Por unos demonios más

—Está cubierta en agua salada —dijo—. Dijo que había tirado al suelo a Ceri de un empujón. Es evidente que la mujer le lanzó un hechizo y Rachel sigue húmeda por haber roto el encantamiento.

 

En realidad eso no era lo que había ocurrido realmente, pero no sería yo quien se lo aclarase. Empecé a enfadarme. Por cómo había formulado la pregunta, me daba la impresión de que Trent había cargado la pistola con hechizos de sometimiento. Era ilegal. Gris, ya que no necesitabas matar a nadie para hacerlo, pero era muy, muy ilegal.

 

Trent resopló y se estiró las mangas.

 

—Bien. Sométela a tu manera. Intenta no dejarle cardenales. Si no hay marcas, no hay ninguna razón para desenterrar recuerdos perdidos.

 

Vale, esto todavía no se ha acabado… Con el pulso a mil, me puse en posición de lucha mientras seguía buscando el sonido de alas de pixie. Quen avanzó. Al parecer, su anterior indecisión solo tenía que ver con no utilizar la magia, no la fuerza, para afirmar su derecho a dominar. Daba la impresión de que, si no conseguía vencerlo físicamente, merecía ser utilizada y desechada como un pa?uelo de papel.

 

—Quen, no quiero tener que hacer esto —le advertí, recordando nuestra última pelea. Me habría aplastado si mis compa?eros de piso no hubiesen interferido—. Lárgate o…

 

—?O qué? —dijo Trent de pie junto al piano blandiendo una sonrisa indignante—. ?O nos convertirás en mariposas? Tú no utilizas magia negra.

 

Me puse firme y cerré los pu?os.

 

—Ella no —dijo la voz de Ceri procedente del pasillo, y la mirada de Trent pasó por encima de mi hombro—. Pero yo sí.

 

 

 

 

 

27.

 

 

—Maldita sea —dijo Trent en voz baja mirando a Ceri mientras Quen se detenía.

 

El aire pareció crujir, pero luego me di cuenta de que eran las alas de Jenks. El pixie revoloteó hasta ponerse a mi lado, esperando órdenes. Sentí que Ceri se ponía detrás de mí, pero no podía apartar la mirada de Quen, allí de pie, con los labios separados, los brazos pegados al cuerpo y su uniforme negro.

 

Lentamente, me puse recta. Ceri avanzó. Olía a jabón y llevaba puesto un vestido fresco de color violeta y dorado que le tapó sus pies descalzos cuando se detuvo a mi lado. Tenía el crucifijo pegado al cuerpo. Su confianza en sí misma era absoluta, al igual que su ira.

 

—Ah, Ceri —dije, sin saber qué otra cosa hacer—, ese hombre del traje es Trenton Aloysius Kalamack, capo de la droga, asesino y miembro de la lista de las treinta mayores fortunas. Ese que está delante de él es Quen, su jefe de seguridad. Trent, Quen, esta es Ceridwen Merriam Dulcíate, originaria de las edades Oscuras de Europa. —?Que empiece la fiesta!

 

Trent se quedó pálido.

 

—?Cuánto tiempo lleva escuchando…?

 

—Lo suficiente.

 

Me quedé pálida al darme cuenta de que el zumbido que emitía Ceri y la niebla blanca que rodeaba sus dedos con sus peque?as vendas de mariposas era magia esperando ser dirigida. Oh, mierda.

 

—Mmm… Rachel —dijo Jenks en voz alta.

 

Sentí un escalofrío al ver el enfado orgulloso de Ceri.

 

—Echémonos para atrás, Jenks. Esto puede ponerse feo.

 

El ángulo de advertencia que formaban las cejas de Trent me decía que quería hacer como si no hubiese pasado nada para poder conocer a Ceri sin que se inmiscuyese entre ambos la fea realidad de su vida. Sí, ya…

 

El sol multicolor que entraba por las vidrieras a?adía un aire surrealista al punto muerto en que nos encontrábamos. Quen estaba junto al piano y, cuando el elfo más viejo caminó para reunirse con Trent, Ceri lo miró con tranquilidad. Quen se detuvo. Al ver su acatamiento, el halo negro que le rodeaba los dedos desapareció.

 

Yo relajé los hombros cuando sentí que soltaba la línea luminosa. Sabía que probablemente ya tenía suficiente siempre jamás acumulado en si cabeza como para hacer volar por los aires el tejado de la iglesia, pero Trent y Quen no lo sabían.

 

—Ahora que te conozco, veo que Rachel tenía razón —dijo Ceri mientras se colocaba con elegancia en el centro de la sala mientras su vestido ondeaba suavemente—. Eres un demonio.

 

—?Perdona? —La hermosa voz de Trent transmitía más enfado que confusión.

 

No tenía ni idea de cómo iba a terminar todo esto, pero me alegraba de estar fuera de la línea de fuego. Ceri se dio cuenta de que Quen se había movido para igualarse a mi posición y se puso tensa, y su pelo claro se movió cuando inclinó la cabeza regiamente—. ?Te ha contado Rachel que antes de que me rescatase yo era familiar de un demonio? —le dijo a Trent. Al ver que asentía, continuó—: Conozco muy bien a los demonios. Y eso es lo que hacen: te ofrecen algo que parece fuera de tu alcance a cambio de algo que quieren y que está fuera del suyo. Aquí les llaman hombres de negocios. Y tú eres muy bueno.

 

él se puso colorado y dijo: