Por unos demonios más

—Me gustaría que me incluyeses en tus procesos mentales —dijo con sequedad.

 

—Mira, haz como si siguieses en el ejército —dije. Me parecía que nuestra conversación estaba llegando a su fin.

 

—Sí —dijo soltando una risa sarcástica mientras se ponía de pie—. Estaría más seguro en primera línea de combate que trabajando contigo. —Cogió su café y se?aló la puerta—. Después de ti. Cuanto antes acabemos con esto, antes podré irme a casa.

 

Las alas de Jenks volvieron a cobrar vida y me puse en pie, tomándome un momento para coger el regalo, el bolso y recuperar la compostura. Las mariposas de mi estómago se habían convertido en luciérnagas y me lo oprimían. Edden abrió la puerta y, al escuchar el ruido, me quedé plantada pensando en qué medida necesitaba sentir el peligro para recordarme a mí misma que estaba viva. ?Una yonqui de la adrenalina? Me daba vergüenza admitir que Jenks probablemente tenía razón. Explicaría muchas cosas que yo descartaba sin más solo por ser una forma de vida estúpida. No pude evitar preguntarme si habría sopesado mal el riesgo esta vez y si todo eso acabaría volviéndose contra mí. Pero parte de aquello no era culpa mía.

 

Jenks aterrizó sobre mi hombro y dijo:

 

—La idea de abrir una tienda de hechizos ya te va pareciendo una idea mejor, ?no, Rachel?

 

—Cierra el pico, Jenks —murmuré, pero lo dejé estar donde estaba… lo necesitaba.

 

Edden se paró delante de la mesa de Rose y echó un vistazo al remolino de agentes que intentaban ocuparse de los inframundanos enfadados. Parecía que lo llevaban bien. Quizá los ensayos que Edden me había pedido que escribiese para su manual estuviesen dando sus frutos.

 

Piscary estaba de pie bastante cerca de mí, mirándome con sus ojos inquisidores y agarrando de forma posesiva a Ivy mientras Skimmer hablaba en calidad de abogado con una mujer nerviosa que sujetaba entre sus brazos una carpeta. Todos estaban sentados y se me encogió el corazón al ver la mirada perdida de Ivy. Era como si no estuviese allí. Podía verse a los equipos de noticias a través de las ventanas negras y las luces brillaban en la niebla mientras se apretujaban al otro lado de las puertas como aspirantes a famosos intentando entrar en un club.

 

—Quería decirte que llevas un vestido muy bonito —dijo el capitán sin mirarme mientras oscilaba del talón a la punta del pie con las manos detrás de la espalda—. Las botas le dan un toque especial.

 

Yo las miré y suspiré.

 

—Me duele el pie. Ayudan. —El pie, el brazo, la espalda… todo me dolía una barbaridad. Me sentía como si me hubiese peleado, no dormido en el sofá de Ivy. Dios, espero que esté bien. Edden se rio entre dientes por mi sarcasmo.

 

—Pensé que simplemente te gustaba caminar con ellas. —Se giró y le hizo un gesto a un agente que parecía menos ocupado que el resto—. Espero que puedas encontrar una solución para lo de tu novio.

 

Jenks agitó las alas más rápido.

 

—Gracias —dije apartándome con cuidado un mechón de pelo.

 

—?Por qué no te buscas a un brujo majo? —dijo Edden dando un paso atrás para dejar pasar al agente—. Aprovecha esta oportunidad para poner algo de espacio entre tú y el se?or Felps. Me importas, ?sabes? y odio verte metida en política de vampiros. La gente muere cuando hace eso.

 

No pude evitar sonreír.

 

—Vaya, gracias, papá. ?Puedo recuperar el permiso de conducir?

 

Le brillaron los ojos.

 

—Estás castigada sin salir hasta que limpies tu habitación y lo sabes.

 

Oí un resoplido procedente de mi hombro, pero Jenks estaba demasiado cerca y no podía verlo. ?Limpiar mi habitación? Supongo que era una metáfora adecuada. La verdad es que había puesto la ciudad patas arriba.

 

El agente que Edden había sacado de la melé se detuvo ante nosotros expectante y Edden le dijo que se acercase.

 

—?Dónde está Kalamack? La se?orita Morgan necesita una sala y no quiero que esté cerca de él.

 

Resoplé con mal humor sintiéndome insultada y el hombre me miró como pidiendo disculpas.

 

—Está en la cinco, pero la tres está disponible —dijo.

 

—De ninguna manera —dije con sequedad—. No pienso meterme en una sala de interrogatorios peque?a con Piscary. Quiero una sala de conferencias en la que pueda meter a algunos testigos. —Y patearles el culo a algunos vampiros si fuese necesario.

 

Edden se cruzó de brazos.