David redujo la velocidad con la mano temblorosa sobre el volante. La carretera estaba vacía y cogió de nuevo velocidad.
—?Qué quieres decir con que la AFI te ha pinchado la línea? —pregunté mientras nos internábamos en la interestatal para cruzar el río desde los Hollows a Cincinnati—. No pueden hacer eso.
—Pues lo han hecho —dijo David malhumorado—. El oficial Glenn cree que soy el responsable de las muertes de los hombres lobo. No solo de los suicidios, sino de todas. Cree que soy una especie de mezcla entre Jack el Destripador y míster Hyde.
Solté una risa burlona y luego me puse tensa cuando se cruzó delante de un camión articulado.
—Es Trent —dije envuelta en una nube de adrenalina—. Me lo ha confesado. Y mira lo que estás haciendo. ?Dios! ?Conduces aún peor que Ivy!
David me lanzó una mirada rápida.
—?Trent Kalamack? ?Para qué?
Las alas de Jenks tenían un extra?o color verde.
—Está buscando el foco —dijo el pixie enfermo—. Esta ma?ana ha averiguado que Rachel lo tiene.
—?Me cago hasta en la leche! —dijo David en voz baja—. ?Lo tienes? ?Está a salvo?
Yo asentí con la cabeza.
—Voy a dárselo a Piscary para que lo vuelva a esconder.
—?Rachel! —exclamó David, y yo se?alé el camión parado en el semáforo en rojo justo al borde del puente.
—No puedo guardarlo de forma segura —dije mientras pisaba los frenos—. ?Qué se supone que tengo que hacer con él? Cuando alguien se entere de que lo tengo, mi magia no bastará para conservarlo. Por lo menos Piscary tiene suficiente autoridad como para evitar que lo droguen y decirles dónde está.
Los ojos de David mostraban preocupación.
—Pero les pertenece a los hombres lobo.
El semáforo cambió de color y yo contuve el aliento hasta que estuve segura de que David no iba a adelantar como una flecha al camión que teníamos delante, pero el hombre lobo que por lo general se preocupaba tanto por la seguridad, simplemente se mostró molesto porque el camión tardase tanto en arrancar.
—Créeme —dije suavemente—, si hubiese una manera de poder dárselo a los hombres lobo lo haría, pero está hecho por demonios y lo único que va a hacer es causar problemas. Es necesario un cambio, pero lentamente, no rápido. De lo contrario… —dije pensando en el dolor de su novia.
—Entonces debería ocultarlo un hombre lobo —a?adió.
—?Quién, David? —le pregunté frustrada, y Jenks agitó las alas con nerviosismo—. ?Tú? Ya lo intentamos. ?El se?or Ray? ?La se?ora Sarong? ?Y qué tal Vincent? él tenía a tres manadas ligadas a él y eran salvajes. Todos ellos transmiten el poder de un alfa, pero les falta el control que implica la posición de alfa.
él apretó la mandíbula en silencio y yo continué.
—Uno no se convierte en alfa, sino que nace alfa. Ellos no sabrían manejarlo. El cambio tiene que ocurrir lentamente. Es como tu novia, que intenta convertirse en hombre lobo sin el colchón físico y mental que a ti te dieron mil a?os de evolución.
David relajó un poco la mano en el volante y yo también me relajé.
—?Quizá todavía no ha llegado el momento? —dije suavemente. Me abracé a mí misma y él giró rápidamente a la derecha para entrar en su complejo de apartamentos.
—Esto no tiene buena pinta —dijo Jenks, y la cara de David se quedó vacía de toda emoción. Yo seguí sus miradas al aparcamiento y se me encogió el estómago. Había dos todoterrenos de la SI, tres de la AFI y una ambulancia multiespecies.
—No pasa nada —dije llevando la mano al cinturón de seguridad—. No creo que estén en tu apartamento.
Sin decir nada, David se acercó todo lo que pudo e intentó desabrocharse el cinturón mientras soltaba tacos hasta que lo consiguió.
—Es mi apartamento. Yo tenía las cortinas cerradas y ahora están abiertas. Y Serena no podría estar despierta todavía. —Dejando las llaves en el contacto, salió a toda velocidad del coche con pasos crispados y decididos mientras se dirigía a su puerta.
Yo salí lentamente y me quedé de pie, encajada entre el coche y la puerta abierta, con los brazos sobre el techo. Jenks se posó sobre mi hombro y no dijimos nada cuando un agente de la SI detuvo a David en el umbral. Hablaron un ratito y entonces se me revolvió el estómago al ver que el hombre lo esposaba.
David parecía abatido, pero no ofreció resistencia, consciente de que resistirse les daría una razón para meterlo en una celda y olvidarse de él dentro de lo permitido por la ley.
Vimos a alguien moverse al otro lado de la ventana del piso de arriba y yo apreté el bolso con más fuerza, contenta de tener el foco, ya que la SI estaba aprovechando la oportunidad para registrar el apartamento de David. Su gato me observaba desde otra ventana, pero se escapó cuando una figura oscura pasó junto a él.