Por unos demonios más

—Sí —dije, dándome cuenta de que el hecho de haberlo puesto en pasado funcionaba. Ya no lo culpaba. Piscary lo había matado, bueno, hablando en general. En cierto modo. Quizá. Y si yo era una brujita buena y mantenía el culito de elfo de Trent a salvo durante su boda, quizá me contase los detalles. Sacudí mis pensamientos mentalmente y aparqué aquello para darle vueltas más tarde.

 

—?Quieres conocerlo? —pregunté con voz cansada. Parecía tan emocionada por aquella posibilidad…

 

Su cólera almacenada se desvaneció y sonrió desde el otro lado de la mesa.

 

—Sí, por favor.

 

?Sí, por favor.? Como si necesitase mi aprobación.

 

—No necesitas que te dé permiso.

 

Mi tono era casi hosco, pero ella dejó caer los ojos recatadamente.

 

—Pero quiero que me lo des. —Dejó la taza sobre el plato con un clic—. He crecido con la esperanza de que alguien me guiase en los asuntos del corazón: un guardián y un confidente. Mis padres están muertos. Mi especie se ha reducido con el tiempo. Tú rescataste mi cuerpo y liberaste mi alma. Tú eres mi Sa'han.

 

Me erguí en la silla como si me hubiesen tirado un cubo de agua helada por encima.

 

—Eh, espera, Ceri. Yo no soy tu guardiana. No lo necesitas. ? No le perteneces a nadie! —?Acaso se ha vuelto loca?

 

Ceri puso los pies en el suelo y se inclinó hacia delante rogándome con la mirada que la comprendiese.

 

—Por favor, Rachel —suplicó—. Necesito esto. Ser familiar de Al me lo arrancó todo. Devuélveme ese trozo de mi vida. Necesito recuperar lazos con mi antigua vida antes de poder cortarlos y pasar a esta.

 

Entré en pánico.

 

—?Soy la última persona a la que deberías pedir consejo! —conseguí decir tartamudeando—. ?Mírame! ?Soy un desastre!

 

Ceri bajó la mirada y sonrió.

 

—Eres la persona más generosa que conozco y arriesgas constantemente tu vida por aquellos que no pueden defenderse por sí mismos. Veo esto en la gente a la que amas. Ivy, que tiene miedo de no poder seguir librando sola su batalla. Kisten, que lucha por permanecer en un sistema en el que sabe que es demasiado débil. Jenks, que tiene la valentía pero no la fuerza suficiente para dejar huella en un mundo que ni siquiera lo ve.

 

—Vaya, gracias Ceri —farfulló el pixie desde debajo de la servilleta.

 

—A menudo vemos lo peor de la gente —dijo—, pero tú siempre ves lo mejor. Con el tiempo.

 

Yo la miré boquiabierta. Al notar mi malestar, dudó.

 

—?Confías en Trent?

 

—?No! —espeté, y luego hice una pausa. Pero aun así contemplaba la posibilidad de presentárselo a Ceri—. Quizá en algunas cosas —corregí—. Pero sí confío en tu buen juicio.

 

Al parecer dije lo correcto, porque Ceri sonrió y me puso una de sus frías manos sobre la mía.

 

—Crees en él más de lo que piensas y, aunque puede que no lo conozca, confío en tu juicio, por mucho que tarde en llegar. —Entonces sonrió con picardía—. No soy una ni?a tonta que se deja cegar por un trasero agraciado y una extensa lista de propiedades.

 

?Un trasero agraciado y una extensa lista de propiedades? ?Ese era el equivalente de las edades Oscuras para un culo prieto y un montón de pasta? Me reí y ella apartó la mano.

 

—Es muy astuto —le advertí—. No quiero que se aprovechen de ti. Sé que te va a pedir una muestra para su laboratorio.

 

Ceri bebió su té con los ojos clavados en el jardín iluminado.

 

—Y se la daría. Quiero tanto como él que mi especie se recupere. Solo desearía ser anterior a la maldición para que el da?o se pudiese subsanar por completo en lugar de los parches que les ha estado aplicando a nuestros hijos.

 

Rodeé con mis dedos la fría porcelana, pero no me llevé la taza a los labios. Trent me debía una bien grande. Ceri le estaba proporcionando algo más que un buen parche.

 

—Es manipulador —a?adí levantando una ceja.

 

—?Y yo no? ?Crees que yo no podría hacer que ese hombre comiese en la palma de mi mano si yo quisiese?

 

Aparté la mirada, preocupada. Sí, claro que podía.

 

Ceri se rio.

 

—No busco un marido —dijo con aquellos ojos verdes y centelleantes—. Tengo que reinventarme a mí misma antes de poder compartir mi vida con alguien. Además, se va a casar.

 

No pude evitar resoplar.

 

—Con una mujer despreciable —murmuré, empezando a relajarme. No quería que Trent se casase con Ceri. Aunque Trent no fuese tan malo, probablemente no volvería a verla después de que descubriese su jardín.

 

—Creo —dijo Ceri con ironía— que tú piensas que esta boda no es más que un castigo por los pecados que cometió en el pasado.

 

Yo asentí y miré al jardín al ver movimiento. Me puse de pie y me acerqué a la ventana, pero solo eran los ni?os de Jenks intentando sacar a un colibrí del jardín.

 

—Tú no la has visto —dije, maravillada ante su trabajo en equipo. Ceri se puso a mi lado y el intenso aroma a canela que despedía me hizo cosquillas en la nariz—. Es una mujer horrible —a?adí en voz baja.

 

La mirada de Ceri siguió a la mía al jardín.

 

—Y yo también —dijo ella, con un tono todavía más suave.

 

 

 

 

 

22.