—?Eso es a lo que te dedicas ahora? ?Te han degradado a empleado?
Los ojos de Denon intentaron ponerse negros. Era estúpido presionarlo así, pero estaba notando la falta de sue?o y tenía a Glenn a mi lado. ?Qué iba a hacer Denon?
Nos interrumpió el ruido de la camilla y Denon avanzó con aire chulesco intentando apartar a Glenn con su presencia. Pero Glenn no se movió.
—No puede llevársela —dijo el detective de la AFI mientras colocaba una mano posesiva sobre la parte superior de la puerta—. Esto se ha convertido en una investigación de asesinato.
Denon se río, pero los dos tíos de la camilla dudaron y se cruzaron las miradas.
—Decretaron suicidio. No tiene jurisdicción. El cuerpo es mío.
Mierda. Todavía no teníamos nada y, si no lo encontrábamos, quedaríamos como tontos.
—Hasta que establezcan que no la asesinó un humano, tengo toda la jurisdicción que necesito —dijo Glenn—. Tiene marcas de presión en las mu?ecas. La sujetaron contra su voluntad.
—Eso es circunstancial. —Los dedos oscuros de Denon se dirigieron al asa del cajón. Glenn no se apartó y la tensión creció hasta que las alas de Jenks empezaron a emitir un chirrido fuerte.
Rebusqué en el bolso y saqué el teléfono móvil, aunque no creía que pudiese tener cobertura allí abajo.
—Podemos conseguir una orden en cuatro horas y su entusiasmo por destruir las pruebas quedará patente en ella. ?Sigue queriendo llevársela?
Jenks aterrizó sobre mi hombro.
—No puedes conseguir una orden en tan poco tiempo —me susurró, y empecé a sudar.
Sí, sabía que llevaría un día, si es que la conseguía, pero no podía dejar salir de allí a Denon con el cuerpo.
Denon tenía la mandíbula apretada.
—Unas marcas de presión no significan una mierda.
Jenks alzó el vuelo y sobrevoló a Vanessa.
—?Y qué hay de las marcas de aguja? —dijo.
—?Dónde? —dije yo mientras atravesaba la habitación para mirar—. No las veo.
El peque?o pixie estaba orgulloso de sí mismo.
—Porque son peque?as. Son agujas tama?o pixie. Como cables de fibra óptica. Se puede ver la marca en la piel desgarrada. Quienquiera que la drogase intentó ocultarlo cortándole el brazo como si se tratase de un suicidio. Pero están ahí. Necesitaréis un microscopio para verlas.
Los labios de Glenn formaron una sonrisa hosca y nos giramos a la vez hacia Denon. La palabra de un pixie no significaba nada ante un tribunal, pero sí destruir una prueba intencionadamente. El vampiro parecía cabreado. Bien. Odiaba pensar que yo era la única que estaba teniendo una ma?ana horrible.
—Haga que le miren el brazo —dijo bruscamente, con los músculos tensos—. Quiero ver el informe antes de que se seque la tinta.
Oh, Dios, pensé, poniendo los ojos en blanco. ?Podría haber elegido una analogía más trillada?
Glenn cerró el cajón y echó la llave antes de pasársela a Iceman. Jenks estaba flotando a mi lado y yo no dije nada, pero sonreía porque sabía que teníamos razón, que Denon no la tenía y que la SI iba a acabar quedando como una idiota otra vez.
Pero Denon soltó una risa que me sorprendió.
—Sigues tocándole las pelotas a la gente, Morgan, y dentro de poco los únicos que querrán contratarte serán esos troles sin hogar que viven debajo de un puente y los corruptos metidos en magia negra. La culpa de que muriese es tuya, de nadie más.
Me quedé pálida y Jenks batió sus alas con agresividad. Denon no solo sabía que había sido asesinada y estaba intentando encubrirlo, sino que me estaba echando la culpa a mí.
—?Serás hijo de puta! —dijo Jenks enfurecido, y yo moví los dedos para decirle que no se metiese. Yo no era capaz de atrapar a un pixie, pero un vampiro cabreado quizá sí pudiese hacerlo.
Denon se giró prodigándome una hermosa sonrisa, tan seguro de sí mismo y sediento de poder como cuando había entrado.
—No lo escuches, Rachel. No fue culpa tuya. Eso es imposible.
Yo miré el cadáver tapado. Por favor, Dios. Que no tenga nada que ver conmigo.
—Sí, lo sé —dije, esperando que tuviese razón. No podía ser. Mi única conexión con ella era aquel pez y aquello ya estaba arreglado. Era la secretaria del se?or Ray, no era responsable de aquello en absoluto. Y además, para empezar, el pez no era del se?or Ray.