Por unos demonios más

—?Me dijo que lo había hecho él! —exclamé—. ?Por qué nadie me cree?

 

Glenn se acercó más a mí y yo me puse rígida, utilizando lo que me quedaba de voluntad para no intentar soltarme cuando me agarró por el hombro.

 

—Cállate —me dijo desde muy cerca, tanto que pude oler el sudor debajo del gel para después del afeitado—. Todo el mundo que tiene placa sabe que odias a Kalamack. No puedo pedir una orden de arresto porque tú digas que te confesó haberlo hecho.

 

Yo resoplé y luego di un respingo cuando me acercó más a él de un tirón.

 

—Yo te creo, Rachel —dijo Glenn casi susurrándome al oído—. Ese hombre es basura. Y voy a investigarlo.

 

—Investigarlo —dije con un tono de recriminación y luego me sobresalté cuando Glenn me apretó el hombro.

 

—He dicho que voy a investigarlo y si averiguo algo te lo haré saber. —Luego me soltó—. Tú estate quietecita. No me sirves de nada si estás en la cárcel.

 

Me retiré un paso hacia atrás y vi que el personal de la ambulancia sacaba a Serena. Habían utilizado un hechizo de bruja para hacerla volver a su forma humana. Por lo que pude ver, se parecía a una de aquellas mujeres de la morgue: una silueta esbelta bajo una sábana de camilla con su pelo largo y marrón despeinado. Estaba claro que a David le gustaban las mujeres así. Aunque estaba inconsciente, el dolor se le reflejaba en las arrugas del rostro.

 

—David no le ha hecho da?o —susurré mientras el personal de la ambulancia la metía en la parte de atrás.

 

—Entonces lo soltarán cuando ella recupere la consciencia y nos lo confirme —dijo Glenn.

 

Yo me giré hacia él con los ojos llenos de lágrimas.

 

—Si viviésemos en un mundo perfecto.

 

Sentí un cosquilleo en la nariz por el olor a incienso y me di la vuelta. Denon estaba detrás de mí y era evidente que se alegraba de haberme asustado. Tenía mejor aspecto, casi como solía ser antes. Llevaba puesto su habitual polo y aquellos pantalones que le resaltaban su estrecha cintura y sus piernas musculosas. Estaba claro que había estado con alguna vampiresa muerta y aquello le había levantado un poco la moral. Se le notaba. Se me aceleró el pulso al recordar a los oficiales de la SI esposando a David, y me acerqué a Glenn.

 

—Denon —dije con sequedad, diciéndome a mí misma que no le tenía miedo, a excepción de lo que pudiese hacerme enarbolando la bandera de la SI.

 

—Morgan —dijo el gran hombre con una voz que sonaba a chocolate con leche. Luego miró a Glenn, que estaba detrás de mí.

 

—Agente Glenn.

 

Tuve un escalofrío al sentir su voz subiéndome por la columna con la sutileza del terciopelo. Maldita sea, alguien había estado jugando con él, genial. Glenn parecía haberse dado cuenta también, ya que lo único que hizo fue un gesto con la cabeza.

 

Denon sonrió y mostró sus dientes planos.

 

—Morgan, es para mí un gran placer pedirte que me acompa?es para interrogarte en relación con el asesinato de Brett Markson.

 

Contuve el aliento cuando quiso agarrarme y al retirarme choqué contra el peso sólido de Glenn. Nerviosa, me puse recta.

 

—Tengo una coartada, Denon. Atrás.

 

La gente nos observaba y Denon arqueó las cejas.

 

—Han decretado la hora de la muerte de Markson a las siete. Tú estabas durmiendo y sé que no había nadie contigo, ya que tanto tu novio como tu compa?era de piso estaban con Piscary en ese momento —dijo mirándome de soslayo.

 

No quería pensar en aquello. No podía pensar en aquello.

 

—Tuve una reunión matutina con el se?or Kalamack —dije, manteniendo bajo el tono de voz para que no lo oyese temblar.

 

Denon abrió los ojos de par en par y abandonó su actitud arrogante, cosa que me ayudó a recuperar un poco de fuerza.

 

—Ya sabes cómo son los humanos —a?adí deslizándome de lado para no chocar con Glenn si tenía que realizar algún movimiento, pero Glenn se movió conmigo—. Insisten en que todo el mundo se adapte a sus horas. No tienen respeto por otras culturas.

 

Denon entornó los ojos y sacó un finísimo teléfono móvil de un soporte para cinturón. Sus dedos oscuros pulsaron los botones con cuidado; parecía que estaba buscando en una lista de números.

 

—Supongo que no te importará si lo compruebo.

 

Yo me quedé helada, ya que no sabía si Trent le diría la verdad.

 

—Adelante —dije con osadía.

 

La gente se estaba reuniendo a nuestro alrededor. Podía sentirlos. Glenn se acercó más a mí.

 

—Rachel…

 

Yo lo miré a los ojos y me sentí peque?a entre los dos hombres negros.

 

—Trent estaba conmigo —insistí. Pero ?lo admitirá?, pensé, encogiéndome de miedo al recordar cómo se había marchado. Probablemente no.

 

—Se?or Kalamack —dijo alegremente—, siento interrumpir su tarde. Sé que está ocupado, pero esto solo me llevará un momento. Necesito que me confirme que estuvo con la se?orita Rachel Morgan entre las siete y las siete y media.

 

Denon me miró.