—Si lo hubiese arrestado en cualquier otro sitio me habría matado —dije mirándome el dedo y tirando un poco de café al quitar la tapa. Furiosa conmigo misma, absorbí el riachuelo con mi bolso gastado antes de que me gotease en el vestido. Joder, me sentía como uno de esos chiflados que deambulan por la plaza Fountain, con mi bolso raído, mi regalo envuelto con el foco dentro y un vestido que costaba más que un semestre de matrícula.
—Si estuvieses muerta mi vida sería más fácil. —Edden tenía la cara tensa cuando se inclinó para coger su café—. ?Escucha eso! —dijo se?alando el vestíbulo oculto tras las persianas—. Mi gente no sabe cómo manejar esto. ?Por eso existe la SI! ?Y tú vas y los traes a todos aquí? ??Me los traes a mí?!
—Pensé que sabías lo que iba a hacer —dije—. Glenn…
Edden levantó la mano y yo corté la frase. La expresión de ira desapareció dejando paso a un lastimero orgullo por su hijo adoptado.
—No —murmuró bajando la mirada a la mesa—. Traspapeló la documentación con las solicitudes para el picnic de la empresa. Y, por cierto, estás invitada.
—Gracias —dije, preguntándome si entonces seguiría viva. Deprimida, bebí un sorbo de café y me alegré de que la AFI tuviese en orden sus prioridades y comprase buen material.
Edden frunció el ce?o. Su orgullo porque Glenn mejorase el sistema haciéndolo más justo se desvaneció y volvió a aparecer la ira.
—Kalamack dejó la casilla de especies en blanco en su declaración —dijo—. ?Sabes lo que significa eso? —Yo tomé aire para responder, pero él se apresuró a hacerlo por mí—. Significa que no va a decir si es inframundano o humano y está aceptando la jurisdicción de la AFI. Yo me tengo que ocupar de esto. ?Yo! ?Y tú quieres que te pague por echarme encima toda esta mierda?
Yo apreté la mandíbula.
—Ha quebrantado la ley —dije acaloradamente. El humano, que rara vez se ponía en plan déspota, suspiró moviendo todo el cuerpo.
—Sí, así es.
Estuvimos un momento en silencio y luego Edden le quitó la tapa al café.
—Tengo a Piscary en mi vestíbulo —dijo con aspereza—. Dice que quieres hablar con él. ?Cómo se supone que voy a mantenerte con vida hasta que declares si Piscary viene a mi departamento a matarte?
Miré a Jenks, que estaba empezando a despedir una leve estela de polvo brillante por los nervios.
—Piscary no ha venido aquí a matarme —dije ocultando los temblores con un sorbo de café—. Yo le pedí que viniese. Quiero conseguir su protección para mí y para Kisten.
Edden se quedó muy quieto mientras yo, con un enorme sentimiento de culpa, bebía más café y dejaba el vaso de nuevo sobre la mesa. La acidez de la bebida me llegó al estómago y me lo revolvió. Piscary era un chiflado enfermo… y también el único que podía protegerme y anular el regalo de la sangre de Kisten.
—?Vas a comprar la protección de Piscary? —Edden sacudió la cabeza y las pocas arrugas que tenía se hicieron más profundas—. Te quiere matar. Tú lo metiste en la cárcel. No va a olvidarse de eso solo porque ahora esté fuera. Y se comenta que ha regalado la sangre de tu novio. —Dejó de mirarme a los ojos, avergonzado—. Rachel, lo siento. No puedo hacer nada con respecto a eso.
Me invadió un intenso sentimiento de traición, de pérdida de inocencia. Sabía que no se podía hacer nada para evitar que Piscary se saliese con la suya por tratar a Kisten como a una caja de bombones pero, maldita sea, se suponía que esa gente era la que tenía que protegernos de los malos. Odiaba aquello, pero lo que más odiaba era que tenía que trabajar en un sistema tan corrupto como ese para que no me matasen. Como si tuviese más alternativas.
—Lo siento —repitió Edden y yo lo miré con arrepentimiento para hacerle ver que comprendía su postura. Joder, si estaba justo a su lado.
Jenks agitó las alas y yo abrí la raja del vestido para ense?arle el paquete que estaba entre mis pies. Vistas desde arriba, mis botas de puntera parecían realmente viejas, pero me alegraba de llevarlas puestas.
—Tengo algo que desea más que la venganza —dije, rezando para no haber sobrestimado su valor. Aunque aquello me crispaba cada fibra de mi ser, tenía que funcionar. Tenía que funcionar.
Edden se inclinó hacia delante para mirar el paquete envuelto en papel azul y luego se recostó en la silla.
—No quiero saber lo que hay ahí dentro. De verdad que no.
Lo volví a tapar con el vestido.
—Pensé que esta era la forma más segura de ultimar un acuerdo con Piscary —dije dócilmente.
—?En mi oficina? —me gritó.
—Bueno… —dije yéndome por la tangente—. ?Quizá en una sala de reuniones?
Edden abrió los ojos de par en par por el descrédito y yo empecé a enfadarme un poco.
—Edden —dije con voz zalamera—, no tengo otro sitio adonde ir. Kalamack es responsable de las muertes de esos hombres lobo. Yo estoy intentando salvar mi propio culo con esto. Lo único que tengo que hacer es nadar entre la mierda y conseguirlo. Entonces, ?me vas a lanzar un salvavidas o tendré que nadar como un perrito para conseguirlo por mí misma?
él inclinó la cabeza para mirar el reloj de la pared que tenía detrás. Casi podía leer sus pensamientos. ?Por qué no habría esperado unas cuantas horas hasta que estuviese más tranquilo?