Yo levanté un hombro con un movimiento nervioso.
—Hay alguien en siempre jamás que me debe un favor. Al ha venido aquí huyendo de un problema. Si doy un silbido vendrá alguien para recogerlo.
—?Pedazo de puta! —gru?ó Al, que se detuvo cuando Edden lo apuntó con el arma—. Solo conoces a Newt y Newt no tiene nombre de invocación. ?Quién te dio su nombre?
—?Ha vuelto a siempre jamás? —dijo Piscary, sonriendo otra vez y mostrando sus colmillos.
—Y está fuera de tu territorio. —Me temblaban los dedos y miré a Trent, molesta por su mirada de terror—. Territorios —a?adí para hacerlo plural, ya que no me gustaba que Trent pensase que hacía tratos con demonios—. Trent, haré eso por ti gratis.
Trent sacudió la cabeza y su hermoso pelo flotó con la brisa del aire acondicionado.
—Tratas con demonios —susurró y luego miró a Quen, como si se sintiese traicionado. Todo el mundo que él pensaba que era intachable no lo era. Parecía que Trent tenía sus propios problemas.
—No es así —dije abriendo la boca y dejando de apretar los dientes antes de provocarme dolor de cabeza—. Alguien de siempre jamás me debe un favor. ?Tienes algún problema con que pida que me devuelvan un favor para librarme de Al?
Su confianza se tambaleaba y Trent preguntó:
—?Qué le diste a un demonio para que te deba un favor?
Con el estómago contraído, me giré hacia Piscary.
—?Tenemos un trato o no?
El vampiro sonrió y sentí un escalofrío.
—Por supuesto que sí.
Al gru?ó y, mientras Edden lo retenía a punta de pistola, yo empujé el paquete sobre la mesa hasta que llegó al otro extremo.
—Mazel Tov —dije, triste, nerviosa e impaciente.
—?Era el regalo? —dijo Trent tartamudeando—. ?Lo trajiste a la boda?
—Sí —dije yo con una falsa alegría. Tenía ganas de vomitar. Comprar la seguridad de Kisten y la mía a Piscary estaba fatal. Pero era eso o negociar con un demonio, y yo prefería mantener limpia mi alma y que mi ética se ensuciase un poco. Supongo. Me sentía sucia. Eso no era lo que yo quería ser.
—Hijo de puta… —dijo Al mientras Piscary extendía sus largas manos para cogerlo.
—?Rachel! —gritó Jenks desde el techo—. ?Agáchate!
Contuve el aliento con un siseo y me tiré al suelo sin mirar. Golpeé las baldosas con los antebrazos y vi los pies de Al corriendo hacia mí. Rodé por debajo de la mesa hacia Quen, pero había desaparecido.
—?Al suelo! —gritó la voz de Edden con fuerza e insistencia. Yo estaba debajo de la mesa apoyada en las manos y en las rodillas y me puse tensa esperando un disparo. Pero nunca tuvo lugar.
De repente se escuchó un sonido gutural al fondo de la sala y me quedé sin aliento al ver a Al en el suelo. Piscary estaba encima de él. El vampiro no muerto había saltado al otro extremo de la sala. Me estaba protegiendo. Le había pagado para que me mantuviese con vida y eso estaba haciendo. Conmocionada, me puse en pie como pude.
Quen y yo habíamos intercambiado los sitios. El elfo guerrero tenía a Trent contra una esquina junto a la puerta. Edden estaba de pie delante de ellos apuntando a Al con la pistola. Los lobos estaban junto a la barra del fondo con los ojos como platos. Ivy estaba parpadeando desde su silla, mirando su reflejo en la distante luna de efecto espejo, ignorando los intentos de Skimmer por ponerla de pie y llevarla al fondo de la sala. La vampiresa tenía los ojos negros de miedo y la boca abierta de terror. Olía a ámbar quemado y me toqué la ropa en busca de da?os. Pero entonces lo vi. El pomo de la puerta estaba derretido. No íbamos a salir de allí en un buen rato.
Oh, Dios. Quería vivir.
Las luces de la sala que estaba al otro lado del espejo estaban encendidas y alguien intentaba romper el cristal con una silla. Con el corazón a mil, me retiré hacia la pared sin dejar de mirar a Piscary y a Al.
—?Jenks, apártate! —grité cuando vi la chispa de polvo de pixie. Gru?endo y ense?ando los colmillos, Piscary se enfrentaba con Al. El demonio estaba en gran desventaja en aquel cuerpo de brujo y me quedé fría al darme cuenta de que Piscary lo tenía. Me puse de pie aturdida cubriéndome el cuello con la mano mientras el vampiro hundía sus colmillos.
Al bramó y consiguió meter primero un brazo entre ambos y luego una rodilla. Con un grito de dolor, intentó empujar a Piscary, sin conseguirlo. Se me llenaron los ojos de lágrimas al recordar el miedo que se pasaba y al ver el cuerpo del demonio quedarse sin vida con un gemido al empezar a hacer efecto la saliva de vampiro.
Me agarré el antebrazo dolorido y miré hacia otra parte. Entonces vi a Trent detrás de Quen. él también parecía conmocionado. Creo que hasta ese momento no sabía el terror que habíamos sufrido Quen y yo cuando habíamos sido atacados por un no muerto. A ellos no les importaba. Ellos existían para alimentarse. Hablar y caminar simplemente se lo ponía más fácil.