Levanté la vista, queriendo creer. Todo estaba borroso, era irreal.
—No olvidaste porque no pudieses soportarlo —dijo él. Su voz reflejaba culpabilidad por haberme etiquetado de débil—. Alguien te ha hecho olvidar en contra de tu voluntad. Está todo ahí, en tus emociones.
Parpadeé rápido intentando aclarar la vista. El dolor que sentía en el pecho no se me pasaba y no me dejaba pensar. Aquí había estado alguien más aparte de mí. Alguien más sabía lo que había ocurrido. ?Alguien que me había obligado a olvidar? ?Por qué?
Me invadió un nuevo miedo que me hizo centrar mi atención en Ivy, que seguía a un lado destrozada mientras Kisten permanecía en el suelo frío y muerto entre nosotras. Ella no quiso que Ford me ayudase a recordar. ?Acaso…? ?Acaso lo había matado porque me había mordido?
—No me acuerdo —susurró Ivy como si supiese lo que estaba pensando. Tenía la cabeza inclinada y los brazos alrededor de la cintura para evitar sufrir una crisis—. Podría haberlo hecho. No me acuerdo.
Edden puso la pistola de nuevo en la funda y la cerró. Cruzó los brazos con un gesto agresivo y adoptó una postura firme. Yo me puse de pie, dividida entre la ira hacia él y el miedo por Ivy.
—Ella nunca lo haría —dije asustada, y fui hacia ella para darle una sacudida—. Tú no harías eso, Ivy. ?Mírame! ?Tú lo querías!
Ella sacudió la cabeza y su pelo negro le ocultó la cara.
—Ella era sucesora de Piscary —dijo Edden—. Lo haría si se lo ordenasen.
—?Ella quería a Kisten! —exclamé, consternada y asustada—. ?Nunca haría algo así!
Edden tomó un camino más duro.
—En la calle se comenta que lo habría matado si él tocase tu sangre. ?Fue así?
La culpa pareció detener mi corazón y busqué frenética una salida. Jenks estaba sobre la cómoda, abatido. Estábamos en la misma habitación en la que yo había mordido a Kisten en un ataque de pasión de sangre que apenas yo misma llegaba a entender. él no me había mordido, pero ahora eso parecía no importar.
Ivy levantó la cabeza al quedarme yo en silencio. Su hermoso rostro estaba retorcido de dolor.
—Podría haberlo hecho —susurró—. No me acuerdo. Todo lo que ocurrió hasta que Piscary te atacó es una… una pesadilla confusa. Creo que alguien me dijo que tú habías probado a Kisten. No me acuerdo si alguien me lo dijo o yo lo averigüé. —Me miró con los ojos llenos de lágrimas, enmarcados por su pelo negro cubierto de oro. Su mirada albergaba un horrible miedo—. Puede que lo hiciese. ?Puede que lo hiciese, Rachel!
Mi estómago era un manojo de nudos, pero el terror había desaparecido y de repente lo comprendí. Ella no quería que saliésemos a buscarlo por miedo a enterarse de que lo había matado. No quería que Ford me ayudase a recordar por la misma razón. Alguien había matado a Kisten pero, en el fondo de mi corazón, yo sabía que no había sido Ivy, aunque siglos de evolución y condicionamiento le hiciesen desearlo.
—Tú no lo mataste —dije rodeándola con mis brazos para ayudarla a creérselo. Tenía los músculos en tensión y empezó a temblar en silencio—. No lo hiciste. Lo sé, Ivy. No lo harías.
—No me acuerdo —dijo, entre sollozos, admitiendo su miedo—. Lo único que recuerdo es estar enfadada, confusa y fuera de control. —Se movió y yo la solté para que pudiese levantar la cabeza—. ?Tú le mordiste? —susurró, rogándome con la mirada que le dijese que no.
Me alegraba de no llevar el amuleto, así al menos podía fingir que Ford no estaba observando el desarrollo de todo aquel drama. Si decía que sí, ella supondría que había matado a Kisten. Pero me era imposible mentirle.
—Le mordí —dije pronunciando las palabras de culpabilidad rápido para poder soltarlo antes de que ella decidiese que lo había matado y acabar con el dolor que llevaba dentro—. Me regaló un par de fundas por mi cumplea?os. Sabía que te habías insinuado a mí. Ahora, mirando hacia atrás, estoy segura de que lo hice para convencerlo de que no iba a dejarlo. De que era importante para mí.
Ivy gimió y se separó de mí.
—?Maldita sea, Ivy! —exclamé, limpiándome las lágrimas que me caían lentamente—. ?Tú no lo matarías por eso! ?Tú lo querías! Piscary nunca tocó esa parte de ti. ?Es imposible! Nunca fuiste suya. ?Solo él pensaba que lo eras! Kisten dijo que Piscary nunca te había pedido que me mataras, pero lo hizo, ?verdad? —dije mientras la observaba. Apenas podía respirar y su sufrimiento dudaba mientras intentaba recordar—. Te ordenó que me matases y tú te negaste. No me matarías por Piscary y tampoco a Kisten. Lo sé, Ivy. Por eso te cerraste. Tú no lo mataste. No lo hiciste.