Yo apreté los dientes. No pienso trabajar para Piscary. No lo haré.
—Puedo intentarlo —le dije a Piscary—. Pero dependerá de lo que me cabrees.
El hombrecillo vestido con ropa tradicional egipcia unió las manos y levantó los dedos con aire pensativo.
—?Quieres que anule el regalo de Kisten, que lo acoja de nuevo en mi gracia, que te garantice protección de todos ellos… —dijo con un gesto elegante— y seguir estando sujeto a tu sentido único de la indignación moral?
Al hizo resonar sus zapatos contra el suelo y todo el mundo se puso tenso al verlo acercarse a la mesa. Estaba claro que disfrutaba al ver a la gente incómoda con su presencia, y se sentó con un movimiento provocativo a la cabeza de la mesa.
—Lo volveré a repetir, Rachel Mariana Morgan. No te cortas a la hora de pedir cosas.
Deseé que dejase de utilizar todos mis nombres a la vez.
—Mira —dije al ver a Edden más relajado ahora que el demonio estaba sentado—, sé lo que es el foco, lo que hace y que funciona. Lo tengo y no lo voy a dar sin obtener nada a cambio. —Entonces miré a Trent—. Y el dinero no me mantendrá con vida.
—Yo puedo mantenerte viva —dijo él con su voz gris llena de seguridad, aunque Edden estaba justo detrás de él para meterlo en una celda si no conseguía reunir el dinero de la fianza—. Me infravaloras si crees que no puedo hacerlo.
Yo hice una mueca al recordar como me había ofrecido una isla para sacarme de la ciudad y de su yugo. Todavía no sabía por qué. Quizá porque sabía que mi sangre podía avivar la magia demoníaca. Pero a él le daba miedo la magia negra. Aquello no tenía sentido.
—Gracias, pero no —dije con un tono cortante—. Prefiero negociar con los no muertos. —La se?ora Sarong estaba mirando mi bolso como si quisiese cogerlo y yo lo acerqué más a mí—. El foco provocará más confusión que la Revelación. No puedo destruirlo sin invocar la magia demoníaca y, a pesar de lo que todos creéis, la evito siempre que puedo. —Respiré hondo y me dirigí a Piscary—. Supongo que lo mantendrás oculto y a este lado de las líneas para que los hombres lobo no destronen la superioridad de los vampiros —dije, y él asintió. La luz se reflejaba en su cuero cabelludo afeitado.
—?No son superiores a nosotros! —gritó el se?or Ray, y la se?ora Sarong apartó su silla en una muestra de distanciamiento de él, claramente cansada de su falta de educación.
—?Y por eso lo deseas tanto? —dije con acritud—. Sin el foco sois los segundos, quizá los terceros de la cadena alimenticia. Asúmelo como todo el mundo.
La tensión había endurecido todos mis músculos. Estaba perdiendo el control. Edden tenía un arma, pero allí dentro había dos depredadores y un guerrero álfico, todos mortíferos por sí mismos.
Solo Piscary parecía seguro de sí mismo.
—Tienes miedo —susurró. Estaba empezando a desaparecer el borde marrón en sus ojos—. Hueles tan… bien.
Sentí la adrenalina por todo mi cuerpo, seguida del recuerdo de él sujetándome contra el suelo de su apartamento, lamiendo la sangre de mi codo y llegando hasta el cuello.
—Y tú apestas como la carro?a de tres días debajo de esas feromonas y de esos hechizos de brujo. ?Tenemos un trato o no?
—Quizá —dijo él brevemente—. Pero pides demasiado. Voy a estar muy ocupado intentando mantener bajo control a esa bola peluda de perdición —dijo mirando a Al, sonriendo cada vez más hasta mostrar los colmillos—. Por eso me dejaron salir. Tengo que cumplir mis servicios a la comunidad.
Detrás de él, Skimmer se revolvió incómoda y él la miró con nerviosismo.
—?Te refieres a Al? —pregunté yo cuando el demonio se inclinó hacia atrás y puso sus brillantes zapatos de vestir sobre la mesa con aire de satisfacción—. Sin problema. Lo devolveré a siempre jamás en cuanto haga una llamada telefónica interdimensional.
Yo no practicaba magia demoníaca. No lo hago.
—?Serás zorra! —juró Al golpeando el suelo con los pies al levantarse. Se le cayeron las gafas y las buscó a tientas—. ?No puedes hacerlo! ?No conoces ningún nombre de invocación, excepto el mío!
Edden se movió y sacó su arma. Desbloqueó el pestillo de seguridad y Al se detuvo y dio un traspié al recordar que no se podía convertir en neblina. Quen estaba tenso y Trent estaba rígido en la silla. Yo era quien estaba más cerca de él, pero sabía que no protegería su anticuado culo de elfo. Además, me estaba mirando como si me hubiesen salido de repente alas negras con una cola y unos cuernos a juego.
Piscary, sin embargo, estaba más tranquilo y sereno que nunca. Detrás de él estaba Skimmer, que por fin parecía asustada, e Ivy, que parpadeaba mostrando unas leves arrugas de preocupación en la frente. Frente a Piscary, ahora Al era débil, atrapado en el cuerpo de un brujo y capaz de hacer solo lo que podía hacer Lee.
—No puedes desterrarlo —dijo serenamente el vampiro no muerto—. No mientras esté poseyendo a otra persona.