbal a aquellos que puedan sobrevivir a él.
—La prueba habla por sí misma. —Denon se acercó para obligar a Glenn y a Jenks a echarse hacia atrás—. La voy a llevar junto con su familia para que la incineren. Apartad.
Maldita sea, en pocas horas todo desaparecería, incluso los archivos informáticos y en papel. Por eso estaba haciendo esto a estas horas. Cuando todo el mundo estuviese trabajando ya sería demasiado tarde. Entrecerré los ojos y me reí forzadamente. Era amarga y no me gustó cómo sonó.